O 3

14.4K 1.8K 2.2K
                                        

—Ay Sasuke-kun, estás en el lugar indicado. Con una romántica de primera. ¡Yo sé mucho sobre el amor!

Su desgracia era infinita. Caminaba dando pequeños pasos, sin importarle mucho si chocaba o no con alguien.
No podía hacer algo bien, y eso era muy humillante. Ahora lo entendía, era mucho más fácil lanzar Shurikens en lugar de mencionar lo que su pobre corazoncito sentía.

Kakashi- sensei hizo lo que pudo, pero decidió que era mucho mejor no pedirle consejos al hombre. Estaba casi seguro que iba a comentarle algo muy raro. Así que ahora había optado por ser un alma en pena.

—¡Sasuke-kun!

Sintió un leve escalofrío en la espada, mientras escuchaba como unos pasos se acercaban. Su desgracia era infinita.

—Sakura. —Dijo mirándola, cuando llegó a su lado.

—Sasuke- Kun...¿Por qué estás mojado? —Preguntó algo preocupada, la niña, acercándose un poco.

Sasuke no respondió, dado que como se sentía tan miserable, el mundo debía estar algo miserable, pero muy al contrario era un día soleado y los pajaritos cantaban, todo brillaba. Así que, tomó la manguera de  su casa, y se regó, mientras susurraba un la desgracia me persigue.

El amor hace cosas extrañas.

—Quise bañarme pero olvide la ropa. —Respondio de manera simple.

Sakura no pregunto todo lo que deseaba preguntar, porque, si era rara la actitud de Sasuke, pero el niño le estaba hablando y no había salido caminando como lo hacía siempre, incluso no la había llamado "molesta".

Gran avance, pensó, mientras imaginaba un futuro al lado del pelinegro.

—Sakura. —Menciono, llamando la atención de la nombrada.—...¿Qué se puede hacer si te gusta alguien y quieres que esa persona lo sepa? —Preguntó, mirando sus pies.

Su compañera no hizo más que mirarlo sorprendida, mientras que interiormente pensaba que quizás Sasuke si la quería.

—Pues hay muchas formas, Sasuke-kun. —Dijo algo sonrojada.

—Ya, pero, ¿Qué sirve más? —Preguntó. — Algo directo pero que...No pierda encanto.

Sakura lo pensó detenidamente, adoraba el romance, y ¿Por qué no? Hacerse la desatendida.

—Una carta. —Afirmo.— Son sutiles y hablan de los sentimientos más lindos. También si uno lo desea, puede no poner el nombre y dejarlo todo al anonimato para darle misterio.

Sasuke asintió pensativo.
Ahora con la ayuda de Sakura, creía que podría lograr su objetivo, después de todo su compañera era la más inteligente.

Ahora si era todo un ganador. Sonrió, causando que Sakura se quedará algo confundida. Demasiados cambios.

El pequeño ninja Uchiha corrió hacia su casa, buscando con desesperó un pedazo de pergamino y una pluma. Con la calma que le caracteriza, se sentó en el escritorio, tomando con elegancia la pluma.
Pensado en aquellas palabras que Sakura dijo que podrían ser muy útiles.
Suspiró.

Y comenzó a escribir.

Querido, Dobe.

Tú belleza me cautiva eternamente.
Quisiera besar tu frente y tomar tu mano.
Te miró desde la distancia, tan cercana, pensando en el día que pueda decirte cuánto te quiero. Porque me haces sentir en compañía, siempre haces que piense que nunca estaré solo.

Eres mí inspiración en la lucha y quien calma mí dolor. Me gusta tu inteligencia y tu energía. Como tu encantadora sonrisa.
Así que confirmando lo obvio, digo, me gustas.

Atte. Anónimo.

Suspiró, mirando con precaución cada palabra. Se sentía tan cursi, pero Sakura dijo que esas cosas siempre servían para aclarar los sentimientos sinceros.
Mañana la dejaría en la mochila del Uzumaki, cuando esté no lo notará.

Así lo hizo, se podía notar en su sonrisa, llena de satisfacción, que algo había hecho, cosa que tenía muy intrigado a Kakashi.

Basto que fuera la hora del almuerzo y Naruto sacará su ramen, para que una hoja doblada cayera.

—¿Qué rayos...?

Sasuke tragó saliva, Naruto comenzó a leer. Tenía una mueca en la cara, y una gota en la frente.

—¡¿Qué crees que estás haciendo, Teme?! —Lo señaló, lleno de furia y confusión.

—¡¿De qué hablas?! ¡Yo no he hecho nada!

Claro que no. Era anónimo.

—¡Estás loco!

Y Sakura se quedó procesando todo.

A veces las cartas fallaban o en realidad era quien las escribía el que fallaba.

Confesando mí Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora