Capítulo 27 - ÚLTIMA NOCHE

601 25 4
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


ÚLTIMA NOCHE


Abro los ojos.

La luz del sol me ciega, entrecierro los ojos hasta que me adapto y consigo ver con claridad. En el suelo, justo a mis pies, se encuentra el tributo del Distrito 11 muerto, atravesado por una lanza. Miro desconcertada el cuerpo inerte sin entender nada. Lo único que sé es que estoy viva, que aun sigo en este mundo.

Busco en el claro a la persona que ha matado al chico y veo como Cato corre hacía mí todo lo rápido que puede. Suspiro con fuerza, aliviada y mis ganas de llorar aumentan por momentos mientras me deslizo sobre la placa de metal y me siento en la hierba. Me ha escuchado y ha dejado todo para venir a rescatarme. Me ha salvado.

Cato llega hasta donde estoy y se pone de rodillas, delante de mí. Coge mi cara entre sus manos y me mira intensamente. Sus ojos me recorren de abajo a arriba, buscando alguna herida. Sus ojos azules vuelven a posarse sobre los míos y me mira preocupado y aterrado.

—¿Clove, estás bien? —me pregunta examinándome más concienzudamente—. ¿Tienes alguna herida? —sigue insistiendo—. Pensé que no llegaba a tiempo —me dice algo más aliviado por verme viva.

—Estoy bien Cato —respondo como puedo para que se tranquilice—. Solo tengo algunos golpes en el cuerpo y puede que alguna en la cabeza, pero estoy bien —le aseguro y me ofrece sus manos para ayudarme a levantarme. Cuando me incorporo un leve mareo me inunda y tengo que apoyarme en Cato para no caerme.

—No estás bien —me dice sujetándome con fuerza—, vuelve a sentarte —me pide.

—No Cato —niego con la cabeza mirando a sus ojos—, tenemos que irnos de aquí, no estamos seguros —respondo mientras intento dar un paso hacia la linde del bosque.

—Pero no puedes andar Clove, vas a caerte —me para con las manos que me sujetan para no caerme.

—Tenemos que irnos Cato —insisto.

—Está bien —me dice—, pero espera —Cato se agacha, pasa uno de sus brazos por mis piernas y me alza, por lo que me agarro en sus hombros—. Así está mejor —me sonríe girando su cara para verme.

—¿Y si nos atacan? Así no podemos ir —le digo mirando en todas direcciones.

—Tú vigila —me dice—, de lo demás me encargo yo —me guiña el ojo y yo asiento.

Cato comienza a andar y dejo que me lleve, descansando de lo que acaba de pesar. Ninguno de los dos dice una sola palabra en todo el trayecto, permanecemos atentos a cualquier ruido que se salga de lo normal en el bosque. En cualquier momento se puede aparecer un tributo y yo no estoy en condiciones de pelear.

Cuando llegamos a la cueva en la que hemos estado ayer, el sol desaparece dando lugar a la noche. Se nota que los días son más cortos y eso solo quiere decir que el final está más cerca que nunca.

Amar o morir 1 || La verdadera historia || Cato y Clove||Los juegos del hambre √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora