Regina llegó a casa pasada las cuatro de la tarde. Al entrar se encontró con Cora, que estaba en la sala de estar platicando con Granny sobre lo que sería la cena.
—¡Mami! – gritó Roland, corriendo como loco por todo el salón y saltando en los brazos de la morena.
—¡Hey, mi tornado rubio! – la morena sonrió, levantándolo en sus brazos – hola mamá. Hola nana – se dirigió a las mujeres que los observaban.
—Hola hija. ¿Qué tal el trabajo? – interrogó Cora mientras le dejaba un beso en la mejilla.
—Hola mi niña – respondió Granny imitando a la otra mujer – voy a la cocina – anunció.
—Ya te alcanzo – la anciana asintió y se retiró – entonces... ¿me decías, cariño? – Regina dejó a Roland nuevamente en el suelo y se sentó junto a su madre.
—Bien en lo que cabe madre – resopló – ¿y tú mi tornado? ¿Qué tal la escuela?
—¡Súper mamá! Tuvimos clase de natación y nos divertimos muchísimo – contó alegre, haciendo sonreír a ambas morenas.
—No ha parado de hablar de Henry y su pijamada – habló la mujer mayor.
—Ya veo por qué tanta felicidad – sonrió – mañana pasaré por él a las siete. Espero que se porten bien y hagan caso a la abuela.
—¡Sí, mamá! Veremos pelis.
—Nada de video juegos después de las diez, ¿entendido? – puso su mejor cara de seriedad.
—Entendido mamá.
—No te preocupes hija, mi pequeño es el hombre más obediente del mundo – afirmó Cora – y estoy segura de que Henry también es un niño muy bien portado.
—Henry es una dulzura de niño – sonrió – sé que se van a portar bien, jamás me han traído quejas de la escuela.
—Es porque nunca vas mamá – habló Roland haciendo que la morena tuviese un pinchazo de culpabilidad.
—Lo sé, mi rubio – se inclinó un poco para quedar a la altura de su hijo – mamá trabaja para darte lo mejor – Roland levantó los hombros como restándole importancia.
—Sí, siempre lo dices... Pero quiero que mis amigos conozcan a mi mamá. – agachó la cabeza – ayer Javier se burló de mi diciendo que no tenía papá, ni mamá y sé que papa ya no tengo y que mi primera mamá ya no está... Pero te tengo a ti, tú eres mi mamá – Regina sintió una punzada en el pecho. Se reprochó mentalmente al darse cuenta de cuanta tenía descuidado a su hijo.
—Mi amor... Lo siento mucho – le levantó la barbilla para mirarlo directamente a los ojos – te prometo que iré más seguido a la escuela, ya sea llevarte o a recogerte. ¿Crees que me puedas perdonar? – Roland tenia lo ojos brillantes por las lágrimas. Se lanzó al cuello de la morena y la abrazó. Cora simplemente los observaba conteniéndose para no llorar.
—Claro que sí, mamá. Te quiero mucho – la morena lo estrechó mas contra ella. Roland era lo mejor que le había pasado en la vida y ella prometió ser su refugio después de la muerte de Robín. No quería fallarle ni a su hermano, ni a Marian y mucho menos a su pequeño.
—También te quiero muchísimo mi pequeño príncipe.
—Vamos, cariño, ve a hacer tus deberes. Ahora te llamo para cenar, ¿ok?
—Sí, abuela – se despidió dejando un beso a cada una
—No te preocupes hija, él está bien. Es un niño inteligente, no te va a odiar por esto. Como madres buscamos lo mejor para ustedes y nos olvidamos de que cuando están tan pequeños, detalles tan simples como un viaje a la escuela, son suficientes.
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Heartbeats (En Edición)
FanfictionCuando Emma pierde a quien creía el amor de su vida decide mudarse a New York donde cree haber encontrado una estabilidad junto a su hijo y su novia. Pero la vida tiene otros planes para ella y la cruza con Regina Mills. Una mujer marcada por un pa...