El chico miró hacia abajo.
La altura en la que se encontraba le causaba vértigo cada vez que miraba hacia abajo.
Sin embargo, eso no evitaba el querer cumplir con su deseo.
—¡No lo hagas, por favor!—gritó desesperada la chica. Él miró hacia atrás, observó como la joven trataba de quitar la mesa que impedía el paso.
El sonido de las sirenas llamó su atención.
Miró de nuevo al frente. Las luces rojas y azules brillaban.
Su salvación esta lejos.
Y su muerte solo a la vuelta de la esquina.
Tan cerca...
Solo tenía que estirar su pie.
Él acariciaba la muerte con la yema de sus dedos. Sin atreverse aún a abrazarla.
Observó el cielo, la Luna, las estrellas.
El frío viento se colaba por sus huesos.
Cerró los ojos con fuerza.
Extendió sus brazos a los costados, esperando su abrazo.
La muerte le sonrío complacida estirándose para jalarlo hacia sus brazos.
Sin embargo una voz a lo lejos se lo impidió.
— ¡E-Espera!—tembló.— Por favor... no lo hagas Sebastian.—suplicó.
La muerte sonrío cínica sabiendo que el chico no haría lo que ella dice.
— Déjame internarlo yo.—dijo suavemente un castaño.
— ¡Espera, Stiles!—gritó uno de los chicos ahí presentes.— ¿Qué piensas decirle? Esta apunto de saltar de este maldito edificio.—le reprocho. Stiles lo miró a los ojos.
— No le pienso decir nada.—dijo.— Al menos no hablando.—la manda guardo silencio, pues sabían que el canto del chico es mágico y es capaz de todo.
Con un poco de magia recorrió la mesa para poder entrar.
— Hey...—susurró.
La muerte se irritada quiso jalar a la fuerza al chico.
— ¡Espera!—gritó el castaño al ver que el chico llamado Sebastian miraba de nuevo al frente.— Espera...—susurró llamando de nuevo la atención del joven. Suspiró ruidosamente cerrando los ojos.— Alguna vez te has sentido perdido. Como si no importara para nada.—su voz tembló un poco.— Como si hubieras nacido solo para tener miedo.—Sebastian lo miró.— Todo este miedo en el fondo.—Stiles lo miró.— Se quema en la superficie.—lentamente se fue acercando.— Dejándote con falta de aire.—las lágrimas comenzaron a bajar por el moreno rostro del chico.— Ahora estás caminando solo. Es todo lo que has conocido.—la mirada triste y el verdadero sentimiento en el cantar del castaño le hizo saber que él había pasado por lo mismo.— Tan cansado de ser el traicionado.—las estrellas en el cielo brillaron.— Si solo tuvieras una oportunidad más. Si solo abres los ojos.—el ángel se acerco con delicadeza.— Encontrarás el propósito de tu dolor.—cantó más seguro.— Oh lo sé.—el azabache lo miró sorprendido.— Hay un propósito en tu dolor.—el castaño paró al ver que Sebastian seguía en el borde.— ¿Te sientes ya muerto?—su voz resonó.— Como si no tuvieras motivos.—estiró su mano.— Para quedarte en el borde y finalmente mirar hacia abajo.—con un poco de magia rodeó al azabache sin que se diera cuenta.— Como una vela en la noche.—la manada miraba.— Luchando solo para mantenerte con vida.—las lágrimas salían sin filtro por sus ojos.— Sé que todavía no puedes ver, pero aférrate a mí.—la chica rezaba por su salvación.— Serás encontrado.—y la muerte miraba frustrada.— Ahora el pulso de tu corazón es demasiado fuerte.—Stiles trataba de absorber el mayor dolor posible y dejar solo la esperanza.— Y hace que el camino hacia el mundo te sostenga.—sin embargo no era fácil.— El mundo está celebrando—pues su corazón estaba rodeado de sufrimiento.—, mientras tu estás tan sofocado. Sin nada de simpatía para ser encontrado.—avanzo un paso.— Ahora con la cara hacia abajo en la tierra piensas que es lo que mereces.—los sollozos se hicieron más fuertes.— Pero incluso cuando esta vida es fría.—el viento soplo suavemente.— Tienes que ser fuerte. De alguna manera levantarte del polvo.—con leves movimientos de cabeza negó.— Tu historia necesita ser contada.—avanzó otro paso.— ¿Te sientes ya muerto?—cantó.— Como si no tuvieras motivos.—las aves pararon su vuelo.— Quedarte en el borde y finalmente mirar hacia abajo.—patrullas de policía y una ambulancia esperaban abajo.— Como una vela en la noche luchando solo por mantenerte con vida.—el olor a sangre llegó a la nariz de los sobrenaturales.— Sé que todavía no puedes ver, pero aférrate a mí.—otro paso.— Serás encontrado. Serás salvado.—cada vez estaba más cerca.— Solo escúchame ahora.—pidió.— Sentí lo miso.—confesó. La manada bajo la mirada.— Estarás roto, pero nunca en pedazos.—con su magia acarició su corazón y le brindo un poco de su paz.— Sigue aguantando.—el viento volvió a soplar.— Siempre hay una razón.—otro paso.— ¿Te sientes ya muerto? Como si no tuvieras motivos.—estiró más su mano y acarició su brazo.— Para quedarte en el borde y finalmente mirar hacia abajo.—abrazó a Sebastian y con un gesto dejo que la chica entrara.— Como una vela en la noche, luchando solo por mantenerte con vida.—le cantó mientras él lloraba.— Sé que todavía no puedes ver, pero aférrate a mí.—la joven suspiro aliviada al ver que su amor no perdería la vida.— Serás encontrado.—con delicadeza acarició su azabache cabello tratando de bajarlo, sin embargo algo muy rápido los empujo hacia la muerte.
La manada corrió hacia el borde gritando:
—¡Stiles!—pero fue demasiado tarde.
El castaño abrazo más fuerte al chico y lo volteó para que, si llegaran a golpear el suelo, el golpe lo recibiría él.
Al estar a muy poca distancia del suelo la policía se apresuro y tomó uno de los brincolines salvavidas.
Stiles y Sebastian cayeron en el.
— Dios, Stiles.—susurró su padre aterrorizado corriendo a abrasarlo.
Los médicos se llevaron a Sebastian a la ambulancia para revisarlo detectando graves heridas de cortes en sus muñecas.
Fin del capítulo.
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S.S.
RandomLas cosas cambian, y así como las personas cambian, también en algún punto de la historia los papeles cambian, la pregunta es: ¿estarán listos para el cambio?