Capítulo 4

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La papelería estaba casi vacía, salvo por el par de estudiantes que esperaban para recibir unas fotocopias. No era un establecimiento grande, y apenas podía permitirse ser llamado mediano, con unas estanterías en la pared derecha con un par de títulos que Lizzie reconoció, unas fotocopiadoras delante en la parte más alejada de la puerta, y un mostrador alargado delante de la pared izquierda, donde había bolígrafos, rotuladores, tijeras, entre otros utensilios de oficina.

De una puerta al final de la tienda salió una mujer con una coleta rubia baja, con gafas, suéter azul cielo y unos vaqueros bajo unas botas marrones. Se subió las gafas por el medio de éstas con el dedo índice, y les cobró a los chicos los centavos que les costaron las fotocopias tras dárselas, para justo después mirarlas, apoyarse sobre el mostrador y decir con una sonrisa —¿Pero a qué debo el placer? Te esperaba más tarde.

Lidia esbozó una sonrisa antes de acercarse al mostrador e inclinarse para darle un suave beso, que apenas duró dos segundos. Lizzie intentó no mostrar demasiado su asombro ante el gesto de afecto cuando se separaron.

—Alguien no podía esperar —dijo Lidia mirando a Lizzie de reojo—. Te presento a Elizabeth, mi prima —Lizzie vio el gesto de desconfianza en cuanto la bruja escuchó su relación.

—Tranquila, no soy ninguna amenaza —dijo alzando las manos como símbolo de paz—. Quiero decir, no estoy con mi familia, ya no.

—Eso espero, Elizabeth.

—Sólo Lizzie. Y te lo aseguro —Ella suspiró antes de sonreír y mirar a Lidia.

—Así que tu prima es mi nueva clienta.

—Sí, ya sabes lo que hay detrás...

—Lo sé, venid. Supongo que por unos minutos no me voy a arruinar —Salió del mostrador, le dio la vuelta al cartel de la puerta para que pusiera "cerrado", y las guió a través de una puerta hacia un pequeño almacén que llevaba a unas escaleras de caracol hacia abajo.

El sótano era grande, con una sala de espera con sofás y revistas en una mesa de cristal antes de un despacho. La luz titilaba en el techo, pero daba la suficiente visibilidad. Lidia maldijo su mala memoria y comentó que hacía una semana ya que se había dicho que las cambiaría. Pasaron la salita y entraron a un despacho. Éste no estaba mal, con una mesa de madera y un par de sillas a un lado, donde se sentaron ellas, y otra en el otro donde fue Fiona. En cuanto se sentó, encendió el ordenador.

—¿Qué haces? —preguntó con curiosidad Lizzie en cuanto la vio teclear.

—Te busco algo bueno. Agh, primero debería hacerte un perfil.

—Para tener una ficha de ti, tus datos, ya sabes, las cosas necesarias —dijo Lidia al ver la expresión de su prima. Fiona asintió.

—Tu nombre va a ser Elisa Smith.

—¿No puedes dejar Elizabeth? No quiero cambiar mi nombre —Fiona levantó la mirada de la pantalla mientras se subía las gafas.

—Es Lizzie, ¿no? Pues lo podrás seguir utilizando —Ella se encogió de hombros.

—Pon Elizabeth de segundo nombre al menos —le pidió Lidia al ver a Lizzie disgustada.

—Lo que quieras, cariño, aunque Elisa Elizabeth suena muy rimbombante.

—Tiene razón, Lidia. Pon Elisa Margaret.

Fiona escribió rápidamente antes de preguntar —¿Cuándo naciste?

—El 4 de Mayo del 2000.

—Bien, eres mayor de edad. Pensaba que serías menor —comentó echándole un vistazo por encima de sus gafas. Ella asintió con la mirada en el suelo.

Witchcraft: El último alientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora