Vox ¿Pópuli?

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El señor de la foto que abre este artículo es Ramiro Ledesma Ramos, autor de la frase tan utilizada ultimamente por VOX para rebatir a cualquiera que ose ponerles en evidencia.


«Sólo los ricos pueden permitirse el lujo de no tener patria».


Os sonará por el, ahora famoso, tuit de Rosalía y su contestación por parte del partido de Santiago Abascal.

Muy bien, la frase es realmente evocadora y sé que a más de uno se le erizaría el pelo de tan solo leerla o escucharla. Pero ¿Quién era realmente su autor? ¿Quién fue Ramiro Ledesma?


Nació en 1905, en un pequeño pueblo de Zamora. Al terminar sus estudios secundarios se mudó a Madrid, ciudad en la que en la década de los años 20 se estaba fraguando un movimiento ensayístico-literario tan crucial como importante en las letras españolas: la Generación del 27 y el pensamiento de José Ortega y Gasset.


Ramiro se matriculó en la universidad de Ciencias y Filosofía de Madrid, donde fue ferviente seguidor de, reputado filósofo en esos años, Ortega y Gasset. Leyó y profundizó en textos de filósofos de la talla de Nietszche, Hegel, Fichte o Unamuno. Pero no sería hasta la lectura de Heiddeger cuando, a raíz de un término utilizado por el filósofo alemán, Angst, se formó una manera de conocer y enfrentarse a su realidad y a la realidad que, según él, sufría el pueblo español.


Angst, que significa "Angustia" en castellano, es un concepto acuñado por Heiddeger para denominar la sensación, el impacto individual que puede experimentar el ser humano ante la Nada, ante el vacío y la incoherencia del sentido vital. Un estado permanente de ansiedad existencial.


A Ramiro le fascinó tal término y buscó, con gran empeño, la fórmula para superarlo. Pensaba que:


«La angustia y la amenaza de la nada —nos narra el historiador inglés Stanley Payne— sólo podían ser superadas por la voluntad y el logro, por una acción que se fuese convirtiendo cada vez más en acción directa».


El futuro intelectual del fascismo español encontró su quimera, su Gran Destino, principio y fin de su existencia. Solo mediante la acción patriótica y revolucionaria contra los enemigos de la Nación y de la Raza podría ser colmada la angustia latente de vivir.


Pienso que es inevitable para el ser humano no creer. El mero hecho del ateo que afirma no creer en nada, está cayendo en la misma paradoja de la creencia. No creer no te exime del acto de creer, ya que la negación forma parte del mismo hecho inamovible. Desde antaño los seres humanos dimos sentido a nuestra existencia de numerosas formas, muchas de ellas aún siguen vigentes en nuestros días, sea en forma de religión o de otras experiencias espirituales.


El problema no radica en creer. Por eso el miedo que profeso cuando 52 diputados del Congreso de mi país pertenecen a una organización de claro corte neo-fascista* es inversamente proporcional a la fortaleza y dignidad democrática que inspiran el resto de organizaciones políticas.


Me niego a creer que hay 3 millones y medio de ciudadanos en mi país que compartan las tesis de Ramiro Ledesma.


Me niego a pensar que hay 3 millones y medio de ciudadanos en mi país que piensan que la violencia de género es una invención y alarma exagerada, que cada inmigrante que recibimos es un potencial delicuente - violador.


Me niego a reconocer que hay 3 millones y medio de ciudadanos en mi país que encuentran la diversidad cultural, social y lingüistica como enemiga y principal problema de convivencia.


Me niego a escuchar su discurso. Me niego a aceptarlos como dignos rivales políticos. Me niego a vivir en su Patria.


Me gustaría afirmar que vivimos en un mal sueño, uno del que aún es posible despertar.


No nos demos por vencidos.





*En el texto se utiliza este término para marcar la diferencia entre el fascismo desarrollado a principios del siglo XX, en países como Italia o Japón, al nuevo movimiento que se está desarrollando en la actualidad en países europeos y en el resto del mundo; siendo este último una mutación del primigenio. En artículos posteriores se desgranará el porqué de esta importante diferenciación semántica.

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