5 - Sueños rotos (parte 2)

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Adak Brar

Habíamos practicado lo suficiente como para que la gente le botara y le apoyara. Con su buen físico y su perfecta voz no había nadie que le ganara, esto iba a ser perfecto.

Ya nos quedaba poco para llegar a Sellpoint, esta noche iba a ser perfecta. Erika estaba tan nerviosa que no dejaba de ondular su pelo con los dedos índices y no paraba de mover los pies haciendo ruidos repetitivos.
Que emoción. Pensé, no dejaba de decirlo en mi cabeza en todo el trayecto. No hablamos ni un segundo porque tenía miedo de cagarla y que por mi culpa cogiera miedo. Así que respiré hondo y guardé las palabras para mi mente.

La veía ahí, perfecta, hablándome como si nada pasara entre nosotros, aunque eso era así, yo le miraba de una forma distinta a como lo hacía ella hacia mí. Conseguí tranquilizarla ya que le aterraba salir delante de tanto público sudoroso e impaciente por descubrir caras nuevas.
Tenía un plan para que Erika pudiese cantar y lo pensaba hacer. Le dije que esperara y salí ante el público que empezaron a aplaudir.

-Gente, tranquilícense, yo no voy hacer nada, solo os pido auténtico silencio, ya que mi amiga Erika Stock está nerviosa por tanto público-. Les entretenía mientras caminaba de un lado al otro del escenario. -Ella es auténtica, es... divertida, es... la mejor persona que he conocido en esta vida, pero nunca cantó antes delante de tantos, pero si calláis os gustará la recompensa, hacer un esfuerzo porque sé que no me vais a fallar-. Me despedí de ellos nada más callaron, el silencio invadía el lugar. Volví a donde se encontraba mi mejor amiga y le dije que se tranquilizara. Le coloqué la capucha de su chaqueta y le dije que cerrara los ojos.

-Lo que vas hacer...- Le cogí de la mano para que empezara a caminar junto a mí. -es cantar para mí.

-No creo que así me escuchen-. Me comunicó aún nerviosa ya que lo notaba porque cada vez me apretaba más de la mano.

-Mira, esto es lo que pasa-. Me coloqué delante de ella y posé mis manos en sus hombros. -Tengo un micrófono, estamos solos en una habitación, te escucharás a ti misma por los altavoces y la televisión, pero no sales ya que no estás en el escenario. ¿Ok?-. Miré al público y les hice señas de que callaran.

-Vale, estoy lista-. Encendí el micro y se lo di. Con su cabeza agachada cantó sin más, siendo ella misma. Disfrutando de la música mientras hacía pequeños movimientos con el cuerpo y eso me divertía. Era especial. Mi corazón se aceleraba a cada paso y movimiento que daba. Estaba seguro de que ella sabía que se encontraba en mitad del escenario, no es tonta, pero se siente segura conmigo a su lado y eso... Es perfecto.

Al terminar de cantar, el público enloqueció y aplaudieron tan fuerte que Erika se asustó. Besé su frente y le quité la capucha después de pedirle permiso con la mirada. Dio media vuelta y saludó al público antes de que nos marchásemos.
Poco después ya nos encontrábamos detrás del escenario, esperando a que los demás concursantes terminaran su espectáculo.
Me levanté del sofá rojo de cuatro plazas y dejé a Erika a su aire, ya que mantenía el móvil entre sus manos y no lo soltaba, esperando alguna noticia para saber qué canal televisivo vendría a grabar al ganador o ganadora. Cogí un par de cupcakes de chocolate blanco con virutas de arcoiris, uno para mí y otro para la mejor persona del planeta. Al llegar, me quedé paralizado a pocos metros de donde se encontraba.
Un John Dumas bien enfurecido se acercaba amenazante en dirección a su hija.
Empezó a gritarle de todo y eso me molestaba, pero lo peor fue que le pegó en el rostro y yo no pude hacer absolutamente nada para impedirlo. Ella intentaba alejarse, pero él la tenía agarrada del brazo tan fuerte que estaba seguro que le hacía daño. Me miró para que le intentara ayudar, pero no podía hacer nada. Así que apenado por la situación, vi como se alejaban mientras Dumas arrastraba a su hija.

Me quedé sentado en el sofá, esperando a que todo terminara, solo para ver si Erika había ganado, porque tenía la esperanza de que ocurriría. Y así fue, enviaron a todos los concursantes al escenario y como mi compañera de vida no estaba, subí por ella esperando un milagro.

-Ahora mismo estamos en directo con el canal Hollywood, que están impacientes por hablar con el ganador o ganadora de este super concurso flash, que en breves momentos será nombrado ante todo el mundo y se hará conocer por su nombre y bonita voz-. El presentador se encontraba delante de todos nosotros, hablando con el micrófono de oreja para que el público se enterara de quién gana. Fue algo impactante descubrir quién ganó. Sabía que ocurriría, pero ni estaba hecho para enfrentarme a eso... -La cantante que firmará un contrato con la discográfica más excelente de EE.UU es... La joven e inocente Erika Stock... Señores y señoras... Un fuerte aplauso para ella-. La gente aplaudía y silbaban esperando a que apareciera, en cambio, di unos pasos hacia delante y me pasaron un micrófono para que hablara.

-¿Qué hay?- Esta vez me sentía inseguro, cabía una posibilidad del 50% de que me arrojaran tomates. -Ha habido un problemón familiar y ha tenido que irse corriendo. Así que, seguramente no pueda venir en...- Me puse pensativo. -Unos diez meses. Sí, eso es lo más seguro-. Terminé diciendo. Gente me abucheó, solo porque querían que viniera. Acababan de conocerla y ya la querían ver, parecía algo... mágico

Salí a paso acelerado del lugar hasta llegar a mi coche, un paparazzi me intercedió queriendo preguntarme algo, así que paré y le hice caso. Porqué por unos segundos no iba a pasar nada ¿Verdad?

-Los trabajadores como yo solemos trabajar con lo que vemos y a veces necesitamos estudiar personas, más bien famosos y me acuerdo de tu cara. Entrabas junto Erika Stock en la casa del grande John Dumas. ¿Que relación tenéis?- Me preguntó sujetando su grabadora en mano. No era un paparazzi, era un reportero. Negué con la cabeza en respuesta y él levantó una ceja insistente.

-No puedo contar nada, solo te diré que lo conocemos bastante bien y desde hace mucho, todo lo demás es totalmente confidencial-. Terminé diciendo. -Y ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer-. Me despedí mientras habría la puerta del coche. Entré y antes de cerrar la puerta, me sacó una foto. Estaba cabreado y no sabía exactamente porque.

Habíamos ensayado mucho, pasando noches sin dormir, para luego dormir durante el día. ¿Para que llegue su padre y lo fastidie todo? Eso no es un padre, es un monstruo. Tenía que hacer algo ¿Pero el qué?

No dejes de soñarWhere stories live. Discover now