15. Incómodas Situaciones

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Le temblaban las piernas cuando dio los primeros pasos. Sus manos delatan sus claros nervios, no había visto a su padre desde que salió de Mirkwood en su misión pero en esos momentos lo pudo divisar de espaldas frente a Thranduil.

-Ada.- soltó derrepente.

Una parte del corazón de Elrond todavía albergaba la pequeña posibilidad de volver a ver a su menor hija, y fue que en ese preciso momento en el que escuchó su voz todo su cuerpo dejó de reaccionar. No sabía si creerlo pero aunque fuera una ilusión o alguna mala jugada de su mente se dignó a girar para aclarar sus dudas. Al verla ahí a algunos pasos de distancia supo que para nada era una ilusión.

-Hija mía.- dijo casi sin aliento. Inmediatamente Evangeline corrió a los brazos de su padre, ambos bañados en lágrimas sonreían con alegría, una alegría que volvió a surgir con su reencuentro.

-Te extrañe tanto.- le dijo a su padre con sentimientos encontrados.

-¿Cómo pasó?- dijo tomándola de las manos mirándola directamente a los ojos.

-Es una larga historia, Ada.- dijo tristemente.

-Lo importante es que estás de vuelta.- dijo nuevamente abrazándola.

-Evangeline llegó hace un poco más de una semana.- empezó a decir Thranduil.- Al enterarme no dude en informarte pero pensé que sería más especial si tú la veías por tu propia cuenta.

-Gracias Thranduil.- le dijo Elrond.

-Espero que con la llegada de Evangeline consideres la idea de quedarte.

-¿Te pensabas ir?- preguntó claramente confundida.- ¿A dónde?

-A las Tierras Imperecederas, con tus hermanos.- le respondió.

-Yo no me quiero ir, aún no Ada.- le dijo con tristeza.

-Y no lo haremos, al menos en un tiempo.- le dijo calmándola.

-Entonces es momento de celebrar su llegada, sobre todo la de Evangeline.- dijo Thranduil captando la atención de los presentes.- Haremos un baile de bienvenida en tu honor, Evangeline.

-Muchas gracias Thranduil.- dijo dándole una leve reverencia.

-Tus hermanos no creerán que has regresado.- le dijo su padre con una sonrisa.- Será mejor que los vayas a ver, están en el establo.

Evangeline con una sonrisa de oreja a oreja salió corriendo olvidando los modales ya que en ese momento quería volver a ver a sus hermanos gemelos. Extrañaba todo de ellos, pero sobre todo las risas interminables que la dejaban sin aliento. Sin tener conocimiento del tiempo transcurrido ya había llegado a la entrada principal del establo de Mirkwood. A penas dio sus primeros pasos dentro del lugar logró divisar al par de castaños alimentando a sus propios caballos. Controlando sus ganas inmensas de lanzarse a abrazarlos intentó caminar hacia ellos en un completo silencio, cuando estuvo detrás de ellos se estiró para agarrar una de las orejas de cada elfo. De un solo movimiento tiró de ellas dejando inmunes al par de hermanos.

-¿Extrañaron a su hermanita?- dijo con una risa por la expresión de sus hermanos.

-¿Evangeline?- dijeron al unísono. La nombrada extendió sus brazos con unas nuevas lágrimas extendiéndose por sus mejillas.

-No puede ser, eres tú.- dijo Elladan tomándola en aire haciéndola reír a la castaña. Pero cuando la dejó en el suelo recibió el abrazo lleno de amor de Elrohir que con lágrimas le decía que no lo podía creer.

-No me pasó nada hermanitos.- dijo con una sonrisa la elfa.- Los extrañe tanto.- dijo abrazándolos.

-Pero... ¿Cómo regresaste?- cuestionó Elladan.

Ojos de Cristal (Legolas) [SOF #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora