Epilogo: Escarlata.

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El tiempo se ha detenido, el cielo se ha enojado, y ella, está allí, parada frente a los espectadores de aquella obra teatral sin final sin final alguno. El viento sopla con violencia a su alrededor, el fuego infernal que poco a poco consume la iglesia no ha de quemarla, su melena carmesí baila con esplendor a su alrededor. Los animales han desaparecido, han corrido despavoridos apenas la han sentido, la mujer más temida ha renacido de entre las cenizas que la han consumido en su anterior vida, que la han asesinado sin piedad.

Y el, el caballero proveniente del linaje de Felipe ha sido capaz de contemplar aquel acto tan vil, Felipe la asesinó y él, en parte, ayudó a que ella volviera a la vida, algo que su antepasado jamás hubiera querido.

Esta Amalia es diferente a la anterior, sus ojos somnolientos y carmesí contemplan a las personas que la rodean, a aquellos que se encuentran estupefactos ante tanta belleza pecadora que deslumbra de esta mujer. Sus carnosos y morados labios forman una fina línea mientras su mirada carmesí se posa sobre aquel caballero que alguna vez prometió protegerla más no fue capaz de cumplir su palabra.

Grandes e imponentes alas salen de sus omoplatos, alas dignas de una mujer como ella, alas pecadoras que le ha otorgado el mismo Satanás en el infierno. Ahora la reina de las tinieblas había vuelto a la vida, sin embargo, no era como las demás, no era como sus atesoras. Esta reencarnación era diferente, podía verlo en sus ojos, podía apreciarlo en sus expresiones, estaba conteniendo a aquella bestia sedienta que en su interior habitaba. Todo había sido culpa de los Wolfs, todo había sido culpa de esa maldita mujer quien tiempo atrás separó a Lilith de la princesa.

Sin embargo, está fusión que se ha provocado en su despertar muestra que es una nueva y mejorada versión de aquella mujer tan tenebrosa que alguna vez vivió sobre la tierra y reinó a los vampiros con gracia y esplendor.

Pero eso no era todo, entre sus largas garras, la mujer tenía aquella guadaña tan particular que había pertenecido al clan Némésie. Amalia jamás había sido capaz de sacar la verdadera forma de Atenea, pero ahora, la mostraba con grandeza mientras sus alas negras y similares a las de un murciélago aleteaban con grandeza tras de sí.

Odette, por mero descuido, dejó de utilizar sus dones en los tres individuos que habían intentado salvar a la princesa de los vampiros, el joven Wolf se levantó estupefacto y adolorido. La mirada de la joven se posó sobre él, inclinó la cabeza levemente y algunos mechones rebeldes carmesí cayeron con sutileza sobre su perfecto y pálido rostro. Su corazón palpitó con fuerza a un ritmo casi doloroso para ella, tembló con violencia e intentó mantenerse aún de pie, separó sus dientes y dejó crecer sus filosos y largos caninos mientras un gruñido atravesaba su garganta. Estaba sedienta, estaba enfadada.

La reina de los vampiros se elevó entonces y, a una gran e imperceptible velocidad, apareció tras el pelirrojo proporcionándole una patada en la espalda, se oyeron huesos crujir mientras el caballero caía al suelo padeciendo el peor de los calvarios, la mujer de cabellera carmesí blandió con suma elegancia su guadaña, pero no logró cortar al joven puesto a que este había esquivado su ataque y lentamente se había reincorporando.

Amalia gruñó y pateó nuevamente al vampiro, este salió volando y chocó contra una de las paredes de la iglesia, en rápidos movimientos, la vampira había aparecido frente a él levitando con aquellas maravillosas y aterradoras alas, Xavier quiso escapar más no pudo hacerlo.

La mirada hambrienta que la joven le proporcionaba le había dejado en claro una cosa: ella había elegido su sangre para tomar, para satisfacerse. Una pequeña y entristecida sonrisa apareció en su rostro mientras cedía su cuello a la princesa. Con cautela, y temor la joven apoyó sus pies sobre la tierra, acercó su rostro a su cuello olfateándolo levemente antes de incrustar con brusquedad sus dientes en él.

El dolor que el joven sintió fue indescriptible, Lilith bebió cuanto pudo de él, más no fue suficiente. En cuanto terminó, golpeó con fuerza el estomagó del vampiro, hundiéndolo más contra la pared, la joven le proporcionó una mirada de rojo cargada de odio, no dijo palabra alguna, relamió la sangre de sus labios levemente en un gesto sensual y seductor, había degustado hasta la última gota de su sangre.

La maldita ex reina de los vampiros estiró su brazo en dirección a su hija, la reina de las tinieblas la contempló pensativa. Ya no había vuelta atrás, todo había acabado, no había razón alguna para quedarse allí con ellos. Xavier, a pesar de estar padeciendo un gran dolor por el golpe, volvió a incorporarse, intentando evitar con desespero lo que Lilith estaba pensando.

Eran dos amantes destinados a separarse, a luchar uno contra el otro. Él, queriendo recuperar a su bella princesa de porcelana y ella, anhelando libertad, anhelando saber aquellos secretos que tanto les han ocultado, anhelando controlar a la bestia que poco a poco la iba consumiendo en su interior. Y así fue como ambos se separaron, sus caminos fueron diferentes. Dejando un gran pesar en el corazón del caballero vampiro, decidió tomar el camino que tal vez podría llevarla a su perdición, un camino oscuro y lleno de espinas, junto a su gran rival y, al mismo tiempo, su madre. 

El designio de AmaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora