Frío

3.1K 146 13
                                    

-Qué frío.-dije tiritando.
-¿Tienes frío?-asentí con la cabeza apretando los dientes-Ven.

Abrió sus brazos invitándome a ir junto a ella. Dejó un pequeño hueco con sus piernas para que yo me colocase entre ellas. Y eso hice.

-Eh, pero tú estás mojadísima.-dijo.
-¿Perdón? Es que no hay persona más creída que tú.
-¿Qué? No lo decía por eso tonta. Que mal pensada eres.-dijo riéndose.
-Joe, yo que sé. Déjame, ¿vale?
- Lo decía por esto.-señaló mi parte de arriba empapada.
-Ah ya. Cuando venia hacia la salida atravesé todo el pub y alguna copa me tiraron encima.
-Te vas a helar. Te tiraron una garrafa mínimo. Vamos adentro.-dio una última calada al pitillo y lo arrojó al suelo.

Cogió mi mano y me llevó al pub, guiando mis pasos yendo delante de mí. Fuimos hasta el servicio y, por suerte, estaba libre.

-Quítate la camiseta.-dijo sacándose el abrigo.
-Eh... no.
-Es para que te pongas esto. No tenía pensado hacer nada, rubia.
-Ni aunque lo pensaras lo podrías hacer.
-Ah, ¿no?
-No- dio una carcajada.- Venga cámbiate, te espero fuera.
-Luego vas a tener frío tú.
-Tranquila, los problemas de uno en uno.

La morena se giró y salió del baño, dejándome con su abrigo. Vi como la puerta quedaba entreabierta, pero no me importó. Quería observar qué hacía ella.
Me quité la camiseta de espaldas a la puerta y por el espejo que tenía en frente pude ver a Natalia apoyada en la pared del exterior mirándome. Cuando mi mirada se topó con la suya cambió rápidamente su dirección, nerviosa. Yo reí para mis adentros y seguí a lo mío.

-Lista.-dije al salir.

Ella alzó la vista de su teléfono y sonrió.

-Pues venga, ahora me debes un baile.
-Tenía truco tanta amabilidad.
-Todo tiene un precio rubia.

Y eso fue lo que pasó. Comenzamos a bailar. Cada una iba un poco a su rollo, pero cada vez nos íbamos pegando más. Era algo magnético. Cada vez que Natalia echaba su pelo hacia un lado me dejaba embobada. ¿Cómo coño puedo ser de la misma especie que ella? Es guapísima, de verdad.

-No me dijiste que bailabas tan bien.-me dijo al oído para que la pudiera escuchar entre tanto barullo.
-Ni tú tampoco.
-Somos una caja de sorpresas.

Al separarse de mi oreja se quedó quieta delante de mi boca unos segundos, hasta que reaccionó y se echó para atrás.
Me encontraba como ausente a partir de ese momento. Iba a besarme, estuvo a punto. La verdad es que no sé qué hubiera pasado. No quiero perderla por no hacer lo que ella siente, o por hacerlo, ahora que nos empezábamos a conocer y nos llevamos genial. Estoy algo confundida. La misma pregunta me venía a la mente una y otra vez, en bucle: ¿si se hubiese lanzado, la hubiese seguido? Solté un suspiro.

-Rubia, ¿qué te pasa?-me había escuchado.
-Cachi nada.
-¿Qué?
-Tú.

VenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora