Colores en el viento

10. Uno de ellos

Aminoró el paso en cuanto vio el gran tótem a un lado del camino, un águila de madera de alas desplegadas, la cual protegía al poblado.

Con la respiración agitada, fue directo a su cabaña, dónde supuso que estaría su padre, pero antes de poder avanzar dos pasos en su dirección, miró al lobezno que llevaba en sus brazos y que gruñía, recordando que primero debía ir a ver a Amaia.

Cambió el rumbo y se dirigió a la cabaña de la chamán, de la cual salía una final columna de humo a todas horas.

Se asomó al interior, retirando la cortinilla de hojas que tapaba la entrada.

- ¿Amaia?

Observó a la chica untando un ungüento en la herida de Sahale, que aún seguía en la cabaña, pues Amaia no había consentido que lo movieran de allí.

- ¡Hola Ago! Pasa, pasa, ya termino

El joven entró en la cabaña, acercándose a la camilla y esperando a un lado a que terminara de atender al guerrero.

- ¿Como está?

- Sigue mal, pero se recuperará, espero... Despertó esta mañana pero le he dormido con una infusión de amapola para que descanse un poco más- le contó la chica mientras tapaba al guerrero con una manta fina y le invitaba a sentarse en otro lado para no perturbar el descanso del herido.

Tomaron asiento sobre unos tocones que la chica usaba como asiento. Agoney quitó el trozo de tela en la que Raoul había envuelto la pata herida del lobezno bajo la atenta mirada de Amaia.

- ¿Podrías decirme si está bien?

- ¿Qué le ha pasado?- preguntó mientras observaba la herida.

- Se hizo daño en el bosque, es de la loba que murió

Amaia se irguió para mirarle a los ojos, con seriedad pero sin perder su aura pacífica, esa que te aseguraba que no te iba a incomodar o gritar.

- Aún no comprendo bien qué pasó... Es como si una tormenta hubiese salido de la tierra

Agoney suspiró con pesadez, soltando el aire muy lento.

- No sé cómo explicarlo, es algo que ellos usan para destruir

- ¿Por qué lo hacen? No lo entiendo, no hay nada más bonito que ver el bosque vivo

Amaia se levantó y rebuscó entre todas sus cosas lo que consideraba que vendría mejor al pequeño lobo. Mientras tanto, Agoney comenzó a explicarle mientras acariciaba las orejas de su nuevo amigo.

- Su poblado es así, quitaron el bosque y lo llenaron todo de casas grandes y caminos de piedras- hizo una pausa recordando todos los detalles que Raoul le había contado en una de sus charlas sobre Inglaterra -Hacen que los ríos vayan por donde ellos quieren

- Eso es... Horrible, no puedes decirle a un río por donde ir, él sabe cual es su camino

- Y algunas de sus casas tiene otra casa encima- frunció el ceño -y otras hasta tres ¿No te parece increíble? No sé cómo las sostienen la verdad... Aunque creo que las llaman, plantas

- Pero las plantas tienen hojas y salen de la tierra, no se puede vivir en ellas

- Eso pensé yo... no sé, a lo mejor allí son de otra manera, tienen cosas muy raras

- ¿Y quieren hacer eso aquí?- preguntó con miedo -No me gusta

- Ni a mí, pero...