El gran plan

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Gracias a la intervención del gran Orlando de la Cruz nos estamos dirigiendo a un lugar más ameno para escuchar el grandioso plan que se tiene entre manos. Trabajar a su lado me llena de ilusión pero al mismo tiempo me llena de desconfianza. El reloj marca casi las diez de la noche y el pueblo aun no duerme, la gente sigue en las calles, algunos con su pareja y otros dando el paseo nocturno a sus mascotas. Me encuentro en el mismo auto con las mismas personas, balbucean cosas que no quiero escuchar la verdad no me interesan en los absoluto. En un movimiento inconsciente mi mano toca el pequeño libro que horas antes puse en mi bolsillo, estoy haciendo esto confiando en un sueño extraño que tuve ni siquiera se si es real es como si algo me impulsará a hacerlo.
El parque central de Heblem fue el punto de encuentro. A esas horas las voces de las pocas personas hace eco dando un ambiente tenso. 

— Chicos de verdad veo potencial aquí. ¿Qué tal si nos unimos? resulta que estuve investigando este lugar y me entere que hay un libro perdido que nos puede dar las respuestas a todo lo que ocurrió aquí. Les propongo volver a ese lugar con la ayuda de la luz del sol y buscarlo. 

 
— ¿Como era ese libro? — Pregunta Abbie.

— No tengo la menor idea pero de que era diferente lo era. Sabremos cuál será apenas lo veamos. ¿eres Abbie? me entere que tu hermano quiso investigar este lugar.

— Sí, también hablaba de un libro. ¿Será el mismo?

Siento que seré descubierta en cualquier momento, siento como que me tomaran, me sacaran el libro a la fuerza y luego me reprocharan el porque lo escondí. O tal vez divago y este no es lo que buscan.

— Con que esa era la ideota... Cruz. — Dice David.

— ¿No te agrada?

— Solo grabo.

Cruz se va, y cada persona busca su apartamento. Al estar sola me surge la curiosidad de conocer las primeras frases de ese libro. Miro a Crisbel, la extraña muñeca que me hablo en sueños. Lo abro y comienzo a leer.  No se si es la superstición pero me comienzo a sentir mal, siento ganas de vomitar. volteo la mirada hacia crisbel y observo como sus ojos se tornan negros... estaré medio dormida que estoy viendo estas cosas. Crisbel cae...

— Gracias...

— ¿Que pasa? ¿Quien eres?

No recibo respuesta.

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No pude evitar volver, era la vida de Ale que estaba en juego no podía permitir que una persona inocente muriera por mi culpa.    ¿Será mi padre capaz de matarme por su fortuna? ya me amenazo así que supongo que la respuesta es positiva. El chico de la máscara pasó todo el viaje en silencio, aún me pregunto cómo se metió en el auto sin ser detectado, debe ser un maestro de la intrusión o tener poderes sobrenaturales.
Mi mundo está oscuro, me pusieron una bolsa para evitar que supiera donde estoy, así si logro escapar no sabré qué camino seguir. Desorientado no llegaré a ningún lado. Lo verdaderamente fuera de lugar es que el secuestrador es mi padre, la persona que se supone debe protegerte no llevarte a oscuras a quién sabe qué lugar.
La bolsa es retirada, veo a mi padre justo enfrente mío, con sus manos cruzadas y el brillo del metal en una de ellas. Empieza a caminar de un lado para otro, rascándose la cabeza, no quiere hacerlo.

—Eres mi hijo. ¿Podré matarte? No lo creo. Maldito pacto el que hizo mi abuelo.

— Debe haber otra forma.

En esos momentos busco al chico de la máscara roja, no lo veo por ningún lado.

—Dime cuál... 

— La respuesta está en Heblem.

—Mauricio, el que empezó toda esta mierda, nació ahí.

—Sí por eso debemos ir y buscar las respuestas.

Lo puse a pensar por lo menos entenderá que con matarme no logrará nada. Yo también estoy escaso de respuestas pero por lo menos debo ganar algo de tiempo.

—Ahí fue donde mi abuelo asesinó a la mamá de un chico para conseguir toda esta basura.

—¿Qué dices?

—Sí, el hombre que te trajo aquí, el de la mascara, ese es el culpable. En realidad es un poderoso ocultista y anda al acecho esperando que te mate.

—Podemos vencerlo papá. Cree en mí.

No tengo la más mínima idea de como vencerlo pero si consigo convencer a mi padre con la ayuda de Clarissa podemos lograr esto juntos. En ese momento Leo interrumpe. Me alegro al verlo.

—¡¿Leo?!

—Señor Salazar disculpe pero no debes hacer esto —Me ignora, se dirige a mi padre con las manos puestas como escudo.

— Te dije que no te involucraras —Le apunta. 


— Papá él no tiene culpa. No cometas una estupidez. 


— ¿Sabes qué? Me iré a la mierda. Yo soy el único culpable. 


En cuestión de segundos su cuerpo cae y la sangre se pinta en la pared, remarcando detalles únicos cual cuadro de Salvador Dalí, lleno de surrealismo, lleno de confusión. Muy difícil de creer, muy difícil de "digerir"
En ese momento mi mundo se convirtió en una foto, una parada en el tiempo, los relojes dejaron de marcar los segundos.
Leo, como fiel sirviente de mi padre, lo tomó entre sus brazos que se pintaron de rojo al instante, yo solo podía observar, mis ojos lo captaban en cámara lenta. Me era imposible hacer nada, seguía amarrado a la silla, cuando mi alma volvió lo único que pude gritar fue:

—¡PAPÁ!

Leo al escucharme se apresuró a soltarme.
La vida de mi padre había acabado justo enfrente mío.









ClarissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora