4. El poder de la mariposa

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Pisaba el suelo con lentitud y seguridad, cerciorándose de no dar pasos en falso pues no veía bien donde ponía el pie. No se atrevía a encender el farolillo y arriesgarse a desvelar su ubicación, ya que no sabía si habría alguien indeseado cerca o si Agoney le habría vendido a los suyos.

Le costó reconocer el lugar donde habían quedado en verse pero finalmente llegó. Se sentó con la espalda pegada al tronco de un árbol e intentando agudizar todos sus sentidos para estar alerta.

Pasado un buen rato, empezó a dudar de si aquel salvaje aparecería y habría ido hasta allí para nada, jugándose que le pillaran y tener que dar una excusa que no tenía preparada. Mientras pensaba, llevó las manos al suelo y empezó a arrancar la hierba que tenía a su lado.

- ¿Puedes dejar de destruir mi tierra?

La voz le hizo dar un respingo y mirar hacia arriba pero, una vez más como era costumbre con aquel chico, no veía nada.

- Descúbrete- dijo mientras se levantaba y hacia el intento por distinguir algo en la oscuridad.

No obtuvo respuesta, ni siquiera un ruido. Comenzó a tensarse al verse en clara desventaja y alargó la mano hasta coger el mosquete que había traído con él.

Dio un par de pasos de espaldas, esperando que el otro diese el siguiente paso, a él solo le quedaba estar en alerta. De pronto, una leve respiración en el oído.

- Bu

- ¡Joder!- elevó la voz mientras se daba la vuelta bruscamente.

Vio al indio colgado de la rama que estaba sobre él, como si fuese un koala, agarrado de una mano y con ambas piernas, con la mano libre sujetaba el arco. Pero lejos de bajar a su altura, se volvió a colocar bien sobre la rama, mirándole desde arriba.

- ¿No piensas bajar?- se llevó una mano a la cintura.

- ¿Para qué?

- Porque las personas civilizadas no se suben a los árboles, salvaje

- Pues que pena- se encogió de hombros.

- Baja

Agoney frunció el ceño, cogió una flecha y la tensó en el arco, apuntando al colono.

- Primero suelta eso- dijo refiriéndose al mosquete -lejos

- No voy a hacerte nada

- Me da igual, quema, lo quiero lejos

- No pienso soltarlo

- Pues me voy

Se levantó con facilidad y sin perder el equilibrio y se dispuso a saltar a la rama más cercana del árbol contiguo.

- Vale, vale- le frenó -lo suelto

Cogió el mosquete y lo llevó con lentitud, y sin perderse de vista, unos metros más atrás.

- Mira, para que veas que estoy aquí en son de paz, me voy a desarmar entero ¿vale?

Levantó el pie derecho y del interior de la bota sacó una navaja. Agoney volvió a tensar la flecha.

- La voy a soltar, la voy a soltar- dijo con rapidez -Mira

Lanzó la navaja junto al mosquete y levantó ambas manos, mirando a Agoney.

- Sin armas, de verdad, no tengo nada más

Agoney pareció dudar pero finalmente quitó la flecha de la cuerda y se la volvió a guardar en la aljaba. Bajó de la rama y se quedó a unos metros del rubio.

Colores en el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora