LA MARCA DE UN AMIGO I

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Danny de quince años se veía al espejo, su impecable aspecto le agrado.

Su camisa blanca, sin arrugas, su corbata alineada y bien anudada, su pantalón planchado, su cabello, su odioso cabello ondulado, estaba desordenado.

— ¡Maldición! —gruñó apretando los dientes — ¡Mamá!— gritó, Clara subió corriendo las escaleras.

— ¿Qué pasa Daniel? — azorada la mujer se abanicó.

— Mi cabello es horrible— la omega rió.

— ¡Oh Daniel! pensé que te había ocurrido algo serio — Danny la miró mal.

— Esto es serio— dijo halándose los cabellos.

— Ponte goma y ya, apresúrate o llegarás tarde— la mujer mayor besó la frente de su hijo y lo despeinó aún más.

***

Danny era oficialmente un estudiante de preparatoria, había valido la pena toda la espera.

Ser un omega, no era fácil, bien era cierto que tenían más derechos, pero eso no significaba que los respetaran un cien por ciento, algunos alfas tenían la retrograda idea que ellos solo servían para atenderlos y parir a sus hijos.

El rubio tomó su mochila y la aventó dentro del carro de su hermano mayor, Matt estaba por terminar la carrera, su hermano alfa era pasante de abogacía.

— ¿Tienes todo en orden? —preguntó el alfa.

—Sí, ¡ya vámonos! —Danny era un poco rencoroso, Matt media metro ochenta y cinco, él era una pulga de metro setenta, un poco más alto del omega promedio.

— ¿Tomaste la medicina?— Matt sonrió ante el sonrojo de su hermano.

— Sí— Danny empezó a jugar con sus dedos —también me puse el perfume.

— Bien —el rubio mayor terminó de despeinar a su hermanito— cualquier cosa, llámame.

A penas dos días atrás, el celo le había llegado tardíamente al omega, naturalmente un chico o chica se declaraba omega a los doce años, Daniel, como siempre, era la excepción a la regla, el pequeño chico era un omega fuera de regla, y eso le gustaba a él y a su familia.

— Gracias por traerme, nos vemos —se despidió de su hermano.

— Nos vemos enano— sonrió al ver la irritación de su hermanito.

— Lárgate Matt — el mayor rió.

La campana sonó y el rubio fue a su primera clase.

Hacia dos meses que no veía a Kono, las vacaciones de verano al fin habían culminado.

— ¡Aloha! Danny — la morena sonrió a su amigo

— ¡Aloha! Kono— ambos se sentaron juntos.

Las clases iniciaron y como reloj de arena el tiempo paso demasiado lento.

El almuerzo fue bienvenido por todos los alumnos.

— ¿Qué hiciste en vacaciones?— Kono tomó un poco de jugo.

— Nada, en casa, ya sabes, esto y aquello, nada emocionante, ¿Y tú?

— Fui a la isla Mako con mis tíos, Chin está ya en la universidad —Danny recordaba muy poco al alfa —te traje esto— dijo sacando unas aparentes frutas tropicales— son como las fresas, pero su sabor es mil veces mejor.

Era verdad la fruta era sabrosa, se deshacía en la boca, y su néctar no tenía descripción.

Las clases terminaron y el omega y la beta fueron al restaurante de Kamekona por unos helados, cuando un alboroto en la playa los desvió de su objetivo.

Un aroma a dulce llegó a las fosas nasales de la beta.

— ¿Hueles eso?— Kono corrió.

— Huele al celo de un omega —ambos emprendieron la carrera, sí Danny era un activista en apoyo a los omegas que eran abusados por sus alfas aun teniendo derechos, cuanto más Kono, que había visto morir a una buena amiga a manos de alfas descontrolados.

El omega estaba tirado sobre la tierra y encima de él, tres alfas, más grandes y más fuertes, el llanto de un bebé llamó la atención de los adolescentes.

— ¡Malditos hijos de puta! —Danny se lanzó sobre el alfa que estaba sentado en el estómago del omega .

Kono tomó al bebé y lo dejó en una zona segura y donde podía verlo, y se lanzó sobre la espalda de otro alfa.

Beta y omega se prepararon, a puños cerrados le pegaron a dos de los alfas, el tercer alfa sacó sus garras y rasguñó a Kono, esta chilló pero no soltó su férreo agarre, Danny le pegó en las pelotas al alfa y sacó de su pantalón una jeringa, un poco mareado por el olor a testosterona, logró inyectar al omega, que rápidamente tomó a su cachorro y se fue a pedir ayuda.

Chin y su amigo Steve estaban como salvavidas en la playa cuando vieron correr hacia ellos, a un joven omega con su cría.

— ¡Ayuda! — gritó — ¡alguien ayúdeme! —ambos alfas corrieron hasta dar alcance al omega — unos adolescente están en problemas, tres alfas, un omega y una beta.

Sin pensarlo dos veces los alfas se fueron al rescate.

Kono aplicó una llave en uno de los alfas, la ira se apoderaba de ella, nadie subestimaba a Kono Kalakaua y salía ileso, Danny tomó su teaser y lo descargó en el alfa, dejándolo noqueado, el último alfa tomó a Kono de los cabellos e intentó lanzarla pero el rugido feroz de otro alfa lo detuvo.

Danny vio como un alfa nativo de la isla, tacleó al otro hombre, pero antes de ser arrojado a la arena, enterró sus garras en el hombro de Danny, el chillido del omega, despertó al lobo dentro de Steve.

El moreno de ojos verdes, tiró de Chin y su puño fue directo a la patética cara desfigurada del alfa.

Golpe tras golpe, Steve dejó salir su furia, no sabía por qué estaba tan descontrolado, únicamente sabía que nadie lastimaría al omega.

El omega trajó consigo a los policías, y a duras penas separaron a Steve del mal trecho alfa.

— ¿Estás bien? — preguntó al omega rubio, Danny asintió.

— Sí, eso creo — todos se quedaron en shock cuando McGarrett rompió la camisa del omega para sellar la herida con su lengua, la saliva de los alfas tenían propiedades curativas más eficaces — ¿Qué diablos estás haciendo? —el oji azul miró mal al alfa.

— Te marco con mi saliva.

— Eres raro

***

Matt fue a recoger a Danny y a su amiga a la playa, Danny tenía la playera de Steve puesta.

El rubio mayor, azotó la puerta.

— ¡Mamá! — gritó.

— Cielos Matt ¡no estoy sorda!— Clara hurgó su oído.

— Ese chico McGarrett, marcó a Danny con su saliva.

— Oh cielos, esto es serio— la mujer pensó que jamás escucharía de nuevo el nombre de Steve McGarrett.


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