Capítulo 8

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El sábado llegó más rápido de lo que todos imaginaban. En las oficinas de GoldTime nadie paraba de ir de un lado a otro. Aunque era sábado el equipo de camarógrafos, periodistas, maquillaje y vestuario estaba ultimando detalles bajo la estricta programación de Regina Mills, Zelena Mills y la jefa de edición Emma Swan.

—Ya está todo listo – anunció Jamie – los equipos montados, cada camarógrafo sabe desde que punto comenzará a filmar, a quien se entrevistará. Vestuario y maquillaje listo – terminó de chulear en una hoja que tenía en la mano y su mirada se fijó en las tres mujeres frente a ella. Regina asintió.

—Perfecto – dijo la morena - ya se pueden retirar – Jamie le devolvió el asentimiento y salió de la oficina con el resto del equipo.

—Muy bien – la pelirroja se puso de pie y tomó su bolso - yo también me tengo que ir, debo recoger a mi Lobita, así que me espera un largo camino – se acercó a ambas mujeres y le dejó un beso a cada una. No se retiró del lugar sin antes añadir – por favor ¡No se maten!

—Será a besos – susurró Regina más para ella que por ser escuchada, sin embargo, Emma la escuchó con claridad – la rubia rodó los ojos y la morena sonrió – calma Swan, es broma.

—¡Dios! – Zelena negó divertida y salió del lugar dejándolas a solas. Emma tomó su bolso.

—Yo también me retiro, debo recoger a Henry en casa de mis padres. Con permiso – antes de que pudiese cruzar la puerta, la voz de Regina la detuvo.

—¿Por qué tan rápido, señorita Swan? ¿Se tomaría un café conmigo? - Emma se giró para responder.

—No quiero faltarle al respeto, señorita Mills, pero no creo que tomar un café con usted sea oportuno en estos momentos - Emma se negaba a dejarle el camino fácil a Regina y si realmente la morena la deseaba tanto como decía, tendría que hacer más.

—¿Por qué tanta reticencia Miss Swan? Supuse que al menos ya estaría pensando en la propuesta que le hice - Emma la miró con el ceño fruncido.

—Creo que está de más decirle que 1: es obvio el porqué de mi cautela con usted y 2: técnicamente no he recibido una propuesta apropiada, señorita Mills. – Regina suspiró.

—Dime, Emma, ¿qué quieres de mí? – la rubia no pudo evitar que un escalofrío la recorriera de pies a cabeza, su nombre en los labios de aquella morena solo le hacía cosquillas en una parte específica del cuerpo. La rubia tragó con fuerza al darse cuenta de que nuevamente había quedado turbada por culpa de Regina. Carraspeó y habló

—No lo sé señorita Mills... Pero no me veo estando con alguien que solo querrá sexo. Una noche vendrá, se acostará conmigo, hará lo que quiera de mi a su antojo y después se irá dejándome sola. No quiero eso, quiero a alguien para más de una noche – se le quedó mirando unos segundos y añadió – y claramente no es lo que usted busca – salió del lugar dejando a Regina completamente muda.





Apartamento de Emma

Eran las siete de la noche cuando sonó el timbre. No sabía por qué, pero se sentía realmente nerviosa. Secó el sudor de sus manos y abrió la puerta. Sus ojos chocaron con los hermosos ojos marrones de Regina, quien tenía una enorme sonrisa. La morena se veía simplemente perfecta. La morena llevaba un atuendo bastante elegante y muy distinto a lo que normalmente usaba en la oficina: una blusa de mangas con dos botones sueltos, dejando ver un sujetador de encaje negro. Pantalones negros de bota ancha y tacones. Su cabello perfectamente peinado en un moño alto, con algunos mechones sueltos y como olvidar el labial, ese labial... Fue sacada de su ensoñación por la voz ronca de la mujer frente a ella.

Heartbeats (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora