Llegaron a Villa Magna a las dos menos cuarto.
Era un edificio de 1970, muy cuadrado, con las ventanas grandes y sin adornos en la fachada. Una auténtica y apreciada reliquia arquitectónica en 2201.
Preguntaron por el señor García en recepción y un botones los acompañó en el trayecto en ascensor hasta su suite. Nuevamente, sus abrigos dieron el pego, aunque el recepcionista miró sus zapatos gastados con las cejas arqueadas.
— ¡Adelante! —exclamó una voz enérgica en respuesta a la llamada del botones, que se hizo a un lado para dejarles pasar.
Alfred García era un joven. Aquella fue la primera sorpresa para Raoul, que había imaginado a algún viejoverde interesado en la muchacha. Probablemente, tenía su edad. Era un poco más alto que Agoney, tenía el pelo encantadoramente rizo y un fortísimo acento catalán que hacía años que no escuchaba.
— Vale, ustedes pusieron el anuncio. Siéntense y díganme todo lo que sepan sobre mi prima.
— ¿Su prima?
— Mi prima. Amaia Romero.
— ¿Es su prima?
Raoul no sabía por qué Agoney preguntaba tantas veces, pero se sorprendió cuando Alfred pareció exasperado y se dejó caer en uno de los sillones de la salita con los brazos cruzados.
— Sí. Nuestras madres eran hermanas ¿pueden decirme ya lo que saben?
— Hasta ahora, lo que sabíamos era que no tenía familia.
— Pues la tiene. Yo. Y estoy dispuesto a pagar mucho dinero por saber de ella ¡pero no accederé a ningún chantaje! Nada de dedos cortados y orejas en bolsas.
— ¡Ey! —interrumpió al fin Raoul, viendo que la conversación no estaba yendo a ninguna parte y Agoney seguía de pie— No hemos secuestrado a su prima. Al contrario, queremos encontrarla. Nos han contratado para buscarla.
Alfred lo inspeccionó de arriba a abajo y se recostó en su butaca.
— Vale... ¿quién?
Raoul atrapó la manga de Agoney y tiró hasta que se sentó junto a él, igual que en casa de Mimi. Le hizo un resumen a Alfred sobre la desaparición de Amaia contando que era posible que estuviera envuelta inocentemente en alguna "maniobra política". Se definió junto a Ago como "investigadores privados" e insistió en que cualquier detalle podría ayudarles.
Alfred terminó asintiendo meditabundo y pareció creer la historia con agujeros.
— Vale... lo siento, estoy un poco nervioso con este tema. Llevo meses buscando a Amaia y mi visado para Madrid terminará tarde o temprano. Tenía la esperanza de que durase más que las negociaciones con Cataluña, pero visto lo visto... tendré que volver a Barcelona en unos meses si quiero volver alguna vez.
Raoul, que había dejado expirar sin saberlo su tiempo fuera, sabía muy bien lo que significaba aquél destierro legal.
— ¿Cuándo vio por última vez a su prima? —le preguntó Agoney, que parecía más calmado también.
— No... no la he visto nunca. Quiero decir, nuestras madres eran hermanas, pero no siempre conoces a toda la familia y nosotros no...
— ¿Está buscando a una prima a la que no conoce?
Agoney sonó tan escéptico que Raoul le golpeó con el codo para llamarlo al orden.
— Nuestras madres no se llevaban bien. Cuando su madre se casó y se fue a vivir a Pamplona, perdieron el contacto. Después se levantaron las fronteras y entonces llegó la guerra.
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El Informe OT
Romance2201 no es el mejor año para dedicarse a la música. Después de una larga guerra que ha asolado la Tierra y ha terminado con las últimas reservas de petróleo, el mundo sólo puede respirar y volver a componerse. En la ciudad de Madrid, los caminos de...