{Novela Terminada}
Segunda Parte en mi perfil.
Mi nombre es Clove Kentwell y voy a contaros mi verdadera historia. Vivo en el Distrito 2, uno de los más grandes e importantes de toda Panem. Ir a los Juegos del Hambre es todo un honor, tanto para el...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
PERDERLA
Me despierto gritando y me incorporo en la cama. Estoy sudando y temblando a la vez. Miro en todas direcciones y me doy cuenta de que todo ha sido un sueño, un mal sueño. En él veía morir a Cato y yo no podía hacer nada para evitarlo.
Intento volver a dormir pero soy incapaz por lo que me levanto y voy hasta el baño para darme una ducha. Cuando salgo me visto con la ropa de entrenamiento y salgo de la habitación para desayunar. Aunque con el mal cuerpo que tengo ahora mismo no sé si me entrará algo.
Al llegar me encuentro con que Cato ya está desayunando. Lo miro sorprendida porque es raro en él levantarse tan pronto, pero borro cualquier expresión de mi cara por una neutra antes de que me mire. Cato alza la mirada y me observa de arriba abajo cuando me siento en una de las sillas. En ese momento recuerdo todo lo que pasó anoche en la azotea, el beso que le di y esos te quieros que nos dimos, provocando que un leve rubor se instale en mis mejillas. Rápidamente dejo de pensar en lo de ayer y me concentro en decidir lo que voy a comer.
Ya no sé qué pensar, ya no sé que sentir ni qué es lo que él siente. Unas veces me dice que me quiere y otras en cambio, me dice que no, que me aleje de él. Pero no puedo hacerlo, no soy capaz de alejarme de él, por más que lo he intentado. Y ahora que lo tengo enfrente, mirándome a los ojos, esos ojos azules... Mi mundo se para y para mí solo existe él.
—Clove —me llama sacándome de mis pensamientos.
Lo miro pero soy incapaz de responderle aunque sostengo la mirada.
—Clove lo de ayer... —comienza a hablar pero niego con la cabeza, no quiero oír lo que va a decir a continuación porque ya lo sé.
—Lo sé —respondo—, no tenía que haber pasado porque no me quieres —digo en tono sereno, sin emoción—. Me lo dejaste bastante claro cuando llegamos al Capitolio —digo esto último bastante seca.
—Me alegro de que lo tengas claro —me responde de manera firme y segura aunque en sus ojos me parece ver un deje de tristeza.
El resto de nuestro equipo hace acto de presencia en este momento por lo que dejamos de hablar y nos centramos en el desayuno.
Hoy es el día de las calificaciones. Consiste en que cada uno de nosotros muestre sus habilidades a los vigilantes. Estos darán una puntuación, calificándonos entre el uno y el doce, basándose en nuestros conocimientos y habilidades. De esta forma los habitantes del Capitolio podrán realizar sus apuestas y ser nuestros patrocinadores. Tener una buena puntuación significa tener buenos patrocinadores, que pueden llegar incluso a salvarnos la vida. Por lo que el entrenamiento de hoy es muy importante. No puedo distraerme con nada, ni siquiera puedo permitirme el lujo de pensar en Cato porque si empiezo a hacerlo, no podré parar y acabaré cometiendo algún fallo.