Chapter 1

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Moralmente destrozada y sepultada bajo el lodo de la culpa. Así quedaría su consciencia al día siguiente, al recuperar la poca cordura que le quedaba y recordar la magnitud de la estupidez que había cometido.

El corderito obediente, la estudiante ambiciosa que deseaba hacerse un camino al éxito, besando a un sujeto a quien con suerte había visto un par de veces en toda su vida, alguien que fue cruel y grosero con ella, un perfecto machito imbecil con aires de superioridad. 

"O eso habia dicho..."

Aunque a decir verdad, aquello parecía no tener ni un poco de importancia, ya que al descubrir el efecto que el alcohol tenia sobre su cuerpo, unas cuantas copas resultaron ser suficientes para despojarse del pudor y ser arrojada a los brazos de la imprudencia.

Lo que no esperaba es que en respuesta a su deliberado arrebato de locura, el respetado doctor se dejara gobernar por sus instintos mas primitivos y finalmente terminara por empotrar su cuerpo contra una pared mientras le profanaba la boca con su lengua.

El alcohol fue el culpable... o tal vez era la excusa perfecta para dar el paso que convertiría su fantasía en realidad, para acercarla a aquellas sensaciones que estremecían su cuerpo cuando él estaba cerca. Porque aunque fuera incapaz de reconocerlo en voz alta, Angie conocía perfectamente el poder que él ejercia sobre ella.

Aquel tormento había comenzado a principios una época donde el frío atenazador le calaba los huesos, el día que escuchó por primera vez el nombre de un famoso doctor que estaba a escasos pasos de ser reconocido ante el mundo de la medicina, y se convertiría en la llave del éxito que deseaba desesperadamente.

—Por favor... — suplicó sin saber qué.

Él ignoró su ruego para continuar con su sensual asalto, mientras todo su cuerpo permanecía febril ardiendo en una hoguera de pasión desenfrenada, la mente de Angie se debatía sobre si era correcto lo que estaba haciendo. Lo que sentía era picante, lascivo y parecía no ser suficiente. Reconoció que tal vez pecar siempre era así, un camino sin retorno, una adicción que esclaviza los sentidos y termina por convertirse en la cárcel de la que pocos pueden y quieren escapar.

De esa forma... en la mañana de lo que parecía un martes tan ordinario como cualquier otro. En uno de los cubículos del fondo, justo donde nadie volteaba a mirar se encontraba ella, una estudiante de periodismo física y mentalmente agotada que parecía estar a punto de sufrir un colapso nervioso.

La última semana fue de muchos altibajos. En medio del estrés laboral, el insomnio y los estudios, Angie parecía estar al borde de su capacidad humana. Eso, sin sumar el hecho de que sus pasantías se habían convertido en un constante sube y baja  para su presión arterial.

Estaba en la recta final de la carrera, los últimos meses antes de la graduación eran determinantes para su futuro, sin darse cuenta poco a poco se había obsesionado con que todo fuera perfecto, y el no haber hecho nada de relevancia hasta el momento, solo alimentaba su estado ansioso.

Se veía a sí misma en un futuro pidiendo trabajo con una hoja de vida cuya descripción diría " Angie Ross, experta en desatascar máquinas fotocopiadoras y preparar café "

En ese momento, mientras repasaba sus opciones internamente, la voz de la señora Evans la sobresaltó arrancándole de sus cavilaciones. Acto seguido, sintió como la sangre abandonaba su rostro de la impresión, Evans jamás se había dirigido a ella de esa forma.

— Ross, a mi oficina. — dijo sin más.

Angie asintió poniéndose en pie, todos alrededor le miraban con recelo incluso un curioso pelirojo al fodo la observó con suspicacia mientras obedecía la orden silenciosamente. No era la más popular, no tenía con quien conversar en la cafetería, o cotorrear por los pasillos, no hablaba con nadie de no ser necesario. "Una periodista introvertida, eso tengo que verlo" escuchó decir a alguien a su espalda.

La Máscara de Ian HannoverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora