Capítulo 18

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Robo

• Robo •

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De nuevo las cosas quedaron sin resolverse, Ochako obligó a Katsuki prometer que no haría las cosas sin cuidado. Y qué es casi imposible que Izuku sea el responsable.

—Buenos días, Uraraka-kun. —Iida saludó a la castaña, —es tarde, debes apurarte.

—No encuentro mi libreta ¡Pero en cuanto lo haga iré! —Dijo animada mirando el sillón en busca de ella.

Como siempre la castaña era la última en salir a culpa de lo distraída que es.

—Buenos días, Uraraka-san. —La castaña se levantó de inmediato de donde estaba buscando. Nerviosa juntó sus dedos, tenía tiempo que estar cerca de Izuku la hacía sentir en peligro.

—Buenos días, Deku-kun. —Masculló por lo bajo, recordó la orden de Katsuki.

"Mantente alejada del pecoso de mierda"

Tragó en seco y el peliverde se acercó.

—Te ves nerviosa Uraraka-san. —Dijo en un tono preocupado, ganándose la confianza de la chica; se puso menos tensa.

—Estaba pensando —juntó también sus dedos nervioso, ansioso juntó su rostro al de la chica. —Somos amigos desde hace tiempo, y, me gustaría llamarte Ochako. —Sus pecas se cubrieron de un rosa, al igual que las mejillas regordetas de la castaña.

—Deku-kun es que...—Izuku tomó las manos de la chica, exaltándola.

—Sólo yo puedo llamarla por su nombre jodido nerd, ahora, lárgate si no quieres que destrose tu trasero con mis explosiones. — Bakugou entró a la sala, había ido a buscarla.

—Kacchan —soltó delicadamente las manos de Ochako. —Hablamos después. — Susurró marchándose y dejando a Uraraka confundida.

—¡Ochako! ¡Vámonos! —Bakugou cargó a la castaña como un costal de papas en su hombro. Decir su nombre se sentía jodidamente raro, pero se podía acostumbrar.

●●●

‹ Te veo en la azotea ›

Esa fue la nota que le dejó Izuku a Ochako cuando ella salió a comprar un pastelito.
Suspiró, no quería dejar de lado a su mejor amigo por tener una relación.

Sonó la campana del receso y subió a la azotea, ahí estaba.

Su cabello bailaba con el viento y sus ojos estaban tan llenos de luz como siempre, con esas pecas características de él. Tan leal y puro. Dio una sonrisa, tenía tiempo que no admiraba la belleza de su amigo.

Las esmeraldas se voltearon para enfocarla, parecía como sí nunca hubiera estado presente la tensión que comenzó hace dos semanas entre ellos. Uraraka sonrió como sólo ella podía.

—Uraraka-san. —La sonrisa de la chica se esfumó, sus ojos avellana se crisparon, su corazón se detuvo, su estómago dio un vuelco, su mente se confundió y su boca fue profanada.

Midoriya conectó sus labios al posible amor de la vida, tenía que calmar su corazón, así que le dio lo que pensó que necesitaba.
Besó a la chica, a la novia de su amigo de infancia, a su mejor amiga hasta ahora, a la futura heroína Uravity, a Uraraka Ochako.

Sus labios cálidos le hicieron revolver el estómago, quizá eran las mariposas de las que todos hablaban. Sin serle suficiente aventuró su lengua al interior.

Ochako lo alejó, miró a su amigo, se sintió sucia y usada. Gruñó y su ceño se frunció, como nunca lo había visto Midoriya. —Alejate. —Y salió corriendo de la azotea.

Pasó sus dedos sobre sus labios, aún húmedos por su anterior acto.

—¡Ah! Uraraka-san. —Su cuerpo se estremeció, el calor viajó por sus mejillas y después por todo su cuerpo. Estaba excitado, más que nunca.

—Ochako, Ochako, Ochako, Ochako, Ochako, Ochako, Ochako, Ochako, Ochako, Ochako, Ochako, Ochako,Ochako, Ochako, Ochako~ — Se cubrió el rostro para calmar su lujuria, quería correr tras ella y tumbarla en el suelo, pegar su cuerpo contra el de ella y mezclar sus salivas.

Maldito sea Kacchan, que puede gozar de eso cuanto quiera. Maldito sea todo, maldito sea él, maldito sea el amor, y maldito sea aquél que se lo robo.

FilofobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora