Hay que ganarse la vida.
Paradógico cuanto menos, ¿no?
Según se tiene entendido, cuando pretendes un objetivo, un fin o una meta; hay siempre un denominador común. Decides, dentro de lo que te es posible en tu limitada aura de libertad, tomar ese camino.
¿Por qué se nos es impuesto un dogma tan inabarcable para definir nuestra propia existencia? Cuando ni siquiera podemos llegar a tener voz ni voto sobre el propio hecho.
Algunas veces pienso en la cigüeña que trae miles de vidas inconscientes a este mundo como un adalid de la incoherencia.
Cuando la decisión más importante que podemos plantearnos es la de existir y en la cual no tenemos poder ninguno, todo se convierte en una perpetua sumisión a un divino negativo. Con todas sus consecuencias.Leyendo un periódico, un día cualquiera, me encuentro entre sus artículos una nutricionista que, analizando el exceso de culto al cuerpo en la sociedad actual, sentencia al final del mismo:
"Y también seguir la propuesta de Bárbara Ehrenreich: Dejar de pensar en la muerte como una trágica interrupción de nuestra vida, y tomar todas las medidas posibles para aplazarla. Ella sugiere que seamos más realistas, que pensemos en la vida como una interrupción de una eternidad de no existencia personal y que hay que aprovecharla como una breve oportunidad para observar e interactuar con el mundo vivo y siempre sorprendente que nos rodea."
Al fin y al cabo todo esto es un juego. Tarde o temprano se acaba cerrando el telón.
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Meditaciones
PoetryEscritos varios sobre distintos temas de carácter poético y/o filosófico.