10/3/19
Querido diario:
A pesar de mi insistencia de trabajar, mamá me obligó a continuar con los estudios. Y aunque por dentro estaba feliz, temía que mi nivel fuera menor al de los demás. Me refiero a que este debería ser mi último año y no quisiera rehacerlo o algo parecido.
Hoy temprano mi madre y yo nos encontramos con el director. Era una escuela privada y solicité una beca. Ella dijo que mantener mi cabeza centrada me haría bien.
Mi madre comentó que viví diez años en el campo por lo que mi nivel educativo podría ser inferior, él respondió que no habría problema. Luego me invitó a retirarme, para que recorra un poco el lugar mientras hablaba con mi madre.
En ese momento se dictaban clases, y los largos pasillos yacían vacíos. Y fui memorizando a los lugares que seguramente visitaría con frecuencia: baño, biblioteca, el baño del segundo piso y tercer piso, la biblioteca del tercer piso.
En mi intento de volver al despacho del director, la campana del receso resonó por todos los pasillos y clases. Me abría paso con dificultad a medida que salían cada vez más personas de sus clases.
Alguien me llamó con una palmeada en el hombro. Un chico de casi mi altura me sonreía amablemente. Su cabeza pelirroja resaltaba su lechosa piel, al igual que sis rojizas espinillas repartidas por todo su rostro. Ahora notaba su dentadura cubierta por brakets, "transparentes".
Amigo soy Félix, exclamó casi alegre, abrí los ojos con mucha sorpresa a la vez que los recuerdos de este chico me golpeaban con velocidad. Han pasado diez años ¿cierto? ¿no me reconoces?, preguntó luego de mi silencio. Lo siento, me disculpe, realmente no te reconocí, has cambiado mucho. Comenté con una pequeña sonrisa causada por la nostalgia de reecontrame con un viejo amigo.
Es lo que hace una buena vida, comentó apoyándose en un ventanal, ya sabes, mi madre se volvió a casar, con un hombre adinerado, la ayudó a salir adelante, estamos muy bien ahora. Dijo con un brillo en su mirada, y sonreí con sinceridad, me alegraba oír eso. Pero qué hay de ti, de la nada desapareciste, no el director supo de ti...
Me mudé al campo con mi padre, hace unos días volví... con suerte seremos compañeros. Contesté resumidamente.
Oh, ya veo... ¿y cómo sigue todo...?, preguntó insinuando mi ex situación familiar.
Solo yo me mudé con él, hace unas semanas el viejo falleció de cáncer, me encogí entre hombros. Él suspiró asintiendo pensativo, y fue tal vez en ese momento que noté. El tiempo realmente había pasado.
Hablamos poco y nada del sistema educativo de esa escuela, mi madre había salido del despacho. Adam también estudia aquí, dijo sin mirarme, pero yo sí lo miré. Cuando desapareciste él parecía no saber nada. Dijo que hace tiempo no hablaban. Me encogí de hombros sin saber qué responder a ese comentario aleatorio.
Para serte sincero no recuerdo nada de aquella época, dije riéndome minimamente, él también se rió. Me despedí de él y caminé hasta mi madre, que había esperado suficiente.
Empiezas en dos días, tienes que dar un examen. Me informó mi madre acomodando unos papeles en su bolso. Tienes permitidas quince inasistencias y debes mantenerte en los primeros diez puestos en los exámenes.
¿Más presión? espero que esto realmente sirva.
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El diario de Emma (Gay) // FINALIZADA
Teen FictionEmanuel recibe un diario íntimo por su cumpleaños, a partir de allí narrará los sucesos que envuelvan su vida, enfrentado el abuso de su padre y la soledad de no tener a nadie. ¿O si? AVISO: *Faltas de ortografía intencionales. //FINALIZADA//