Vecinos escandalosos.

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A la mañana siguiente no les despertó un tono amarillento debido al sol, sino todo lo contrario. Un día gris que anunciaba la pronta llegada de los días helados dejaba pasar una luz grisácea a la casa. La calefacción se había apagado, quizá el viento había volteado un par de cables.

Ye-Jin se enredó con una cobija y aún con ese vestido se dirigió a la cocina a colocar el agua para preparar sus bebidas.

Sehun bostezó ruidoso y la miraba moverse al piso de arriba para seguramente cambiarse.

Mientras las cosas se calentaban, ella volvió a la sala donde se encontraba el joven enredado en una cobija morada.

El chico la dejó caer tras su espalda y extendió sus brazos para abrazarla por su cintura recargando su cabeza en ella.

Ye-Jin retiró sus gafas y las dejó a un lado, ambos nerviosos se preguntaban si sería correcto darse un beso.

Sus pequeñas manos lo enmarcaron ahora, y él se sonrió poniéndose de pie rebasando ahora su estatura.

-Kiowo. –Susurró.

Sehun la besó con ternura y cuando el beso comenzó a subir de ritmo, la tetera sonó. Ye-Jin se alejó de sus labios y se dirigió a la cocina.

-Tu té de burb...

-Déjemoslo para más tarde. –Susurró besando tras su cuello.

Sus piernas se debilitaron cual ciervo recién nacido.

Su nariz fría se posó sobre su piel y eso la erizó.

Las manos de Sehun buscaron palpar su vestido y Ye-Jin se volteó de inmediato.

-Lo siento. –Dijo deteniéndose.

Ella volvió a voltearse y Sehun comenzó a deslizar el cierre mientras ella acomodaba un par de cosas. Cuando el cierre llegó hasta el final, las emociones se encendieron.

La chica quedó frente a él sin vestido y ella comenzó a desabotonar su camisa blanca, nerviosa batallaba para manipular aquellos molestos botones, a lo que Sehun respondía con ternura y sonrisas.

Sehun detuvo sus manos y comenzó a desabotonarla por ella mientras se observaban fijamente, entonces tomó sus manos y las dirigió a su cuerpo invitándola a entregarle caricias.

Ye-Jin comenzó a curiosear aquel cuerpo que no imaginaba que su terriblemente adorable vecino podía poseer.

La chica se detuvo y deslizó su mano por el brazo hasta tomar su mano, entonces lo llevó al segundo piso, él la seguía en esos pasos torpes y lentos por el pasillo alfombrado hasta llegar a ese cuarto. Ye-Jin cerró las cortinas y la luz disminuyó, pasando de una gris a una más sombría.

Las siluetas se apreciaban con cierta sensualidad, donde Sehun se encontraba recostado y ella tomando una posición sobre él aún con su ropa interior y él sólo sin camisa.

Sus frentes se juntaron y después de cerrar los ojos, se entregaron otro beso pocamente ruidoso. Un suspiro se escapó; el sonido de las cobijas moviéndose era agradable.

Sehun la colocó contra la cama y comenzó a besar su cuerpo con dulzura, regresando a su rostro, acomodó su cabello y aunque ambos se encontraban con intenciones de entregarse mutuamente.

Sehun decidió abrazarla y ronronearle palabras dulces,

-No quiero que pienses que eres sólo un cuerpo bonito.

Ye-Jin se sonrió. Pensaba cualquier cosa menos eso pero entendía y esto le enternecía demasiado.

Sehun recargó su rostro en el pecho de ella mientras Ye-Jin jugaba con su cabello.

-Volvamos a la cocina, te haré el té que tanto te gusta. –Insistió ella.

-Quedémonos así un rato más.

-Tal vez si nos quedamos así, provoques que me ponga mal.

-¿De qué hablas? –Preguntó gracioso volviendo su rostro al de ella.

Ye-Jin tomó valor y se echó encima de él.

-¿Estás bien? –Miró sorprendido.

La chica comenzó a besarlo más segura.

-Tranquila, tenemos tiempo. –Rió entre besos.

Pero después de tocar algún punto clave, Sehun quiso tomar las riendas. 

El timbre sonó y Sehun miró hacia un lado.

-No importa. –Ye-Jin le miró fijo.

Pero el timbre seguía molesto sonando una y otra vez hasta que tuvieron que atender.

Ambos se asomaron a la puerta y escucharon.

Los vecinos se quejaban del gato de Ye-Jin y el can de Sehun que se peleaban escandalosos. Y como si se trataran de hijos ambos salieron a separarlos.

Segundos más tardes prefirieron realizar las tareas del día.

Los vecinos comenzaron a pasar tanto tiempo juntos que quedarse a pasar el día en una casa u otra era cuestión de calendario. Habían creado la perfecta relación amistosa-coqueta.

Y tras los meses que habían pasado juntos, terminó en una relación más seria.

Oh, vecino | SehunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora