Capítulo 28

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Colapso

Mina corrió rápido

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Mina corrió rápido.

—¿Fue Ochako? —se preguntó.

—Hombre, estamos cerca —Eijiro dijo perezoso, el entrenamiento había sido muy duro.

Mina frunció el ceño y corrió más rápido hacia las habitaciones, esperanzada abrió la puerta principal e ingresó aliviada. —Ochako,— llamó calma.

Eijiro llegó a su lado echando su cabello hacia atrás por el sudor. Sin prestar atención miró a Mina.
—Hahaha tienes cara de que viste a un fantasma, como Kamina--

Un leve quejido de Mina lo hizo abrir la boca si ingresar aire a sus pulmones.
Los dos miraban aterrados la escena frente ellos, paralizados y confundidos.
Mina abrió los ojos lo más que pudo para poder comprender más rápido, el terror la inundó por completo, su cuerpo estaba congelado.

Kirishima dejó caer el envase de refresco de vidrio al suelo, creando un estruendo que llamó la atención de los estudiantes que iban llegando.

¿Una broma? Por todos los cielos, que fuera una broma.

Shoto fue el único capaz de reaccionar y se abalanzó sobre el cuerpo de la castaña desplomada al pie de las escaleras. Levantó su cuerpo y quitó los mechones cafés de su rostro, tragó en seco cuando vio que Ochako miraba a la nada, con los ojos carentes de brillo.

Momo tomó su celular y marcó al borde del llanto.

Mina se dejó caer al suelo, miró la sangre en el rostro de su amiga, demasiado para su joven cerebro.
Todo gritaba ERROR ERROR ERROR en su interior.
Alzó la vista a las escaleras.
—Alguien la empujó.

Eso rompió la tensión y todos salieron frenéticos de las habitaciones, unos con Aizawa, otros al doctor y uno a enfrentar la furia futura de una bestia.

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La noticia le dejó helado, tenía ganas de destrozarle el cuello a lo primero que se pusiera frente a él. Pero Eijiro no tenía la culpa, sé había molestado en regresar para avisarle personalmente.

Ambos corrieron marcando por teléfono.

—Aizawa-sensei dice que está en el hospital sur. — Informó Kirishima.

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Mina tomaba la mano de su amiga, temblaba, temía, tenía miedo, la cosa que las había aterrado aquélla noche había ido demasiado lejos con su amiga. Apretó los labios y juró por su propia vida que haría pagar al sujeto que había hecho eso a la castaña.

—El doctor dice que la golpearon con algo en la cabeza—. Momo había reunido todo el coraje que poseía para pronunciar esas atrocidades.

Tsuyu sollozó.
—Intentó escapar ribitt. —La rana recargó su cabeza en la de la castaña.

Las chicas imaginaban el terror que sintió la pequeña Ochako ante el ataque, pero lo más preocupante, era la fuerza con la que habían lanzado el objeto.

Todas alzaron la vista cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe, de inmediato salieron de ahí cerrando la puerta consigo detrás.

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Bakugou miró a su novia en la camilla, con su frente vendada y la cara pálida, guardó su coraje y se acercó a la castaña.

—Cara redonda.

Llamó sin éxito, mordió su labio inferior, le reventará el culo al bastardo de Deku, le valía mierda si era él o no, quería desquitarse y quién mejor que él.

La castaña movió su cuerpo ganando la atención del cenizo que de inmediato la acosó con la mirada.

—Cara de ángel… —llamó suavemente.

La chica abrió los ojos y después se llenaron de lágrimas.
—Bakugou-kun, estaba aterrada.

La abrazó, la abrazó tan fuerte, como si nunca lo hubiese hecho. Katsuki jamás había tenido tanto miedo.

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—Pérdida de memoria temporal.

Aizawa dio las gracias al médico que cuidó de su amado retoño.
Le dio una caricia en la cabeza a Ochako y caminó con ella a la salida del hospital. Después de tres días de observación la castaña ya era capaz de abandonar el lugar.

—Ahora tenemos que buscar al acosador. —Masculló Aizawa, estaba preocupado.
Sus alumnos estaban llenos de miedo, ni se diga de las chicas que estaban más aterradas que nunca. Suspiró. —Tómate tu tiempo Ochako-san, no te sobre esfuerces.

Uraraka asintió.

Subieron al taxi y ella intentó recordar, sí lo lograba todas dejarían de temer y los chicos dejarías de estar preocupados al igual que Aizawa-sensei. Aunque su cabeza dolía y la mareaba no dejaba de intentarlo, sólo quería que todo terminara.


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Bajaron frente a la academia, no quería ir, no quería entrar, quería salir corriendo a la casa de sus padres y esconderse debajo de falda de mamá, pero ya no tenía cinco años.
Mordió su labio inferior y caminó a la entrada.

Aizawa suspiró, parecía un conejito recién nacido conociendo el aterrador bosque lleno de lobos.

—Tranquila, estoy aquí. —La castaña miró el suelo, tomó la ropa de su maestro como niña pequeña y caminó con él hasta las habitaciones.

—Aquí está, cuiden de ella. —Se rascó la nuca y se marchó.

Ochako corrió hasta los brazos de Bakugou.

—No quiero ver a nadie, ni a Mina. — Masculló.

Bakugou asesinó con la mirada a todos los curiosos preocupados que se acercaban. Y subieron a su habitación.

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