ᴛʜɪʀᴛʏ-ᴛᴡᴏ

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El silencio en la casa era extraño, tenían prendida la televisión y la calefacción estaba en su punto y realmente no había nada malo.

Pero simplemente no podían quitar esa sensación de incomodidad al estar solo ellos en la casa.

Hace un mes que Shoriki había comenzado a ir a la guardería, crecer en un lugar solo de adultos y tan protegido no le estaba haciendo nada bien, era sensible, se asustaba con facilidad y al final de cuentas, era simplemente un llorón que no se calmaba si no era cargado por alguno de sus padres. Y aunque no querían, entendieron que necesitaba realmente crecer con más niños.

Por eso Bakugō tenía más que amenazado a Deku que si algo le pasaba a su mocoso, iba a matarlo.

Aunque todos sabían que solo estaba preocupado.

Bajo lo que se creyó, el niño se había adaptado bastante bien, como era el primero y único de su sección en tener poderes los demás niños le admiraban, poco a poco estaba logrando quitarse el miedo de quemar a otros, además, había una cuidadora que poseía un quirk de hielo, que ayudaba mucho a calmar el fuego de Shoriki.

Aunque no querían aceptarlo, su niño estaba creciendo.

Y como todo niño en etapa de crecimiento había algo que debía pasar en algún momento de su vida: dormir en algún lugar ajeno durante la noche sin sus padres.

Normalmente era algo que se hacía con los niños más grandes, esos que tenían entre tres años y medio y cuatro, pero justo como Bakugō, Shoriki hacía lo que quería, y cuando se enteró que uno de sus amigos mayores se quedaría, él también quería quedarse, además, en sus propias palabras, estaba Deku, y si algo pasaba, seguramente le pasaría a él.

Al final, había decidido aceptar el deseo del pequeño diablito para dejarlo quedar, aunque ninguno de los dos quería dejarlo allí.

Ahora, volviendo al presente, pasar el día no fue tan complicado, sus respectivos trabajos le mantuvieron ocupados hasta la tarde, aunque el sol no se había ocultado aún, ya habían pasado de las 6, horario que normalmente iban a buscar a Shoriki. Pero ahora no era así, ahora Kirishima por costumbre caminaba a la casa de Bakugō, y aunque se dio cuenta a medio camino decidió seguir allí, decidió no arrepentirse de lo que sus instintos le guiaban. Por otro lado Bakugō también ya iba en camino a su casa, con las manos en los bolsillos y la nariz escondida en una bufanda, no le gusta el frío, quiere llegar a su casa y acurrucarse en algo... Deseaba que Kirishima fuera a su casa ese día, no han podido aclarar mucho después de esa noche donde se "aclararon" las cosas a media, poner en la guardería a Shoriki fue algo más agotador de lo que pensó y también estaba que había agrandado las salas de tatuadores del local donde pensaba contratar a otro más.

Su negocio iba bien, las noches en vela habían resultado en algo bueno.

Ese calorcito que buscaba le llegó de inmediato desde a boca del estómago hasta el cuello cuando vio a Kirishima en la puerta de su casa esperando como un cachorrito grande que llegara.

¿Es que era tonto?, le había dado una llave hace mucho. Ahora que lo piensa, jamás lo ha visto usarla.

Alzó la mirada un poco cuando pasó por su lado, ocultando la sonrisa en su bufanda para abrir la puerta y entrar a su calentito hogar, porque inmediatamente prendió la calefacción. Puede ahorrar siempre, pero en eso no.

ーEstoy en casaー

Modales y porque le enseñaba a su hijo a decir eso cada vez que llegaban fue lo que lo llevó a decirlo en ese momento, en especial sabiendo que no había nadie que le diera la bienvenida, por eso se sorprendió tanto al escuchar detrás de él un "Bienvenido" bastante bajo.

Family [KiriBakuShima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora