10. Miradas cruzadas

808 64 25
                                    


-Lo lamento tanto princesa Evangeline.- dijo la elfa rubia.

Al escuchar su nombre abrió en par sus ojos mirando con detenimiento a aquella desconocida.

-¿Te conozco?

Evangeline vió detenidamente a la elfa que estaba al frente suyo. Tenía unos hermosos ojos color esmeralda, sus facciones eran señal de amabilidad y ternura que abundaban su alma. Con sus cabellos dorados que caían en leves ondas podría enamorar a cualquier elfo o humano.

-No princesa, pero vivía en Rivendel hace un tiempo.- respondió con una sonrisa.

-Dime Evangeline.- le dijo tomando confianza.

-Me alegro que haya vuelto, Lord Elrond estaba devastado pensando lo peor.- dijo con un tono empático.

-Gracias... Disculpa ¿Como te llamas?

-Aranelisse.

-Que bonito nombre.

-Disculpa pero nunca te vi en Rivendel.- dijo intentando recordarla.

-Muy pocas veces salía, estaba especializandome en el arte de la sanación con mi tutora, Miriel. Ella fue quién me enseñó todo lo que sé.- dijo recordando sus momentos con su ya considerada madre.

-Conozco a Miriel, es muy buena en ese ámbito.- recordaba perfectamente a la elfa que ayudó a su padre a intentar sanar a su madre. Siempre estuvo agradecida con ella.

-Pero extrañaba mi antiguo hogar, regresé a Mirkwood para encontrarme con viejos amigos.- dijo con una leve sonrisa que delataba sus sentimientos.

-Fue un gusto conocerte Aranelisse, me gustaría seguir hablando contigo pero estoy muy cansada. Espero volver a verte.- Se despidió la hija menor de Elrond con amabilidad.

-Hasta luego Evangeline.- la rubia continuó su camino interrumpido por aquel inusual encuentro.

La castaña siguió caminando con menos temor hacia su habitación. De todas formas tenía la incertidumbre de aquella sombra que la seguía. Y la seguirá hasta la oscuridad.

***

Había extrañado las mañanas en Mirkwood, despertar en medio de la nada la había acostumbrado a no tener expectativas de la comodidad. Pero ahora era diferente, se encontraba viendo detenidamente los leves rayos del sol que cruzaban ligeramente sus cortinas. Lamentablemente su tranquilidad no duró para siempre. Notó como una figura casi humana se paraba detrás de su cortina, su presión arterial bajó considerablemente. Estaba helada y en el fondo de sus recuerdos recordaba aquella singular silueta. No la pudo haber seguido todo éste tiempo. Sentía claramente como la llamaba por su nombre pero intentaba reusarse. Gracias a Eru que en ese preciso momento tocaron la puerta esperando la respuesta de la elfa.

Por un momento alejó la vista del balcón para observar la puerta. Pero sólo bastó un segundo para que aquella sombra desapareciera. Volvieron a tocar la puerta pero con cierto semblante de preocupación.

-Adelante.

La misma elfa de cabellos anaranjados que la advirtió sobre el collar apareció frente a ella.- Señorita Evangeline la están esperando en la mesa para desayunar.- informó tímidamente.

-¿Todos ya están en la mesa?- se notaba su alterada reacción.

-Todos excepto la princesa Emma y el príncipe Legolas.

-Está bien, me cambiaré lo más rápido posible, muchas gracias.- se había levantado de sobremanera de la cama. Había dormido demasiado. Ya se encontraba sola para cuando empezó a quitarse el camisón que traía puesto. Quería colocarse el mismo vestido del día anterior pero ya no estaba, en su lugar se encontraba un vestido de color perla pero igual de hermoso que el anterior. Intentó hacerse una trenza básica ya que no contaba con el suficiente tiempo ni con mucha ayuda y terminó colocándose una esencia de lo que parecía vainilla.

Ojos de Cristal (Legolas) [SOF #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora