18 -Contigo o sin ti

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No teníamos prisa por nada, la película se iba a retrasar por el accidente que tuvo el protagonista, pero igualmente me desvelé, no podía dormir y no sabía porqué. Me encontraba en la habitación de Dylan y él en la mía y mi corazón, por más que yo intentara dormir, éste estaba acelerado, como si recién acabara de correr un maratón.
Bajé a la cocina y me hice un vaso de leche calentándolo un poco en el microondas.
Con el vaso en la mano caminé hasta mi habitación y me apoyé en el marco de la puerta para ver dormir a Dylan. Me daba lástima por el estado en el que se encontraba y me sentía culpable. Si no hubiera hecho ese giro con el volante habríamos muerto pero si lo hubiera girado hacia el otro lado estaríamos sin ningún rasguño, pero fui tonta y giré al lado que no era, de esa manera chocamos.

-¿Qué haces ahí?- Bostezó e intentó incorporarse. Le intenté impedir que hiciera eso, corrí en su ayuda dejando el vaso en la mesita. Doblé el almohadón para que estuviera más cómodo.

-No podía dormir-. Me senté a su lado.

-¿Por eso me espiabas?- Preguntó sonriendo con un tono de sospecha en su mirada. Negué con la cabeza.

-Solo vine a ver cómo estás. Ya sabes que me preocupo por ti-. Revolví su pelo dejándole más guapo que de costumbre.

-Si durmieras a mi lado no tendrías que ir de un lado a otro en mitad de la noche-. Sin decir nada salí de la habitación apagué las luces les pasillo y volví a la habitación, esta vez para tumbarme y acurrucarme al lado de Dylan después de ayudarle a tumbarse correctamente. -Emmm, buenas noches-. Pasado un rato, cuando él ya se encontraba durmiendo se movió un poco acercándose a mí y lo único que pude hacer es alejarme unos centímetros porque si me separaba más me caería.

A la mañana siguiente Dylan me observaba mientras yo invadía su espacio colocando mi brazo sobre él. No me quiso despertar por eso me di cuenta de donde sus ojos estaban dirigidos.

-Buenos días princesa-. Besó mi frente antes de que yo me moviera un poco incómoda sobre la cama, me senté apoyando la espalda en la pared y cubriéndome el cuerpo con la sábana.

-No me llames así-. Me quejé. Bostecé a la vez que él volvió a reír. Estaba contento después de todo pero no entendía porque. -¿Cuánto llevas despierto?- Se levantó con cuidado.

-Casi nada. El tiempo suficiente para hacerte unas cuantas fotos. Podrías ser modelo-. Negué haciendo una pequeña mueca. Ya tenía suficiente siendo la modelo de mi super fotógrafo y mejor amigo Adak Brar. Me levanté y le acompañé a la cocina para que se tomara el medicamento recetado.

Pasaron unos días en los que no salimos de casa. Ayudaba a mejorar el movimiento de Dylan en el proceso de curación. Estábamos distantes, nerviosos, distraídos e incómodos. No entendía porque o puede que sí, pero no con la intención de admitirlo. Los dos estábamos igual y pocas palabras salían de nuestras bocas y pasado unos cinco días ya me cansé de estar así, debíamos hablar enseguida.
Esos días había vuelto a dormir en la habitación de Dylan y él en la mía.
Al bajar las escaleras con la respiración acelerada me dirigí a la habitación donde él se encontraba sentado en la cama colocándose una camiseta.

-Hey, se acabó-. Le miré desafiante y él a mí extrañado.

-¿Qué?- Me senté lo más lejos posible, justo en la esquina. Soltando aire como cansada.

-Ya me he hartado de nuestro comportamiento estos últimos días. ¿Te has dado cuenta, no?- Me miró fijamente a los ojos, pensó durante unos segundos y tardó en responder. Afirmó con la cabeza. -No podemos seguir así. ¿Qué nos pasa?- Levantó los hombros en respuesta.

-Yo... Ya te dije lo que tenías que saber. Más lo de que no somos hermanos... Y que si es así no sé porque estás cuidándome... ¿Como me quieres?- Se arrimó a mí.

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