10 - Alomejor te quiere

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Erika Stock

Una hora más tarde me encontraba en el avión privado de mi familia, que me llevó directo a New Haven. Y allí, me esperaba un hombre con traje con un cartel dónde ponía mi apellido, era el chófer de la familia Oswan. Vino a propósito a por mua.
Me coloqué delante del hombre estrechando manos al mismo tiempo que me presentaba.
Minutos largos después, ya observaba detenidamente la casa de mi primo, ya hacía años que no pasaba por ahí, demasiados diría yo. Respiré hondo y caminé decidida hasta la puerta mientras el chófer me seguía con las maletas.
Llamé al timbre.

"Seguramente estaba comiendo" Pensé. Tardaron en abrir la puerta y, casi sin darme cuenta Colton se abalanzó sobre mí, me dio un casto beso en los labios y me apretujó contra su cuerpo.
Desde lo que pasó cuando éramos pequeños, solo para molestar a nuestros padres nos besábamos cuando nos volvimos a ver después de la última vez. Y desde ese instante se volvió una tradición saludarnos así, somos un poco extraños, la verdad.

-Alexander, lleva eso a mi habitación-. Nada más separarnos Colton se dirigió al chófer y a «eso» se refería a mis maletas. Me cogió de la mano y me llevó dentro de su casa, casi arrastrándome hasta sentarnos en el sofá del enorme salón. Al parecer se encontraba solo, le dio libre a todos exceptuando de Alex que me tenía que traer, pero luego le echó formalmente de su casa.

Le conté todo lo que tenía que saber, le abrí mi corazón e intentó ayudarme a demostrar algo, que Adak también me quiere.
Me encontraba tumbada en el sofá con mi cabeza apoyada en la pierna diestra de Colton mientras éste acariciaba mi pelo.

-Alomejor te quiere, alomejor te ha esperado mucho tiempo y como no has dado ningún paso... Pues alomejor se está dando cuenta que pierde el tiempo estando contigo-. Me dolió lo último que dijo, pero él entendía de acciones humanas que tienen que ver con los sentimientos, parecido a un psicólogo pero no lo es.

-Yo no le gusto, somos como hermanos y nos queremos así o al menos él-. Negó con la cabeza.

-Y puede que tú estés tan ciega como él-. Arrugué la frente sin saber que intentaba decirme, me incorporé y le miré al rostro para ver si de esa manera entendía mejor lo que decía. -Lo que quiero decir es que le quieres y él no lo sabe porque está ciego, pero puede que él también te quiera y tú estés igual de ciega-. Negué con la cabeza.

-Imposible-. Seguía negando lo que podía ser cierto, pero tenía miedo a que si fuera eso real nuestra amistad se convirtiera en algo que nunca hemos sido y que eso pudiera acabar mal.
Le hablé sobre Marina, el demonio que era y sobre la oscuridad que tenía dentro suya, también le conté sobre que me estaba convirtiendo en ella y que mantenía una reciente relación con Adak. Al parecer él le perdonó todos sus pecados estos últimos años:
Tirarme los libros al suelo;
Caminaba por los pasillos con un par de libros ya que tenía que estudiar, ese día Brar se puso enfermo y no acudió a clases así que me quedé sola. Al llegar a mi taquilla, la abrí y en ese mismo instante las chihuahuas me empujaron adrede ya que había mucho más espacio para pasar. Y, antes de marcharse, metieron sus manazas en mi taquilla y me lo tiraron todo por el suelo.
O la zancadilla: por ejemplo, casi todos los días pasan junto a mí en el pasillo, donde hay tanta gente que es imposible ver algo por debajo de los hombros, estiraban sus patas peludas colocándolas delante mía y así caerme. Pero como Adak iba conmigo siempre, llegaba a cogerme y piensa que soy una torpe porque no me atrevo a contarle la verdad.
Su plan fallido para tirarme la pintura verde y lo que hice como venganza.

-Aunque, si Adak ha conseguido perdonarle ¿Porque yo no?- Me volví a tumbar después de resoplar.

-Según me has contado, estás tan sumida en tus pensamientos que no te das cuenta que es esa la manera en la que te puede hacer más daño. Si es correcto, todos saben que os queréis excepto vosotros dos. Según tú, Marina consigue todo lo que se propone, pero nunca ha tenido a tu mejor amigo y ¿Si ahora lo quiere porque todo lo que quería ya lo tiene?- Me quedé pensando un rato, tenía razón.
Ella siempre lo ha tenido todo, tiene a casi todo el instituto comiendo de su mano, la gente interesante suele ir a los bailes con ella, se aprovecha de la gente y les da igual aunque lo sepan. Y desde que me vengué, lo único que hizo fue acercarse a Adak lo suficiente como para romperme el corazón y eso es lo peor que ha llegado hacer en esta vida.
Saber eso hacía que me entraran ganas de llorar y lo hice. Me empezaron a salir lágrimas, una detrás de la otra y cada vez iba a más.

-Creo que no quieres ver qué sientes celos, pero ahí los tienes y eso hace que odies a Marina-. Besó mi frente y se hizo un hueco entre la parte interior del sofá y yo, para luego rodearme con sus brazos para intentar consolarme. Acepté su abrazo gustosamente y me dormí entre el calor que desprendía su cuerpo.

Al llegar la noche decidimos salir de fiesta, menos mal que me traje ropa adecuada para ese momento.
Al revisarme en el espejo noté la gran diferencia que me hacía el cambio de ropa, en esos instantes llevaba medias de hilo que forma cuadrados junto con unos vaqueros negros cortos y con rajas que los hacía más modernos. Y luego, un top de manga corta negro con líneas blancas y borrosas. Y de zapatos, unas botas militares también negras. Colton se esforzó en arreglarse ya que hasta yo misma me sorprendí por su apariencia.
Fuimos en su moto hasta el centro, donde había un local de donde salía luz morada cuando abrían las puertas tanto para entrar como para salir. Además, había cola, pero nosotros no la hicimos. Colton habló sobre algo con el portero y entramos inmediatamente, fue sorprende que tuviera amigos como ese, ya que parecía un gorila blanco y de ojos azules.
Entrelazamos nuestros dedos para no perdernos, ya que con tanta gente que había no podíamos pasar sin que nos empujaran o les empujáramos nosotros.
Al llegar a la parte VIP, fue más tranquilo, se escuchaba la música igual de alta pero no había tanta gente.

-¿Cómo lo has hecho?- Le pregunté nada más sentarnos en un sofá rojo pegado a la pared. Pero como no me escuchó, acerqué mi boca hasta su oreja y le repetí la pregunta.

-Contactos, amigos de mis padres-. Una camarera se acercó a nuestra mesa con una libretita amarilla y con un bolígrafo azul. Aunque este fuera un club de copas, con la gente que había, necesitaba tomar apuntes o no se acordaría de los pedidos.
Después de tomarnos las copas salimos a la pista de baile para divertirnos un poco, ya hablamos de todos los temas que se nos ocurrieron y lo único que podíamos hacer era bailar y divertirnos.

No dejes de soñarTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang