9. El vampiro.

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Amalia era sinónimo de grandeza, de esplendor, el rol de princesa trágica era algo sinigual en ella, algo que la actual Amalia se ha dispuesto a cambiar. ¿Desde cuándo las princesas blanden espadas y dirigen batallas? ¡No! ¡No puedo aceptarlo! Pero, al ver sus preciosos ojos grises radiantes, llenos de ferocidad y determinación, algo en mi se ablanda y rechaza a su antiguo ser. Mi bella princesa, mi esplendorosa reina, mi cruel y sádica princesa, está dejando su preciada corona de lado has de ignorar tu papel de sumisa colocándote la armadura de un caballero sobre tus hombros. Delicada, hermosa, sinigual y malvada eras, estratega y firme en tus deberes, solías usar tus armas para complacer al rey más nunca para luchar, tus luchas eran internas, políticas, eras la reina del tablero de ajedrez que debíamos proteger tus fieles sirvientes, tus peones más devotos.

Pero ahora, tu, has decidido salir a la batalla.

Tus ojos, tus hermosos ojos grises me complacen, tu angelical y cruel rostro me fascina, volverte a ver, después de tanto tiempo, me ha dejado helado, simplemente, tu grandeza y excelencia me dejó sin palabras, más tuve que disimular ante mi grandiosa reina.

Una vez conocí a una Amalia fría, rota, solitaria y nostálgica, solía tocar el violín bajo la lluvia en su jardín privado, solía narrar poesías de Borges, ¡Admiraba cada uno de sus poemas! Comentaba que, si no fuera por su cruel destino, le habría fascinado estudiar literatura. Un poema en particular durante las noches de luna llena le gustaba recitar, y siempre que comenzaba, caminaba en la misma dirección, "La rosa" era su poema favorito, solía pararse frente a sus rosales y contemplar la misma rosa roja nacida de un rosal blanco, la tomaba entre sus dedos y citaba con pesar: "La que siempre está sola, la que siempre es la rosa de las rosas..." sabía que aquel era mi momento de proseguir y terminar el poema por mi princesa, así como tomarle de la mano y guiarla en un silenciosos pero agradecido vals bajo la luna.

Sabía con anterioridad cuál era su destino, lo esperó paciente hasta la fatídica noche. Sentada en medio de la habitación, con su melena dorada suelta y un camisón blanco el cual habría sido profanado y tintado de carmesí. Si no hubiera llegado en ese instante, tal vez las cosas habrían sido diferentes para ella. El fuego lo arrasó todo, el fuego se llevó lo único que la reina amaba: su rosal. Así como también se la llevó a ella.

En cuanto sus ojos grises se posaron sobre los míos aquel día, supe que esta princesa era diferente a la anterior, algo en mi interior apareció, un sentimiento que fue floreciendo conforme más conocía y vigilaba de lejos a esta nueva versión de mi reina. Al comienzo no lo comprendía, la detestaba, detestaba todo su ser, quería revelarle todo de una maldita vez, pero, cuando noté su miedo durante nuestra conversación en la terraza, supe que debía protegerla, proteger la inocencia y la nueva vida de mi amada princesa, después de todo, esta era una segunda oportunidad que se le habría dado para comenzar a hacer las cosas bien, para poder disfrutar y tener todo aquello que nunca tuvo.

Durante las clases era otra persona, una niñata molesta, mandona y fría, recuerdo las veces en las cuales solía molestar a Charlotte por puro placer propio, era bastante respetada y temida por algunos estudiantes, pero, en cuanto pasaba a su lado, toda su aura de chica mala desaparecía, solía correr y tirarse sobre mi espalda abrazándome y gritando mi nombre llamando la atención de los presentes y los profesores, quienes solían llamarle la atención, para Ethan, era una escena sinigual, Amalia solía hacerme pasar vergüenza y muchos humanos susurraban a nuestras espaldas la particular relación que teníamos; parecía una adolescente común y corriente, pero, cuando las vacaciones se acercaban y debíamos volver al palacio, todo en ella cambiaba. Un aura sombría la perseguía, la nostalgia y tristeza se apoderaban nuevamente de su rostro y nada podía hacerla feliz, ni siquiera su fiel caballero.

El designio de AmaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora