Capítulo 6 - DESPEDIDAS

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DESPEDIDAS


Las semanas pasan y la fecha crucial cada vez está más cerca. El día de la Cosecha está a la vuelta de la esquina. Ese día que no quiero que nunca llegue, que nunca ocurra. Todos los años lo espero con ansia pero este no. No porque desde el día que escogieron a los voluntarios para asistir, sé que Cato puede morir en los juegos y no puedo soportarlo. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que creo que estoy enamorada de él. Ni siquiera puedo creerlo pero sí, siento cosas por Cato desde ese día en el entrenamiento. Al menos desde el momento en el que nos besamos soy consciente, puede que antes ya sintiera esas mariposas.

Las cosas con Cato no van muy bien que digamos, aunque se ha hecho costumbre ya. Desde que salí del salón de actos, Cato no ha vuelto a dirigirme la mirada. Se pasa todo el día entrenando para ir a los juegos y las pocas veces que nos hemos cruzado, me mira y sus ojos se entristecen pero después se muestra indiferente, como si nada le importara.


Mañana es el día de la cosecha y hoy nos dan el día libre en la Academia pero a mí no me importa. Necesito soltar toda la adrenalina que tengo por lo que estoy lanzando los cuchillos a los maniquís que hay en la sala. Cuando lanzo cuchillos mi mente se evade, dejo de pensar en los problemas y en todo lo que ronda por mi cabeza. Además es una buena forma de tranquilizarme.

Estoy a punto de terminar e irme a casa cuando oigo que la puerta de la sala se abre. No le doy importancia y sigo lanzando cuchillos. Agudizo mis sentidos para intentar oír algo que me indique quién es la persona que ha entrado pero no escucho nada. Debe de haberse quedado quieto en la puerta al verme o es demasiado sigiloso para que mis oídos lo escuchen moverse por la sala. Cojo el último cuchillo de mi chaleco dispuesto a lanzarlo pero unas manos que se posan en mi cintura me detienen. Pego un salto del susto y me giro para ver a la persona que me agarra. Al hacerlo lo veo, de todas las personas que podían ser, va y tiene que ser él.

—Cato —susurro algo intrigada y a la vez asustada por la cercanía de su cuerpo contra el mío.

—Hola Clove —me dice con la mirada triste.

—¿Qué haces? —pregunto algo más tranquila y relajando los músculos que tenía en tensión.

—Pasaba por aquí y te he escuchado entrenar —me responde con una escusa aunque sus manos sigue en mi cintura.

—¿Sabes? No te creo —ruedo los ojos—. Dime la verdad —insisto.

—Está bien —dice derrotado—, quería verte por última vez —confiesa mirándome a los ojos,

Miro sus ojos y los veo tristes, apagados y eso me llega muy adentro, nunca lo había visto mirarme de esa forma. No lo comprendo, me parece todo tan surrealista...

Amar o morir 1 || La verdadera historia || Cato y Clove||Los juegos del hambre √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora