1. Perdido sin ella

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-Según las águilas, no hay rastro de ella -dijo el Istari.

Hubo un profundo silencio por parte de los presentes, nadie quería aceptar lo que estaba sucediendo.

La reina de Gondor empezó a sollozar en el hombro de su amado esposo. No quería aceptar la perdida de su querida hermana.

En cambio; la hija de Thranduil permaneció inmóvil al escuchar aquel fatídico indicio. Había vuelto a perder a otra amiga.

-Eso quiere decir que...-el rey de Gondor empezó a decir lo que nadie se atrevía a escuchar.

-¡No! -el elfo rubio interrumpió a su amigo con coraje en las venas-. ¡No te atrevas a decirlo! -lo señaló con el dedo.

Todos quedaron atónitos por la amenaza que brindó el rubio. Y sin inmutarse a pedir perdón ppr su atrevimiento, salió de la sala para dirigirse a su habitación.

Todos quedaron desconcertados por la actitud de su amigo, pero nadie sentía el mismo sufrimiento por el que estaba pasando en ése momento.

-Mi Señor Aragorn -llamó a la puerta uno de los dirigentes. El nombrado hizo que pasará para escuchar con atención su mensaje.

-Ya empezaron las reparaciones como ordenó, señor -anunció-, los ciudadanos preguntan si se festejará el Solsticio de Invierno dentro de dos días.

Las miradas se posaron en el rey esperando su veredicto, aquélla festividad era una de las más importantes hasta la fecha para los hombres.

Luego de varios segundos de meditación, el rey habló. -Apresurense en reponer Minas Tirith para esa fecha, además podremos festejar la caída total del mal.

Intentando disimular su sonrisa, el dirigente hizo una reverencia acatando la decisión del mandatario y se retiró de la sala.

Nadie entendía aquélla severa decisión, la muerte de la hija de Elrond casi era una afirmación y prefieren festejar.

-El Solsticio será a su nombre -Aragorn intentó convencerlos sobre su orden-. Evangeline siempre estará en nuestros corazones, pero mi pueblo está alegre por la victoria. Se merecen esa festividad, no los obligaré a asistir pero no le quiten la felicidad a los demás.

Aquéllas palabras eran ciertas, Evangeline se había sacrificado por los demás y ellos estaban agradecidos.

Se oyeron suspiros entre sollozos silenciosos.

***

Se sumergió en la oscuridad de la habitación, él nunca aceptaría la cruda realidad.

Se negaba a perderla, la muerte no se la llevaría. En el fondo de su corazón sabía que ella seguía respirando.

Su único deseo era volver a verla reír con cada estupidez que él mismo dijera. Se iba aferrar al hecho de esperarla con vida.

Su vida no tendría sentido si es que se anuncia la perdida de la única elfa que puede manejar sus sentimientos a su gusto. Porque, eso provocaba Evangeline en él.

Dio un sonoro suspiro dejándose llevar por sus sentimientos, pronto una lágrima cayó por el rabillo de su ojo, seguido de otra y otra.

La última vez que había llorado, fue cuando él perdió a su madre, ahora, Legolas había perdido a alguien igual de importante.

Inmediatamente se limpió la última lágrima que rodó por su mejilla cuándo escuchó que llamaban a la puerta.

-Adelante -respondió al llamado con un hilo de voz.

Ojos de Cristal (Legolas) [SOF #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora