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Sakura se hallaba acostada en su cama, en su verdadera cama... calida... suave... con ese aroma inconfundible a suavizante de ropa que su mamá le ponía a las sábanas y que tanto le gustaba.

Luego de que Sasuke la dejara en el apartamento de Kakashi, le pidió a éste último que la llevara a la casa en la que se había criado. El peligris notó el estado de ánimo de su prima, así que sólo se limitó a asentir con la cabeza y cumplir con su petición.

En la oscuridad de su habitación, los recuerdos se su infancia la azotaban con una fuerza indescriptible...

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Una pequeña niña se encontraba en una plaza, absolutamente sola, ya todos los niños con sus padres se habían marchado a sus respectivos hogares, pues es atardecer se había presentado.

La niña de cabellera rosa lloraba, lloraba su vergüenza, su rabia y su tristeza de ser burlada por su frente, pues esta era muy ancha.

Frentona! ¡Que asco, mira esa frente!-comentó un chico a sus amigos.

Un grupo de chicas rieron.

-¡Sí! ¡Es tan grande que podría escribir la lista de las compras de toda mi familia en ella!-todos los presentes rieron.

Incluso algunos padres rieron la burla a esa niña.

Adultos, riendo de la forma en la que una pequeña era víctima de las burlas, y aún así pretendían que esas nuevas generaciones fueran la generación de los grandes cambios y de un gran futuro.

Esa era por las cosas que la pequeña Sakura Haruno pasaba.

Pero hubo alguien ese día...

-Hmmm oye ¿Por qué lloras?

La niña se sobresaltó, levantó la vista y se secó las lágrimas con las mangas de su blusa.

En su campo de visión se presentó un chico aparentemente de su edad, con el cabello negro azabache y unos ojos negros tan oscuros cómo la mismísima noche.

Sorbió por la nariz.

-No me pasa nada-dijo la pequeña sonrojada.
-Hmm... de acuerdo, pero ya no llores ¿sí?

La pequeña lo miró sorprendida, asintió.

El niño, se acercó a ella y le dio un pequeño toquecito en su frente.

Ella se sonrojó hasta la coronilla, y le sonrió al chico.

-¡Sasuke! ¡Vamos a casa!
-¡Ya voy mamá!

El pequeño la miró por última vez, y salió corriendo hasta alcanzar a su madre.

Poco tiempo después, al entrar al colegio descubriría que se apellidaba Uchiha.

Tenía unos 3 o 4 años cuándo eso sucedió.

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¡pιenѕo enaмorarтe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora