ɴɪɴᴇ

5.1K 741 106
                                    

Nueve de la noche, el ambiente era cálido, y se sentía cálido a los ojos de Bakugo, su hijo, su pequeño estaba en las piernas de Kirishima, ambos sentados en el suelo, sobre la alfombra, jugando con unos cubos que Midoriya les había dado.

Bakugo miraba sin entender cómo parecían estar tan entretenidos en unos simples cuadrados tontos con letras y formas, realmente los idiotas se llevaban bien.

Apoyó su codo en el apoya brazos y luego su quijada sobre su palma abierta, observando más detenidamente a ese par.

-¿Por qué tinturaste tu pelo? -

Preguntó rompiendo el ambiente de risas y sonidos tontos que esos dos creaban.

Desde que lo vio se había estado preguntando eso, es decir, no se le veía mal, totalmente lo contrario, le gustaba el cambio de look, pero, ¿Por qué?.

Los ojos de Kirishima voltearon a él, y se sintió mal por la mirada de baja autoestima que recibió, pronto las cejas de Kirishima habían subido en nervios y su boca se movió sin decir nada.

Era mínimo, pero a los ojos de Bakugo esos gestos eran más que claros, podía simplemente darle una mirada y saberlo, saber cuándo no se encontraba bien, por eso frunció tanto el ceño al ver que forzaba una sonrisa en sus labios.

- Ashido.... Ashido necesitaba cabello, y yo lo tenía largo así que le ofrecí mi cabello -

Bakugo sabe que esa no es la respuesta completa, puede que esa puta imbécil rosa realmente necesitara el cabello, pero Kirishima le escondía algo.

- Nm, ya veo -

El tono de voz de Bakugo fue bajo, calmo, como si realmente el tema fuera sanjado, y por una vez, Kirishima se sintió seguro de que Bakugo no hablaría, por lo que volvió su atención al bebé que los miraba con curiosidad, con una de sus patitas en su boca, babeando como sólo los bebés podían hacerlo. Kirishima se rió dulcemente.

La mano de Bakugo no resistió, y antes de darse cuenta estaba con los dedos metidos en la cabellera roja de Kirishima, ambos se encontraron congelados, pero, Bakugo, siendo más rápido de pensamiento, le regaló una caricia.

- Es más suave de lo que pensé -

Comentó, y Kirishima, sintiendo su corazón a mil, sonrió alzando ligeramente la mirada, cómo queriendo ver la expresión de Bakugo, él cual, apenas hicieron contacto visual, le empujó la cabeza abajo, gobernado por la vergüenza de su acto inconsciente.

- No es tan malo al tacto -

Continuó, como si eso lograra quitarle la vergüenza.

- Y no parece tan dañado, la loca esa tiene una buena mano -

- ¿D-De verdad? Le diré -

La voz de Kirishima sonaba feliz, y por una vez Bakugo no entendió porqué mierda estaba tan feliz con eso.

Pronto ambos se relajaron, Kirishima siguió jugando con el infante en sus brazos y Bakugo seguía acariciandole el cabello, cómo un perro.

- Pff -

Se rió al imaginarlo con colas y orejas.

- ¿Qué pasa? -

Preguntó Kirishima, contagiado de la risa ajena, logrando aflorar una tenue sonrisa en sus labios.

- Soy el padre más irresponsable del mundo al dejar a mi hijo con un perro grande -

Bakugo seguía riendo con la idea, y Kirishima, después de entenderlo, infló las mejillas, haciendo que Bakugo riera mucho más.

- ¡Eso no es justo! ¡No soy un perro! -

Se quejó, si no fuera porque la mano aún seguía en su cabeza se hubiera levantado indignado.

- ¿No? - La sonrisa de Bakugo sólo indicaba que no traía nada bueno entre manos - Ven aquí, Eijirooo~ -

Golpeteó a su lado con su palma abierta, diciéndole que se subiera allí, como el perrito que era.

Los colores se le subieron al rostro, y Bakugo ya no pudo diferenciar más qué era cabello y qué era rostro, lo cuál le hizo reír mucho más, incluso se sujetó el estomago a dos manos mientras tiraba la cabeza atrás, hacía el respaldar.

Kirishima, con toda la calma y vergüenza del mundo, dejó al pequeño en su pequeña camita, y luego de asegurarse que no se fuera a caer, se le tiró encima a Bakugo para hacerle cosquillas.

¡No iba a dejar que se burlara así de él!

Ambos cuerpos cayeron, y por el peso el sillón se dio vuelta, quedando en un enredo de piernas, brazos, cojines y un sillón a punto de caerles encima.

Ambos se quedaron mirando, a los ojos, porque mierda, se pegaron el feroz cabezazo, pero eso no importó, oh, bueno, comenzó a importar cuando la nariz de Bakugo comenzó a sangrar.

- OH MI DIOS, BLASTY, N-NO TE MUEVAS, IRÉ POR PAÑUELOS Y AHHH ¡LO SIENTO TANTO! -

Bakugo simplemente le sujetó por el cuello, haciendo que quedaran más cerca, luego de unos momentos lo soltó.

- Ahora sí, ve, pero calmado -

Y así lo hizo, saliendo despavorido por el departamento hacía el baño para buscar el botiquín, ¡Qué tonto!, creyó que Bakugo iba a besarlo.

Bueno, Bakugo se estaba cubriendo los ojos con el antebrazo, avergonzado, porque de verdad casi lo besa al ver su expresión de desesperación.

Family [KiriBakuShima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora