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—¿Y cómo te fue? —preguntó el maestro, mientras los otros dos alumnos estaban lejos discutiendo.

—Mal.

—¿No aceptó tus flores? —preguntó con sorpresa. Bien, no era cosa de todos los días que Sasuke le diera flores a una chica y está las rechazará.

—Se estropearon antes. —admitó avergonzado. No podía hacer algo tan simple como dar flores. Qué fracaso.

Hubo una silencio incomodó, donde solo se escuchaban las quejas de Naruto por no hacer nada divertido y Sakura gritándole para que no se quejara.

—Puedes intentar con otra cosa. Ya sabes. Halagar su trabajo. Las palabras halagadoras encantan a cualquiera. —levantó su pulgar para darle ánimos.

Sasuke asintió. Eso parecía simple, halagar, sí, palabras buenas. Sin insultos, solo buenas.

Se acercó a sus compañeros juntó al perro que paseaba. Miró unos minutos a Naruto, desde su cara de resignación y la manera en que sostenía la correa del perro.

No puedo. Pensó con el ceño fruncido, mientras una gota de sudor recorría su frente.

—Na...Naruto. —comenzó a hablar. — Que bien paseas el perro. —terminó de decir, aquello había costado tanto pero lo logró.

Silencio.

—¡¿Qué rayos te pasa, Sasuke?! —exclamó totalmente a la defensiva el rubio. — Ni creas que voy a caer en lo que sea que estás tramando.—se cruzó de brazos y se fue a caminar hacia otro lado.

Sasuke sintió como sus esfuerzos caían.

—¡Ni que me importará ser bueno contigo!—explotó. Sostuvo la correa del perro y se marchó en la dirección opuesta.

—Genial, pensé que ya habíamos pasado por esa etapa. —susurró Kakashi, pasando la página de su libro.

Sakura se quedó mirando por donde se iban sus compañeros, sintiendo que otra vez el equipo volvía a sus inicios.

Caminaba dando grandes zancadas, sin notar que el pobre perrito debía trotar para seguirle el paso. Se detuvo, con un poco de culpa, mientras una parte de él quería dar media vuelta y golpear a su sensei por decirle cosas que claramente no funcionaban.

Le gustaría ver a su sensei llevando a cabo sus "buenos" consejos. Haber si le gustaba hacer el ridículo.

Suspiró frustrado.

—Eres un completo Dobe. Ahora resulta que mis halagos son un juego, eres despreciable y mediocre. —susurraba. Dando vueltas en círculo mientras el perro, a su mala suerte le seguía. —Pero no puedo rendirme. Algo se me va a ocurrir, yo puedo, claro que puedo. —se alentó.

Cuando llegó la tarde, comenzaron a caminar hacia sus respectivas casas. Aunque claro, Naruto iba a pasar por su ración de Ramen de la tarde.
Sasuke tragó saliva, estaba tan confundido y frustrado que no prestó atención a Sakura y sus palabras de siempre.

Cuando Naruto llegó al puesto, su antiguo maestro ya lo estaba esperando.
Sasuke se quedó parado en la entrada, sin saber si entrar o no entrar.
Hasta que con una valentía, poco común para él en ese caso, se encaminó hacia la silla justo al lado de Naruto.

El rubio lo miró raro.

—Naruto. —Comenzó a decir. — Creo que eres un ninja muy bueno. Y que si paseas perros de buena manera, no me imagino como debes de cumplir las misiones de alto rango.

—¿Eh?

—¡Gran trabajo, Naruto! —Gritó, para salir corriendo.

Confesando mí Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora