Llámame

3.5K 165 18
                                    

Un beso tímido, posando mis labios con delicadeza y con miedo, aún sabiendo que las dos lo estábamos buscando. Separé mi boca de la suya y nuestras frentes quedaron apoyadas.
Vi como una sonrisa asomaba en su rostro y la volví a besar. Esta vez de verdad. Lentamente mi lengua jugueteaba con la suya, con suavidad. No teníamos ninguna prisa, así que disfrutamos el momento poco a poco.

-Ey-dijo al cortar el beso- usted ya tendría que estar en casa, señorita. ¿No estaba cansada?
-Ya, bueno, se me ha ido de repente el cansancio.-dije volviendo de nuevo a su boca.

No sé cuánto tiempo estuvimos paradas en el mismo lugar. Andábamos dos pasos y nuestras bocas ya se reclamaban a gritos.

Se acercó esta vez ella empujándome con delicadeza hacia la pared para que mi espalda quedase en contacto con la misma.

-Oye, me gustaría llegar a mi casa. Que quedan cinco minutos y llevamos ya media hora sin avanzar.-dije riéndome.
-Mira que eres borde hija mía.-dijo apartándose.
-Es que si soy muy maja te vas a enamorar de mí.
-¿Y si ya lo estoy?
-¿Qué?-pregunté incrédula.
-Es broma mujer. A parte de borde, creída. Lo tienes todo eh.
-Tú no te quedas atrás maja.
-Anda vamos que ya es tarde.-dijo pasando su brazo sobre mi hombro.

Llegamos a mi portal al fin y no sabía muy bien que decirle.

-Gracias por todo.-dije.
-No hay de qué.
-Y ahora... ¿vas sola a tu casa?
-Que va, voy con mi amigo Casper.-bromeó haciendo como si pasara su brazo sobre el hombro de alguien.
-¡Boh! Que lo decía en serio.
-Pues claro que vuelvo sola. No pasa nada.
-No, si no debería de pasar. Pero hay mucho gilipollas suelto.
-Tranquila, te llamo al llegar a casa... pero para eso me tienes que dar tu número, rubita.
-Mírala que lista la tía.
-Tú misma. Si no llego a casa con vida será todo culpa tuya.
-Anda apunta.-dije riéndome.
-Albi y un corazón te voy a poner de nombre. Dime.-dijo sin poder ocultar su risa.
-Ya me estoy arrepintiendo.-continúe su broma para después decirle mi número.
-Listo. Ahora una cosita más y me voy.-dijo acercándose a mí.
-¿Qué?-pregunté sabiendo perfectamente a lo que se refería mientras que ella se aproximaba más y más a mis labios con una sonrisa pícara.
-Esto.

Agarró mi cara con ambas manos, mientras yo posaba las mías sobre su cintura. Tengo que admitir que Natalia había conseguido al fin y al cabo lo que andaba buscando desde el primer día, o por lo menos es lo que yo creo vaya.

-Venga. Acuérdate de llamarme.
-Que si, que si. Pesada.-dijo volviendo a mi boca.- Buenas noches... o días... bueno, que descanses.
-Igualmente.

Nada más llegar a casa cerré la puerta y me apoyé en ella, dejándome resbalar hasta quedar sentada en el suelo. Una sonrisa se adueñó de mi rostro sin poder evitarlo. Cuánto tiempo llevaba sin que alguien estuviera tan pendiente de mí.
Decidí cambiarme y ponerme el pijama. Esperé despierta hasta que recibí la llamada prometida de Natalia.

-Estoy viva, rubita. Ya puedes dormir a pierna suelta.
-Menos mal, ya casi llamo a la policía.
-Que tonta eres.
-Que descanses, Nat.
-Lo mismo digo.

Me quedé sobre la cama mirando al techo, sin hacer nada. Al cabo de un rato llegué a la conclusión de que tenía que dormir, y eso hice. Ya me comería la cabeza al día siguiente.

VenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora