CAPITULO IV | L i a m

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Luego de haber tratado de hablar con sus familiares, de hacerles saber lo mal que me sentía; su única respuesta era: "Ve a tu recamara, no tenemos tiempo"

Ahora que han notado que comencé a si quiera realizar el intento de cortarme las venas han tomado la decisión de mandarme a rehabilitación, como si eso fuera algo bueno. 

Comenta esa chica, corriendo al centro de rehabilitación Kots, como era costumbre de ella siempre se dirigía un poco tarde a cualquier lugar. 

Claro que había valido la pena, tras haber pasado varios minutos en su peinado y tratando de elegir la ropa adecuada. —No quiero lucir tan mal en mi primer día — les comento a sus padres antes de salir de su casa

El aire de Londres hacia que su cabello se moviera para atrás. Tras haber caminado varias cuadras, por fin llega a ese edificio, ingresa encontrándose a un chico de estatura alta, castaño, ojos cafés, un lunar en su cuello algo peculiar. Trataba de atender las llamadas y unos cuantos correos. 

—Hola, mi nombre es...—no pudo terminar la frase al ver de quien se trataba. 

—Bienvenida al centro de rehabilitación Kots, mi nombre es Liam y estoy aquí para ayudarte en lo que necesites

La manera en dirigirse hacia ella fue algo tímido y apenado, era su primer trabajo luego de OneDi. Así que tenía miedo de realizar algo mal. 

El rostro de la chica no dejaba de mostrar una sonrisa —Me llamo Andrea Lopez... vengo a la clase de rehabilitación para personas con depresión

—De seguro eres la maestra... o ¿como se le dice aquí?— deja aun lado el libro para ponerle atención a Andrea, quien ha borrado su sonrisa de su rostro. 

A pesar de los grandes intentos de ella, de querer comenzar de cero, tener una nueva vida. Aquel pasado la va a seguir atormentando, no podrá ocultar por siempre sus mangas y a pesar de que con el tiempo se borran las huellas, siempre podrá recordarlo. 

—Claro, yo soy la rehabilitadora— pausa para pensar en una mentira, aunque muy en el fondo odia decirlas, en este momento no le importaba, ya que quería quedar bien con aquel apuesto chico llamado Liam —Pudieras indicarme cual sería el salón donde... daré la rehabilitación a los rehabilitados...

-¿Qué mierda dices, Andy?- piensa al luego escuchar sus palabras, 

Se ríe Liam al escucharla— Su aula rehabilitada es la quince— le sigue el "juego" —si, usted lo desea, puedo llevarla hasta ese salón —ella asiente.

Caminan hacia el elevador y esperan a que llegue al primer piso. 

—Yo te conozco— le afirma la ojicafe

—Cierto...— había olvidado un segundo de donde venía él —...de seguro por OneDi, ¿verdad?

—Sí, por ellos... — llega el elevador, al abrir sus puertas salen tres personas y en seguida entran ellos —es que los había escuchado en las noticias, su fama, sus mujeres... —respira —¿ya no tienes novia?

—No— dice cabizbajo —, al parecer me termino, por cosas personales, pero yo pienso que solo lo hizo porque ya no tenia fama 

Puede sentir el dolor en cada palabra, creo que nadie se merece que le hagan eso. Cuando ella tuvo los problemas deseaba que sus amigos siguieran con ella, para apoyarla. Lo único que hicieron fue alejarse, dejarla sola cuando más necesitaba de al menos una persona

—Me siento solo —la saca de sus pensamientos la voz de Liam

—Te entiendo —su vista esta perdida por alguna parte del elevador —No te preocupes... todo va a solucionarse

Se encoje de hombros el castaño —Me gustaría volverte a ver—dice —, pero no aquí, — abre las puertas el elevador —no me lo tomes a mal —salen —, pero este lugar me causa cierto dolor

—¿Por que trabajas aquí, entonces?

—Era el único lugar donde no pedían tener cierta experiencia—  llegan hasta el aula quince —además, por que relativamente me queda un poco cerca de mi antigua casa— guarda silencio —te parece si, cuando termines tu sesión, podamos ir por un café, helado o solo caminar si gustas

—Me encantaría —comenta riendo 

—Excelente, entonces... es una cita —se muerde los labios Liam.

Le abre la puerta y una vez ingresando Andy, se vuelve a dirigir al elevador para estar en su lugar de trabajo. 

Se sienta Andy en una de las sillas color verde, varias personas se encuentran ahí, pero no les presta atención. En su mente solo recuerda los dulces ojos de Liam, sonrío, como antes lo hacía con su padre. 

Reconoce que aquel joven misterioso, había tenido que ver con esa majestuosa sonrisa. Al final del día, no fue tan mala idea haber aceptado ir a rehabilitación. 

El accidente | EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora