ɴɪɴᴇᴛᴇᴇɴ

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El calor era raro a su alrededor, había mucho más calor que cuando dormía con su hijo, y realmente no creía estar enfermo a pesar que estaba realmente agotado, por eso, a duras penas sus ojos se abrieron, lento, apenas, pero logró enfocar la pared, logró bajar la mirada y ver a su bebé durmiendo mientras él lo tenía abrazado contra su pecho, sonrió sin evitarlo, intentando alzar una mano para acariciar la cabeza de Shoriki, pero algo lo detuvo.

Se demoró dos o tres segundos más para procesar que su mano estaba siendo sostenida, entrelazada, con sumo cuidado por una mano que estaba unida a un brazo que le cruzaba la cintura desde su espalda, y allí entendió porqué tenía tanto calor, había alguien en su espalda durmiendo.

Le miró con más calma la mano, notó la suavidad, notó las asperezas, notó un par de pequeñas cicatrices pero el buen cuidado de estas, y allí se dio cuenta que realmente le tomaba atención, porque de otra forma ni muerto hubiera reconocido la mano de Kirishima.

Se sintió de pronto lleno de dicha, sintió un cosquilleo en la boca del estómago que le hizo suspirar lleno de placer, ese placer no sexual, si no ese placer que sale cuando el alma está llena, porque para él estaba llena con sus dos seres amados junto a él, en un plácido sueño, en un momento que solo podía compartir con ellos.

Decidió cerrar los ojos, seguir intentando dormir, seguir disfrutando de ese momento de calidez, pero un quejido le hizo abrir los de golpe.

Exactamente como todo bebé, Shoriki comenzó a quejarse en sueños, y necesitaba ambas manos para consolarlo.

Con todo el pesar de su alma, logró soltar dedo por dedo la unión que mantenía desde no sabe cuánto, pero apenas la soltó, la mano le abrazó con fuerza por el estómago, apretándolo a él, alejándolo de su hijo.

Sintió una mezcla extraña de sentimientos al sentir todo el cuerpo de Kirishima cubrir el suyo, siempre lo ha visto actuar con valentía a pesar que sabe en el fondo que es tímido e inseguro, siempre ha estado allí para quién lo necesita, siempre allí sin la necesidad de que alguien se lo diga, pero ahora lo siente grande, suficientemente grande para cubrir su cuerpo por completo, y allí se siente cómodo, entre sus brazos, en contacto con su pecho.

Pero no se olvida de su pequeño, ambas manos son usadas para alzarlo, para sentarlo y acomodarlo contra la almohada, para hacerlo abrir los ojos con caricias en su rostro, sin una palabra, y logra hacerlo eruptar, viendo como el niño buscaba acunarse de nuevo contra su pecho, por supuesto que se lo permitió, con los brazos abiertos, calmado, besando su cabeza para bajar una mano y ponerla sobre el agarre que tenía Kirishima en su estómago, hablaría con él en la mañana, le pediría que se mudara junto a ellos, sinceramente no podía pensar en otra forma de vivir que no fuera esa, ni ahora, ni en ningún momento en el futuro a ello.

Family [KiriBakuShima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora