-¡Qué, rubia! ¿Ya no te acuerdas de mí?-dijo Natalia con una sonrisa de lado. -Nat... Natalia, hola. No te esperaba. -Hombre ni yo a ti. El mundo es un pañuelo, pero no pensé que tanto. Casi no te conocía así.-dijo mirándome de arriba abajo con una sonrisa. -Ah, ya, bueno no son mis mejores galas. -Pues te sienta muy bien. -No digas chorradas que voy hecha un cuadro, nunca mejor dicho.-dije provocando una carcajada en ella.- Es que tengo el estudio aquí al lado y bajé a por rojo, que se me acabó. -¡¿En serio?!-exclamó asombrada con los ojos abiertos de par en par. -Emm... sí. Si usas mucho algo se acaba, nada nuevo Natalia.-dije riéndome. -¡Boh! No es eso lo que me sorprende. Es que el estudio está al lado. ¡Al lado! Llévame. -No, no, no. Me da mucha vergüenza enseñar las cosas sin acabar. Aún no sé si es bueno lo que estoy haciendo. -Venga rubia. Que esto ha sido el destino, una señal para que vaya a ver que estás tramando.-dijo poniendo morritos al terminar su argumentación. -O sea, ¿que tengo que llevarte al estudio porque el destino lo quiso así? ¿Lo he entendido bien?-pregunté haciéndola enfadar. -¡Que sí! Vamos, va. Para de cachondearte de mí. -Que cabezona eres hija mía.-dije resoplando. -¿Eso es un sí? -Siii. Aplaudió mientras sonreía como una niña pequeña. La llevé hasta el estudio y su ilusión no se difuminaba.
-Aquí es. Adelante. -Guau.-dijo mirando hacia todas partes de la sala. -¿Te gusta?
Se giró lentamente para posicionarse de frente a mí y mirarme directamente a los ojos.
-Sí.-hizo una pausa- Me gusta.-su mirada clavada me estaba empezando a poner nerviosa. -Bueno ven. Que te enseño lo que estoy haciendo yo.-dije pasando por su lado.
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-No puede ser...-susurró mirando al cuadro con el rostro desencajado. -No puede ser... ¿qué?-pregunté extrañada.
Quitó su mochila de su espalda y la apoyó en el suelo, abriéndola con rapidez. Se puso a revolver entre sus cosas y sacó un pequeño cuaderno. Lo abrió y buscó en sus páginas con prisa, como si lo que estuviera en el fuese a desaparecer de un momento a otro.
-Esto. Esto es lo que no puede ser Alba.-dijo señalando una de las hojas.
Me entregó su cuaderno. En cuanto leí lo que tenía escrito me quedé de piedra. Jamás me había sucedido una casualidad tan Grande como esta. Y es que Natalia había compuesto un fragmento que parecía mi cuadro pero por escrito.
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-Vale... estoy flipando. -Yo un poquito también, sí. -Si es un truco de magia preséntate a Got talent o algo así pero ya.
Las dos reímos y yo me senté en un pequeño sofá que teníamos, mirando el cuaderno aún sin creérmelo. Natalia se puso tras de mí de pie.
-Me vas a gastar la libreta de tanto mirarla.-dijo intentando quitármela de las manos. -No, no.-bromeé alejándola más de ella. -¿Que no qué?-preguntó.
Se agachó hacia mí haciéndome cosquillas y al final la consiguió. Cuando la obtuvo me dejó un par de besos en mi mejilla. Miré hacia atrás y me sacó la lengua.
-No sabes a quien te estás enfrentando eh.-dije amenazante. -Dios, no puedes asustar a nadie. ¿Pero tú has visto qué carita?-dijo apretándome los mofletes con su mano.-Si es que eres adorable. -No lo soy. -Lo eres demasiado.-dijo mientras me miraba dulcemente, acariciándome el rostro.
