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A la mañana siguiente, nos despertamos todos demasiado temprano, todo por culpa de unos fuertes golpes provenientes de la entrada. Pensábamos que era un ladrón que intentaba entrar, así que cada uno se armó como pudo y salimos corriendo hacia el salón. Owen cogió un cuchillo de la cocina, James llevaba un bate firmado, Sky un taladro y yo la sartén más grande que teníamos.
Nos acercamos a la puerta y oímos cómo ponían una llave en la cerradura y abrían la puerta.
-¡ALTO! -gritamos a la vez.
-¿Pero qué coño estáis haciendo? -dijo Scarlett encendiendo la luz.
-Pensábamos que eras un ladrón -dijo Ethan.
-¿Un ladrón con llave? -contestó ella enseñándonos las llaves.
-¿Desde cuando tienes llave? -preguntó Sky.
-Desde que soy vuestra nueva compañera.
-¿Enserio? -dijimos emocionados.
-¡Eso es genial!
-Pensaba que iban por orden alfabético.
-Sí, pero cuando eres rica y puedes sobornar a todo el consejo estudiantil, te dejan colarte -bromeó. Creo.
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La semana pasó volando, todos entregamos el trabajo de literatura, y Sky y yo sacamos sobresaliente.
El sábado tenía esa cita con Sky. Me desperté por culpa de la alarma. No había rastro de la chica. Me giré para parar el despertador y mirar la hora. Había una nota, ponía: "Siento mucho haberte puesto el despertador pero no quería que te durmieras. Un beso. Firmado: Skylar"
Me acerque a mi armario para vestirme, pero había ropa nueva. Era la misma que Sky me pilló mirando por internet. Unos pantalones tejanos, una camiseta blanca que ponía; "Chilling Adventures Of Sabrina", mi serie favorita, y una bomber negra. Había una nota con un corazón.
Después de vestirme me fui al salón pero no había nadie, así que volví a mi habitación. Pero nada más girarme recibí un mensaje de Sky: "Nos vemos en el porche".
Ni siquiera había salido el sol. Miré el porche pero no había nadie, así que bajé los dos escalones y caminé hacia el aparcamiento. Pero nada más dar seis pasos alguien me abrazó por la espalda y me dijo al oído:
-Buenos días osito -sonreí al reconocer la voz y el olor de Sky. Me dí la vuelta y le rodeé el cuello con los brazos.
-Buenos días -le dí un beso en los labios-. ¿Por qué tan temprano? Ni siquiera a salido el sol...
-Lo sé, és... demasiado pronto, pero necesito que lo sea para enseñarte algo. Vas a ver la cosa más bonita del mundo.
-Ya lo estoy haciendo -nos volvimos a besar y nos fuimos hacia el aparcamiento. Sky me dio un casco, y subimos a la moto.
-¿A dónde vamos?
-Al Golden Gate Bridge -Me abracé a ella y disfruté de las vistas del viaje.
Al llegar, aparcamos en un parking al principio del puente. Caminamos durante unos seis minutos por el puente hasta llegar al medio. Nos apoyamos en la barandillas y nos quedamos mirando al frente:
-¿Y ahora qué?
-Tú solo espera un par de minutos ¿vale? -dijo con dulzura y nerviosismo.
-Vale -nos pasamos tres minutos jugando al "casar, besar, matar", es mejor que no sepáis lo que decidimos. Pero luego vimos como se asomaba el sol por el  agua-. Sky... Es precioso...
-Lo sé -se acercó a mí para pasar su brazo por encima, me dió un beso en la cabeza y susurró algo tan bajito que no pude oírlo.
Nos quedamos mirando el paisaje durante una media hora, hasta fuimos incapaces de mirar el sol sin quedarnos ciegas.
-¿A dónde vamos ahora?
-A Lombard street. No creo que haya demasiada gente ha esta hora -qué equivocadas estábamos. No os imagináis de lo que es capaz de hacer la gente con tal de tener 'la foto'-. Estaba equivocada... Bueno, ¿tienes hambre?
-Un poco.
-Pues vamonos a desayunar.
Sky me llevó al Ferry Plaza Farmers Market. El mercadillo era precioso y no puede evitar comprar todo lo que me gustaba. Entramos en una de las cafeterías, pedimos algo para comer y nos sentamos en una mesa para dos:
-Este sitio es fantástico, gracias por traerme.
-Me alegro de que te guste. Cuando era pequeña mis abuelos tenían una tienda aquí y me pasaba las tardes dibujando mientras ellos atendían a los clientes.
-Que mona, ¿sigues dibujando?
-Sí, de vez en cuando. Si quieres podemos acercarnos un momento a mi casa, bueno la de mis padres. Así te enseño alguno de mis dibujos y de paso dejamos las bolsas allí, para no tener que llevarlas a todos lados.
-Vale, buena idea. Pero espera, ¿eso significa que conoceré a tus padres? -notaba como los latidos de mi corazón se aceleraban.
-No, tranquila -ella río y yo me relajé-. Los fines de semana los pasan en casa de mis abuelos, para hacerles compañía.
-Eso es muy bonito -terminamos de desayunar y Sky pagó después de una breve pelea tonta porque no quería que me invitara.
Condució hasta Union Square, dónde aparcó su moto en un aparcamiento subterráneo. Andamos por la plaza y le pedí a Sky que posara para hacerle una foto. No tenía ninguna suya, aparte de las que saqué de su Instagram. También nos sacamos una las dos.
Después anduvimos hasta su casa. Todo estaba perfectamente ordenado y limpio. Dejamos las bolsas encima de la mesa del comedor. Ella entró en la cocina y cogió una botella de agua de la nevera:
-¿Quieres algo de beber?
-No, gracias, estoy bien -me apoyé en el marco de la puerta y me fijé en los dos recipientes llenos de agua y pienso para perro-. ¿Dónde está vuestro perro?
-Los fines de semana, como yo ya no estoy en casa, mis padres se lo llevan con ellos a la casa de mis abuelos.
-Lástima, me moría de ganas por conocer el perro de mi novia -bromeé.
Me enseñó un par de álbumes de fotos a regañadientes, y algunos de sus increíbles dibujos, aunque ella no quisiera reconocerlo. Luego dimos una vuelta por Japantown y comimos el mejor sushi de mi vida. Después dimos una vuelta por Chinatown y tuvimos que volver a casa de Sky a dejar la bolsa de souvenirs que compré.
Cuando estaba apunto de ponerse el sol, Sky y yo subimos a lo alto de la Coit Tower. Todo San Francisco estaba a nuestros pies. Esta vez fui yo la que la abrazaba por la espalda, aunque casi tuve que ponerme de puntillas para apoyar mi cabeza en su hombro:
-Gracias por preparar todo esto. A sido el mejor día de mi vida -ella se dio la vuelta, se apoyó en la barandilla y me rodeo la cintura con sus brazos, yo hice lo mismo en su cuello.
-Me alegra formar parte del mejor día de tu vida -su mirada fue de mis ojos a mis labios y luego de vuelta a mis ojos-. Además me ha encantado preparar todo esto y enseñártelo. Aunque todavía queda mucho por enseñarte, así que cuando quieras, lo repetimos.
-Eso suena de maravilla -le sujeté la cara con ambas manos, le acaricié la piel apartando un poco su pelo, y la besé.

S K Y L A RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora