Il suo Fantasma

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La tarea que se habia puesto a si mismo era cada vez más complicada, ya habían pasado casi dos meses y nada, no tenia rastro de su bella azabache. Además, no había sido nada fácil subsistir en países cuyos idiomas desconocía casi en su totalidad.

En Alemania se había metido en un problema enorme por la mala pronunciación de una frase, en México le intentaron cobrar más dinero de lo que costaba un pase para un museo y en Francia termino discutiendo con unos chefs puristas sobre que cocina era mejor: si la francesa o la italiana.

Actualmente se encontraba en Francia, más exactamente en París: la supuesta ciudad más romántica del mundo, aún que según él y su orgullo Venecia era mucho más hermosa...

Soltó un suspiro de frustración, hacia un frío terrible y llevaba horas caminando por  las calles de la ciudad. Entrando a cada restaurante que pasaba por su camino con la esperanza de encontrar a Megumi, labor que era cada vez más díficil.

Al día siguiente partía a su madre patria, pues sabía que era el último lugar que visitaría Megumi y en parte eso le era deprimente, sentía que trataba de despedirse de él de alguna forma.

Repentinamente giró su vista en dirección a la torre Eiffel, pues juraba haberla visto por el rabillo de su ojo. Lastimosamente solo era su mente jugándole una mala pasada,de la misma forma que en el último mes.

Sin muchas esperanzas siguió caminando, al final decidió ir a su hotel a empacar su maleta, mañana sería un largo día.

~✈~

El aeropuerto de Milán estaba a reventar,como siempre. Debía ir hacia el otro lado del aeropuerto para tomar su escala a Florencia. Su familia ya sabía que el llegaría en esos días y realmente necesitaba un consejo de su madre.

Tanto ella como una vieja amiga de la escuela conocían la historia de inicio a fin, cabe aclarar que su madre casi lo mata al enterarse que dejó la escuela y a su hermano menor en Japón. Pero Takumi sabia que la histeria de su madre no podría ser peor.

Y su amiga había sido de gran ayuda en su búsqueda, pues pese a que lo molestó con peticiones algo complejas prestó su ayuda en todo el recorrido, a pesar de estar a la distancia.

Se sentía tan aliviado de entender lo que la gente decía sin mucho esfuerzo que no noto que se había ido por el camino equivocado.

Cuando cayó en cuenta de su error estaba decidido a retomar su ruta, de no ser porque estaba seguro de haber visto a cierta azabache.

Lo más probable era que su mente le estuviera jugando una mala pasada otra vez. Aún así se giró lentamente, distinguiendo inmediatamente un par de trenzas muy familiares que corrían hacia una puerta de embarque.

¿El destino del vuelo? Venecia.

Un sinfín de sentimientos se hicieron presentes en su ser, quería simplemente correr a abrazarla, pedirle perdón y rogarle que no se mantuviera enojada con él.

Pero no era un buen plan, se fijó en el número del vuelo y corrió a una de las taquillas del aeropuerto. Cuando fue a comprar un boleto le comentaron que ese vuelo específicamente ya se encontraba completo, no tuvo más opción que esperar una hora al próximo.

~✈~

Venecia seguía igual a como la recordaba, a excepción de que se había hundido un poco más desde su última visita. Lo primero que hizo fue buscar un hostal para guardar sus cosas, luego emprendió en su búsqueda de la hermosa chica.

Fue a todos los lugares turísticos que caracterizaban la ciudad, pero cuando la noche se empezó a hacer su aparición optó por dirigirse a la Piazza San Marco.

Había un restaurante al que le tenía mucho aprecio, el dueño era muy amable y la comida muy deliciosa. Además una agrupación de música clásica tocaba todas las noches en vivo para hacer más amena el momento de la cena. Independientemente de su desesperación por encontrar a la azabache moría de hambre y unos ojos extra serian de mucha ayuda en su búsqueda.

Sin embrago antes de llegar al restaurante Megumi pasó a su lado, completamente inmersa en un mapa de la ciudadela, sin percatarse de la presencia del rubio a su lado.

Se veía tan irreal que por un momento dudó de sus ojos: Cabello suelto, una blusa amarilla de manga tres cuartos, un pantalón de mezclilla, botas para montaña y una maleta no muy grande. Lo primero que quiso hacer fue recriminarle su vestimenta, se notaba de lejos que estaba tiritando por el frío, pero sabía que era la peor de sus ideas así que simplemente decidió seguirla.

Tomo el mismo Ferri que ella y al poco tiempo reconoció a dónde se dirigía a la vez que su pecho se oprimía. La Punta Della Dogana era un lugar que habían prometido visitar juntos y aunque ese no era el plan de la azabache así sería.

Ahora, ninguno de los dos sería el fantasma del otro.

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