Los dos se acomodaron en sus asientos.
Él en el pequeño banco del piano.
Y ella en una silla individual con su guitarra.
— Señor Stilinski.—llamó la maestra.
—¿Si?—respondió. La mayor lo miro dudosa.
— Sabes lo que haces, ¿verdad?—preguntó. Stiles la miró confundido.
— Aja, o sea si.—hablo torpemente.
— Bien...—concluyó aún con duda.
El chico tomo un respiro, posó sus manos sobre las teclas, pero sin tocarlas, y bajo la mirada de todos comenzó:
— He estado vagando alrededor.—comenzó a tocar las teclas.— Siempre mirando abajo y todo lo que veo.—las dudas e inseguridades de la maestra desaparecieron dando paso al asombro.— Las caras pintadas llenan los lugares que no puedo alcanzar.—los alumnos presentes miraban sorprendidos el canto y la dulce melodía del piano.— Tu sabes que podría usar a alguien.—y una vez más sorprendió a todos con su habilidad.— Tu sabes que podría usar a alguien.—él miro a la chica.
— Alguien como tú.—cantó la chica, mientras el castaño se enfocaba en las teclas.— Y todo lo que tu sabes y como hablas.—mientras cantaba, ella comenzaba el suave vaivén de las cuerdas.— Incontables amantes. Encubierto de la calle.—una sonrisa apareció en la cara del niño.— Tu sabes que podría usar a alguien.—el lugar estaba en completo silencio.— Tu sabes que podría usar a alguien.—el chico se preparo.
— Alguien como tú.—su voz resonó junto al piano.— Alguien como tú.—recordó a cierto hombre lobo amargado.— Fuera en la noche mientras que tu lo vives para arriba.—la maestra miraba maravillada. La voz de la chica lo seguía en lo bajo.— Me voy a dormir.—recordó sus brazos rodeandole.— Hacer guerras para sacudir al poeta y al latido.—recordó sus sonrisas. Aquellas que muy pocas veces veía y ahora siempre estaban ahí.
— Espero que te haga notar.—cantó la chica.— Espero que te haga notar.—el suave sonido de las teclas del piano y el liso vaivén de la guitarra hacían una melodía hermosa.
—Alguien como yo.—cantó Stiles.— Alguien como yo.—los sentimientos fluyeron por todo el salón.— Alguien como yo. Alguien...—la sonrisa en los labios del castaño relucía.— Estoy listo ahora. Estoy listo ahora.—no solo eran simples palabras.— Estoy listo ahora.—no, claro que no lo son.— Estoy listo ahora.—todo lo que Stiles cante, jamás serán simples palabras.— Oh, estoy listo ahora. Estoy listo ahora.—su dulce voz lleno los corazones de todos.— Estoy listo ahora.—la voz de la chica lo seguía.— Estoy listo ahora...—abrió los ojos que hasta ahora no sabía que los había cerrado.— He estado vagando alrededor.—los alumnos se sorprendían al ver como tocaban con tanta delicadeza el piano sin siquiera ver las teclas.— Siempre mirando abajo y todo lo que veo.—la guitarra acompañaba su voz.— Las caras pintadas llenan los lugares que no puedo alcanzar.—cantó con delicadeza.
— Tu sabes que podría usar a alguien.—esta vez cantó la chica.
— Tu sabes que podría usar...—cantaron los dos.— alguien.—finalizaron.
Con una sonrisa se retiraron de los instrumentos.
— Dedo admitir, señor Stilinski, que me sorprendió su presentación.—admitió la mayor.— Sin embargo, eso no le quito la emoción y el hecho de que me encanto.—concluyó.
— Gracias.—agradeció aún con una sonrisa.
Con paso lento salio de la escuela, encontrándose con el motivo de sus canciones.
Con emoción corrió hacia él.
—¡Derek!—gritó con entusiasmo. Derek con una gran sonrisa lo tomo y lo abrazo, para después mirarse a los ojos y besarse.
— Te extrañe.—admitió.
Fin del capítulo.
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S.S.
De TodoLas cosas cambian, y así como las personas cambian, también en algún punto de la historia los papeles cambian, la pregunta es: ¿estarán listos para el cambio?