06| Lo sé

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—¿Te sigues enrollando con ella?

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—¿Te sigues enrollando con ella?

Su pregunta me es indiferente. Junto mi índice con mi pulgar y lo llevo de un extremo a otro sobre mis labios como si estuviera cerrandola con algún seguro.

No pienso hablar de ello.

—Siempre intentas meter tus narices —digo con fastidio y el chico ríe a carcajadas porque sabe que es una broma.

—¿Irás al instituto hoy? Porque al parecer ganas no tienes.

—¿Cómo es eso que dicen? Ah, sí... No lo sé Rick

Me encojo de hombros, sonriendo de lado. El rostro de Finn luce totalmente confundido y yo río a carcajadas por tal gesto.

—¿Qué?

Me mira como si fuera algún ser extraño.

Estoy a punto de explicarle de donde proviene aquella frase, pero justo en ese momento aparece mi rubia favorita, mejor dicho, la única.

—Cariño, no gastes energías en explicárselo, aún así no entenderá —dice como si no hubiera más remedio.

—Cierto. Idiotas nacen, idiotas quedan.

Le sigo el juego.

—Genial, hablen como si no estuviera aquí.

Dice con sarcasmo mi amigo, haciendo un berrinche cómo un niño pequeño. Su novia al ver el puchero que pone su novio, deja un casto beso en sus labios.

—Me voy antes que se coman en mis narices —me levanto de mi asiento al ver que seguían con los pequeños y cortos besos.

—Já. Claro, y yo sí tengo que aguantar cuando te enrollas en mis narices con Gi...

—No la menciones —interrumpo—. Ya me cansó, me sigue por todos lados, me asfixia.

Me doy aire con la palma de mi mano como si me faltara oxígeno.

—Ya decía yo que mucho la aguantabas, porque yo y apenas la puedo ver, en serio es una put...

—No te preocupes, Val. Me quedó claro que no te agrada —digo y ella me da una sonrisa angelical.

—Como siempre tú tan comprensivo, cariño —me llama por el apelativo de siempre.

Me agrada su sinceridad. Me agrada la sinceridad.

Sin más que decir, salgo del lugar para hacer la misma rutina de todos los días. Minutos después, estaciono el auto como siempre, verifico mi vestimenta y cuando estoy a punto de bajar recuerdo lo sucedido ayer.

—¿Estás seguro? —se arrodilló frente a mí, luciendo algo insegura.

—No tanto —sonreí de manera tímida—. Pero cuando recuerdo como me defendiste hace unos días, me hace querer confíar en tí. No solo es eso pero creo que es la principal causa.

SUSPICACIA (PTCE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora