8 HORAS ANTES...
Al llegar Ian fue saludado por su personal de seguridad con un leve asentimiento de cabeza, mientras uno de sus escoltas le sostenía la puerta del vehículo sin llegar a mirarlo directamente a los ojos, el galés correspondió al saludo con un amago de seriedad tatuado en su perfilado y estoico rostro, para luego entrar al vehículo sin decir una sola palabra.
Estaba de mal humor, el tiempo parecía no surtir el efecto correcto y hacer que olvidara la ridícula escena que protagonizó con la pasante del Herald. Por el contrario, la mente y el orgullo herido del doctor se negaban por completo a dejar ir el recuerdo de la testaruda jovencita que le gritó a la cara como si se tratara de un igual, que azotó la puerta y lo dejó con la palabra en la boca provocando que hirviera de la rabia, la escandalosa discusión retumbó en las paredes y los sacudió la mansión hasta sus cimientos.
Estaba furioso... colérico mejor dicho, y a causa de eso quería destruir el Herald, destruiría a Evans y su estúpido periódico mediocre junto a todos los que estaban dentro. Él no hacía uso de su poder de no ser estrictamente necesario ya que su apellido y posición económica eran motivos suficientes para ser respetado, temido e incluso venerado por quienes lo rodeaban. Aun así ella se había encargado de bajar su pretencioso culo del pedestal en donde estaba para pisotearlo como si fuera un pobre diablo y eso definitivamente no se lo iba a perdonar.
Practicó boxeo y escupió maldiciones a diestra y siniestra en un vano intento por sacar toda la frustración de su sistema, sintió como el enojo se disipaba al golpear frenéticamente el saco de arena frente a sus ojos, este se hundía a merced de sus puños sin hacer el menor esfuerzo, pero la rabia seguía allí, fue entonces cuando un gruñido gutural emergió de su garganta y una idea atravesó su mente, necesitaba volver a verla... de esa forma lograría entender cómo es que alguien como ella había conseguido desordenar las emociones de un hombre como él.
—Chiquilla insolente. — masculló entre dientes.
— ¿Has dicho algo? — Inquirió el hombre junto a él, negó con la cabeza y dirigió su mirada al frente — Bien, Hauk ya estamos listos, adelante.
Anunció Stefan quien permanecía sentado a su lado, el chofer lo miró a través del espejo retrovisor y asintió levemente poniendo en marcha el vehículo. Ian permanecía callado e impasible, luciendo un elegante traje de Hermés y su acostumbrada expresión de pocos amigos.
—Al comité no le hizo ni un poco de gracia que me ausentara de la reunión, sin mencionar el hecho de que no asististe — se desparramó en el asiento.
—Estabas tú en mi nombre, quien tenga algún inconveniente con eso solo tiene que hacérmelo saber. — respondió escueto.
Cualquiera que pensara que la aristocracia había muerto, definitivamente no conocía a Ian o su familia. Él, había nacido para gobernar, respirar el miedo, el temor y el orgullo que otorgaba su nombre. Aunque en el fondo, el llegar a ocupar las funciones para las que siempre estuvo destinado no era algo que lo llenara de felicidad sobre todo cuando debía llevar el legado y el peso de todo un imperio sobre sus hombros.
Stefan respetó el silencio unos segundos y cambió de tema rápidamente.
— De cualquier forma estoy en deuda contigo, tantas juntas me tienen agotado, necesitaba salir de ese lugar cuanto antes.
—En este momento tengo cosas más importantes en las que invertir mi tiempo que en lameculos intentando ganarse mi favor para conservar su posición. Que sufran la espera poco mas... por ahora hay otros asuntos que reclaman mi atención, comenzando por saber lo que sucede en Croydon y en qué demonios se están gastando mi dinero.
—Bien, ya que estamos hablando sin rodeos, tú no eres de los que disfruta de la compañía masculina— carraspeó—así que... ¿Se puede saber el motivo de tanta urgencia?
—Yo tengo una mejor pregunta para ti— espetó fríamente— ¿Cuándo pretendías decirme que la lunática de tu hermana vendrá a vivir a Londres?
Stefan Zimmerman, el representante legal de HSC, abogado, mano derecha de Ian y el hermano mayor de su último (y más duradero) devaneo amoroso, era lo más parecido que el Heredero prepotente tenía a un amigo, e incluso un hermano ya que desde muy jóvenes Stefan se había convertido en una especie de consejero para él y dentro de poco sería el posible blanco para la frustración acumulada que tenía en ese momento. Él era agradable, caucásico, apuesto y tenía una pintoresca forma de ser, también era inteligente y un excelente estratega.
—No tenía la menor idea, lo juro. — se defendió en vano.
—Es ¡Tu hermana! ¿Cómo es posible que no tengas idea de lo que hace o deja de hacer? Se supone que la tendrías controlada, ese era el trato— bufó malhumorado.
—Lo sé, pero no soy su jodida niñera... escucha; Nora no es tonta, sabía que si me enteraba antes de tiempo de sus planes de regresar, haría todo lo que estuviera a mi alcance para impedir que lo hiciera. Créeme, no quiero más drama familiar, mi padre aun no me perdona que le ocultara lo de ustedes dos y mi madre soñaba con que su pequeña hija se convirtiera en una destacada socialité, que estudiara en Parsons, en lugar de eso estuvo de juerga durante un año completo mientras encontraba la excusa perfecta para asediarte... de nuevo.
—Manténla controlada, sabes perfectamente como es. Ahora más que nunca la quiero lejos de mí.
—No te preocupes, que mi loca y caprichosa hermana menor esté obsesionada con mi mejor amigo no es algo que solo avergüence a mi madre. — Ian suspiró, definitivamente no había nada que hacer, era un hecho que ella regresaría.
Sabía que Stefan tenía razón, Nora podía llegar a ser peligrosa cuando deseaba algo, capaz de pasar por encima de quien fuera necesario, justo como él estaba acostumbrado hacerlo. Eso le había gustado de ella, la persona más testaruda y ambiciosa que conocía... o al menos lo era.
— Tengamos fe de que posiblemente el estar lejos le hiciera reflexionar sobre esa obsesiva manera de ser que tiene— hizo una pausa— Ahora hablemos de cosas más importantes, Deberíamos aprovechar la celebración de tu premio y la atención de la prensa para hacer público el anuncio — Ian desvió la mirada.
— Lo dejo a tu criterio, sabes que detesto el tema logístico.
— ¿Qué tal estuvo la entrevista? ¿Y la preciosa escandinava del Herald si era tan bonita como en la fotografía?
—Al contrario de lo que piensas, no soy un maldito pervertido — Stefan ladeó la cabeza mirándolo con diversión
—¿Cuándo fue la última vez que estuviste en el Loft?
—A ver... si, es atractiva y mucho eso no lo voy a negar — admitió poniendo la atención en su celular — pero es demasiado joven y tiene un enorme defecto... esa bonita y peligrosa boquita que tiene terminará por meterla en problemas.
—Ay por dios... ¿Qué vas hacer?
ESTÁS LEYENDO
La Máscara de Ian Hannover
RomancePara su tesis de grado. Angie Ross, Una estudiante de periodismo tiene la oportunidad de entrar en la vida del heredero más poderoso de Gales. Esto le daría la oportunidad de independizarse de su madre, comenzar una nueva vida lejos de los fantasmas...