Ese día Stiles no quería ni salir de su cama.
Sus ganas de hablar sin parar desaparecieron.
Y si duda, ese día era el que más odiaba de todo el año.
(...)
Cubierto de mantas hasta la cabeza cerraba los ojos fuertemente tratando de dormir algo siquiera.
No sabía que hora era, aunque no debían ser más de las 3 de la mañana.
Tomo su celular y reviso la hora:
3:36 a.m
Martes, 26 de Mayo.
Con pesadez se levanto de la cama, sintió como todo su cuerpo dolía ante la tensión en el.
Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir lo frío que se encontraba el suelo.
Caminó silenciosamente hacia la ventana, la abrió y con cuidado de no caer subió al techo.
El frío se colo por sus huesos haciéndolo temblar.
Se planeaba ir ese mismo día, pero más tarde al panteón a visitarla, sin embargo el dolor y el pesar no cesaba, y le provocaba que siempre que cerraba los ojos viera la dolorosa imagen de su madre tumbada en un vieja camilla de hospital.
Con sus sentimientos a mil y sus ojos llorosos comenzó:
—¿Cómo pudiste irte tan inesperadamente?—suspiro con tristeza.— Esperamos. Esperamos...—la Luna brillo.— Por ti, pero nos dejaste.—el viento sopló.— Te necesitábamos...—se recostó en el frío cemento.— Te necesitaba.—sintió una lágrima bajar por el rabillo de su ojo.— No sé lo que es ser adicto a las pastillas.—rapeó.— Pero sé lo que es ser testigo de la muerte.—el viento sopló con furia.— Mamá me dijo que me amaba, creo que esto no es real.—la Luna perdió un poco de su brillo.— Pienso en ti cuando huelo ese olor a cigarrillo.—abrió sus ojos y estiró su mano hacia el cielo.— Bienvenidos al fondo del infierno.—observó con atención las brillantes estrellas en la manta oscura que se extendía por todo del cielo.— Dicen que el dolor es una prisión.—hoy las estrellas brillaban como nunca.— Déjame salir de mi celda.—su canto era violento.— Dices que estás orgullosa de mí, pero no me conoces tan bien.—otra lágrima bajó.— Me siento en mi cuarto, las lágrimas corren por mi cara y grito en mi almohada.—el dolor crecía en su pecho.— Dices que vienes a buscarnos y llamas un minuto después para decirnos que no.—con pesadez de sentó.— Me siento humillado.—gotas empiezan a caer les cielo.— Estoy en una habitación con un padre que apenas conozco.—el chico recordó como horas antes se encerró en su cuarto asustado de lo que su padre le podría llegar hacer.— Y una señora en la esquina nos observa mientras toma nota.—pues el mayor ese día había llegado temprano a casa, sin embargo nada salió como Stiles lo esperaba.— No lo entiendo, mamá—su padre se puso a beber sin parar.—, ¿no quieres ver crecer a tus bebés?—en un punto de su beber, le gritó furioso palabras más que hirientes.— Supongo que las pastillas son más importantes, lo único que tienes que decir es "No".—y el niño aterrorizado corrió a su cuarto y se encerró con seguro. Lloro hasta que se canso.— Pero no lo harás, ¿verdad?—bueno, ahora el cielo llora con él.— Seguirás drogándote, hasta que esas pastillas te maten.—la lluvia se hizo más fuerte a cada minuto.— ¡Sé que te has ido pero aún puedo sentirte!—se paró furioso consigo mismo, las lágrimas caían por sus mejillas.— ¿Por qué nos dejarías?—le pregunto a nadie.— ¿Por qué nos dejarías?—la lluvia caía a cantaros mojando la ropa del chico.— ¿Cómo pudiste dejarnos aquí?—las lágrimas se camuflaban con el agua.— ¿Cómo pudiste dejarnos?—cantó con dolor.— ¿Por qué nos dejarías?—el dolor lo consumía lentamente.— Tengo esa foto e mi habitación y me mata.—la lluvia se hizo más espesa y la niebla la acompaño.— Pero no necesito una foto de mi madre, necesito algo real.—apenas y era posible ver.— Ahora una relación es algo que nunca tendremos, pero ¿por qué siento que perdí algo que nunca tuve?—el frío llenaba el lugar.— Deberías haber estado allí cuando me gradué.—los recuerdos llenaron su mente.— Me dijiste que me amabas y felicidades.—se permitió llorar.— En vez de eso nos dejaste en la ventana esperando.—se permitió romperse.— ¿Dónde estás, mamá?—le gritó al cielo y el viento se llevo su pregunta.— Somos demasiado jóvenes para entender dónde estás, ¡¿eh?!—gritó enojado.— Sé que las drogas te tienen prisionera.—estiró su mano.— Puedo verlo en tus ojos, tienen tu mente capturada.—sintió las frías gotas resbalar por su brazo.— Algunos dicen que es divertido drogarse—sintió algo dentro de él romperse.—, pero no me estoy riendo.—cantó con sufrimiento.— Y de lo que no te das cuentas y lo que no entiendes es que no era más que un niño.—el dolor lo esta presionando.— ¡No podía entenderlo!—el dolor lo sofocaba.— No voy a decir que te perdono porque no lo he hecho.—apretó con fuerza sus manos.— Pensé que tal vez me sentiría mejor con el paso del tiempo.—apretó con más fuerza.— Si realmente te importo, ¡¿Dónde estás?!—y el liquido carmesí resbalo por sus brazos hasta desaparecer.— ¿Por qué nos dejarías?—sus ojos brillaban de dolor.— ¿Por qué nos dejarías?—su corazón latía frenéticamente.— ¿Cómo pudiste dejarnos aquí?—un sollozo salió de sus labios.— ¿Cómo pudiste dejarnos?—más sangre broto.— ¿Por qué nos dejarías?—la lluvia ya había empapado toda su ropa.— En nuestra última conversación, tu y yo nos sentamos en el salón.—su mano se abrió dolida.— Hablamos de mi música y te traje algo para que lo escuches.—la lluvia limpiaba la sangre que caía.— Empezaste a llorar, diciéndome: "Este no eres tú".—el viento soplo.— Un par de semanas después, supongo que estabas cantando una música diferente.—la niebla comenzaba a desaparecer.—Tomaste las pastillas por última ves, ¿no?—preguntó dolido.— Te separaron de nosotros una vez. Supongo que volvieron para acabar contigo.—alguien se comenzó a divisar entre las sombras.— Llorar a mares en el estudio es difícil.—Stiles no tuvo miedo porque sabía quien era.— La música es el único lugar al que puedo ir para hablar contigo.—la persona se acerco más.— Me costó todo dentro de mí no gritar en tu funeral.—«Tenía que se fuerte por mi padre.» pensó.— Sentado en mi silla, esa persona que hablaba era lamentable.—un hombre moreno apareció.— Ojalá estuvieras aquí, mamá, pero cada vez que te imagino lo único que siento es dolor.—el hombre lobo lo observó.— Odio la forma en la que te recuerdo.—se acerco rápidamente al oler el característico metal de la sangre.— Te encontraron en el suelo, me di cuenta que te sentías deprimida.—cantó suave.— Diste todo lo que tenías, incluso tu vida a los frascos de pastillas.—el lobo entrelazo sus manos y absorbió su dolor.— Diste todo lo que tenías, incluso tu vida a los frascos de pastillas.—sus miradas se entrelazaron.— No sé si me oyes o no, pero sigues mirando, ¡¿Por qué?!—gritó con dolor.— ¿Por qué nos dejarías?—susurró.— ¿Por qué nos dejarías?—Derek acaricio su mejilla.— ¿Cómo pudiste dejarnos aquí?—el niño soltó un sollozo.— ¿Cómo pudiste dejarnos?—el hablar le costaba.— ¿Por qué nos dejarías?—las lágrimas seguían cayendo igual que la lluvia que ahora también empapaba al mayor.— A veces pienso en como...—los sollozos salían fuertes.— A veces pienso en cosas como...—Derek al ver su sufrimiento lo estrecho contra su cuerpo en un cálido abrazo.— Ya sabes, cuando tenga hijos, es como...—las palabras salían dolidas.— No estará ahí, ¿sabes?—sollozo más fuerte.— No estará ahí para nada de eso.—lloro más.— Y nunca te volveré a ver...—susurró con dolor.— A veces desearía haberle llamado.—abrazó con más fuerza al lobo.— Desearía haber cogido el teléfono...—el dolor estaba presente en sus palabras.— Ojalá estuviera aquí.—sollozo.— Quiero decir, deberías haber estado ahí para nosotros.—dijo.— ¡Deberías haber estado ahí!—gritó.— ...—se quedó en silencio.— Ojalá estuvieras aquí...—susurró.
El silencio reino.
Derek besaba su frente y su cabello mojado.
El dolor él también lo podía sentir.
Fin del capítulo.
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S.S.
RandomLas cosas cambian, y así como las personas cambian, también en algún punto de la historia los papeles cambian, la pregunta es: ¿estarán listos para el cambio?