¿Maldito?

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Lo único que quedó en el pavimento fue las manchas oscuras de las cenizas, también se podían ver pequeños puntos negros que correspondían a las arañas aplastadas, el pueblo se unió en un baile único. La policía llegó al rato pero no pudo hacer mucho, los habitantes protestaron y un hombre quemado en público no supuso mucho problema. La única condición fue que no se volviera a repetir y menos en un lugar tan transitado como lo es la calle. El ocultismo había desaparecido según palabras de Jordan Aargin, bueno aún no, Alex seguía ahí.

—Gracias Clarissa. Gracias Marggie. Gracias chicos, ahora puedo descansar en paz.

—¿No tienes nada en contra de Matias?

—En contra de Mauricio sí pero ya murió. Gracias también a ti, no tienes culpa de lo que tus antepasados hicieron. Me despido de todos —Saca la muñeca— Guarda esto Clarissa y acuérdate de mí cuando la veas.

—Lo haré.

—Adios.

Se esfumó. Ahora sí con toda certeza se podía decir que el ocultismo había desaparecido. Veo a "Crisbel" y aún estoy indecisa en dejármela o no.  Estábamos en las afueras de la biblioteca acompañando a Abbie.

—Yo que tú no me dejó esa muñeca. ¿Qué tal sí el chico ese te ve mientras te cambias? —David.

—Cállate, ¿No cambias? —Abbie.

—Clarissa espero estés lista para la fama, cuando publiques estos videos...

—Debemos ordenarlos.

—Y cuando hicimos "rojo rostizado"Matias deberías ver esas tomas y aprender.

—No soy un camarógrafo, solo grabo.

—Si lo fueras serías un asco. Cuando grabe una película ustedes me amarán.

—Una basada en Heblem, podemos hacer un guión con los cuadernos de mi padre —dice Jordan.

—No lo alientes —responde Abbie.

—Abbie el alcalde quiere verte y a Clarissa también.

—Gracias.

Fuimos a la oficina del alcalde ahí estaba Orlando esperándonos. Al vernos el alcalde se levantó nos dedicó una sonrisa y nos estrechó la mano.

—Abbie, Clarissa. ¿Cómo están?

—Muy bien —respondemos.

—Está muy mal quemar gente en la calle—Era como si Orlando estuviera esperando el momento de vernos para decirlo.

—Lo hicimos por el bien de Heblem —Abbie se pone a la defensiva.

—Las arañas han disminuido desde ayer que fue el día que se llevó a cabo —No sé si el alcalde está siendo sarcástico—. No estoy aquí para hablar de eso ni juzgarlos mucho menos.

—¿Entonces que hacemos aquí? —pregunta Abbie.

—Clarissa, ¿Qué harás con los videos que grabaste aquí? —El alcalde soltó la bomba.

—Pues... Hacer una serie de terror y subirla a mi canal.

—No te he dado permiso. Puedo quitarte todo tu material y evitar que los publiques por que estás hablando de Heblem, pero, no lo haré... ¿Qué tal si compartes los videos con Orlando?

—¿Qué? —Abbie responde por mí— ¿No venía De la Cruz aquí para hacer su propia serie?

—Sí, pero quiere apoyar a Clarissa.

—No necesito apoyo alcalde. Mi grupo de seguidores no es la gran cosa pero tampoco debe subestimarse.

—¿Qué hizo Orlando para detener la maldición de Heblem?

—Abbie, te pido por favor abandones la habitación o llamaré a seguridad.

—No, yo me voy. Orlando eres una porquería —Se acerca a mi—. No dejes que te intimiden.

—No subiré nada Abbie. Orlando puede hacer su serie.

—¿De que hablas Clari? A eso viniste. ¿Qué le dirás a tus seguidores?

—Me retiraré un tiempo de la plataforma.

—Alcalde retomaré la idea en un futuro, habrán más investigaciones.

—No seas hipócrita Orlando —Ataca Abbie.

—Me voy.

Orlando dejó la habitación.

—Gracias Clarissa por lo que hiciste.

Salimos. Le contamos todo a los chicos, era tiempo de separarnos de volver a nuestras casas. Volvería con mi mamá y mi hermano menor, me enfocaría de lleno en el estudio y dejaría los videos por un tiempo. 


La noche anterior pasé con Matias conversando y comiendo. Recordamos cuando llegamos a la casas de las agujas.

— Graba eso. 

— Esta muñeca parece nueva. ¿No crees Clari?

— La habrán puesto para asustar a la gente

— Llevatela. Parece a Crisbel ¿La recuerdas?

— ¿Estás loco?

—Y pensar que Alex Seth estuvo metido dentro —Dice Matias mientras la observa. 

—El ocultismo es... —digo.

—¿Sorprendente?

—Sí, de alguna manera lo es.

—¿Estás segura de que no volverás a grabar en un tiempo?

—Sí.

—¿Qué haremos?

Estar con Matias era reconfortante, me sentía protegida a su lado, sentía que tenía un cómplice para matar a alguien y esconder el cuerpo. Era tan...

—Matias mira tus ojos. ¡MATIAS!

—¿Qué ocurre? Me estas asustando.

Busco un espejo y lo pongo en frente de su cara. Se puede ver con claridad como una mancha negra empieza a cubrir sus ojos. Tose.

—¡¿Qué es esto?! —gritó al ver su mano—. Clari, ¡Clari! ¡Me siento mal! ¿Quien es... ese? —Dice señalando.

Volteo mi cabeza a la dirección que marca y veo a un hombre con una gabardina negra y un sombrero, su aspecto era aterrador...




ClarissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora