Meditaciones

Riders on the Storm

Riders on the storm

Riders on the storm

Into this house we're born

Into this world we're thrown

Like a dog without a bone

An actor out alone

Riders on the storm  

Así da comienzo la letra de Jim Morrison, precedida con una intrumental gloriosa tanto de Ray Manzarek como de Robbye Krieger. Pero que no se nos escape la guinda del pastel:

La tormenta.

Recogiendo el guante de un gran filósofo como Nietzsche, "no hay hechos solo interpretaciones", me permito hacer la mía sobre esta magnífica canción de 1971.

No sé, ni sabré, si la intención a la hora de componer la letra y música del décimo track de L.A Woman era única y exclusivamente lúdica o, por el contrario, carga un mensaje latente de auxilio por parte del propio Jim Morrison. Por cierto, canción que nunca llegaron a tocar en directo, para más inri.

Desde un punto de vista más reflexivo, el primer párrafo de letra cantada junto con la instrumental y los sonidos tormentosos de fondo ejemplifican de forma nítida la condición humana en pleno siglo XX. 

Escuchamos la tormenta, inexorable e imbatible, mientras Jim nos cuenta que somos arrojados dentro de este mundo (Into this world we're thrown), en completa soledad (An actor out alone) y sufriendo la agonía existencial inherente al propio ser humano (Like a dog without a bone). Visto así parece que Morrison pudo ser un ávido lector de Schopenhauer, Camus y Sartre, entre otros. Y seguramente así fue.

Al final se crea una escena preciosa a la par de caótica. Cientos, miles, millones de seres humanos que se adentran en la tormenta, sin poder ver más allá de un palmo de terreno y que se van encontrando con otras personas cargadas, unas, con odio(There's a killer on the road )y otras con amor (The world on you depends - Our life will never end - Gotta love your man).

No hay conclusión fija ni respuesta única para interpretar esta magnífica canción, he aquí su mayor virtud.

Porque nadie nos ha podido expresar de manera tan magistral la arena que cargamos a nuestras espaldas, en este gran desierto tormentoso llamado existencia.