2. Solsticio de Invierno

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Aquéllo era irreal. En su cabeza no cabía alguna explicación para lo que estaba presenciando.

Se volvió a sumergir intentando pensar que estaba alucinando pero cuando volvió a respirar se encontró con la misma situación.

Nadó hasta la orilla pero cuándo lo hizo se arrepintió de haber entrado a la laguna con ropa. El agua a chorros caía de sus vestiduras. Una oleada de viento la cubrió en un frío infernal.

Empezó a temblar con cada paso que daba bajo la luz de la luna tan singular que era diferente ésa noche. Se desplomó en las raíces sobresalientes de un árbol cercano.

-Estúpida -se dijo a sí misma por el error que acaba de cometer.

Pasó una de sus manos por su frente pero no sintió la herida que se había hecho. Tampoco había rastro de sangre por ningún lado.

Estaba curada, pero tenía miedo de saber de dónde había provenido. Estaba empapada de pies a cabeza y el frío se estaba aprovechando de ello.

Tenía que regresar lo más rápido posible, su única salvación sería Minas Tirith. Pero ni sabía exactamente en dónde se encontraba.

Se intentó proteger entre la corteza del viejo roble que velaba por ella. Se durmió acariciando su brazo libre de cortes que desaparecieron mágicamente. Su única fuente de respuestas sería su amigo; Gandalf.

***

-Dice que tenemos que volver apenas acabe el Solsticio -informó la rubia con una carta en las manos.

-Pero no podemos irnos aún -reprochó con furia.

-Es una orden de nuestro rey -dijo intentando no alterar a su hermano.

-No me iré -dijo viéndola a los ojos para demostrarle que dice la verdad-, tengo que esperarla.

-¿Quién te asegura que regresará? -preguntó con dolor.

-Mi corazón, Evangeline sigue con vida -respondió levantándose de la mesa.

-Legolas, mañana es el Solsticio -lo agarró del brazo-, partiremos al día siguiente como dice Thranduil. Espérala en Mirkwood.

Legolas se safó del agarre que le hizo su hermana para luego, sin decir alguna palabra, se giró dejándola sola en la mesa.

Definitivamente no quería aceptar la orden que les interpuso su padre pero no dejaría que Emma se vaya sola.

Estaba vagando por los diferentes pasillos para llegar a su habitación pero al final de uno se encontró con una sutil cabellera rojiza.

-Legolas -saludó la elfa con una sonrisa.

-Misedna -le devolvió el gesto.

-Lamento todo lo que estás pasando por Evangeline -dijo jugando con los dedos.

-No te preocupes, no es culpa tuya -fingió darle una sonrisa sabiendo que en el fondo le dolía la falta de la elfa castaña.

-Me iré a Rivendel cuándo terminé el Solsticio -bajó la cabeza ocultando la tristeza que la envolvía. Una lágrima se corrió de su ojo esmeralda cuándo lo volvió a ver-. Partiré a las Tierras Imperecederas.

Legolas se quedó callado, apesar de no amarla, Misedna se había ganado un espacio en su corazón. Y la noticia de saber que a ella también la estaba perdiendo tan sólo aumentó su dolor.

Ojos de Cristal (Legolas) [SOF #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora