"Se dice que cuando nacemos tenemos un destino marcado y también un amor perdido en alguna parte del mundo.
Un amor con el cual estaremos destinados"
Giotto había nacido como alfa y tenía todas las cualidades para serlo, pero a cierta edad se dio cu...
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Giotto cruzó sus manos atrás de su espalda y sonrió. Se sentía muy feliz, tan feliz que inclusive podría quitarse la ropa, correr desnudo por la calle principal y colgarse en el cuello un cartel que dijera: "Anastasio es mi pareja destinada" y luego se pondría a bailar arriba de una fuente hasta que llegara la policía y lo arrestaran.
El rubio rió bajito mientras imaginaba todo aquello y suspiró.
Alaude, a su lado, rodó los ojos al percatarse que el contrario estaba perdido en su mundo de estupidez y dulce.
Después de un rato las puertas del elevador se abrieron y ambos salieron para dirigirse al automóvil.
—¿Kokoro ha pensado en ponerle música a su elevador? —Giotto preguntó de repente—. Es decir, todos los elevadores en los que me he subido tienen música, inclusive en una ocasión tenían rock y la ancianita que iba a mi lado se puso a bailar y me dio su número.
—¿Qué sitios frecuentas? —Alaude arrugó la nariz—. Mejor no contestes. Y mi hermano sabe que hacer con sus bienes y si no le quiere poner música es su problema.
—Pues Kokoro es un amargado, ¿conoces al Grinch?, pues tu hermano es así, pero menos verde y con cara de si hablas de navidad frente a mi te lanzó mi varita mágica —Giotto hizo un puchero
—Este tonto —el rubio platinado resopló y abrió la puerta del acompañante—. ¿Qué tiene que ver navidad con mi hermano?
—No lo sé, ¿tiene barba, es gordo y viste de rojo? —el alfa alzó una ceja y Alaude se metió al auto—. Solo bromeo, Alicio.
El menor no dijo nada y simplemente se puso el cinturón de seguridad.
—Anastasio, habla conmigo me siento solo —Giotto encendió el motor y movió el volante—. Me siento solo si no tenemos una conversación durante el trayecto a nuestro pantano, caramel baby.
—No es como si me gustara charlar con herbívoros estúpidos que perdieron una tuerca —el rubio platicado se recargó en la ventanilla—. Y, además, todo lo que dices carece de sentido.