Capítulo 40| Anillo de Giges

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D I A N A🔮🔮🔮

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D I A N A
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Estaba cómoda entre los brazos de Apolión sintiendo sus suaves caricias en mi cabello me rehusaba a moverme. Con mis piernas entrelazadas con las de mi novio lo mantenía apresado en la cama emitiendo algunos gruñidos cuando el intentaba salir. Solo quería estar unos minutos más disfrutando de la simpleza de la tranquilidad, durante al menos cinco minutos permanecimos quietos. Soltando mi agarre sobre Apolión me incorpore en la cama fregando mis ojos mientras soltaba un bostezo.

– Buenos días dormilona – un beso en mi cien hace que sonría mientras me estiro en la cama. Abriendo mis ojos miro a mi novio salir de la cama con nada más que sus pantalones y una cara de aun tener algo de sueño.

– Buenos días sombritas – saliendo de la cama camine hasta llegar a mi novio para abrazarlo y besar sus labios. En cuanto abandonáramos el olimpo comenzaría la búsqueda del anillo de Giges y por fin nos dirigiríamos al tan temido tártaro.

Separándonos Apolión me guió hacia el baño de la habitación dejándome tomar una ducha me trajo ropa limpia y algo más cómoda que la que tenía puesta ayer. Pantalones negros que no apretaban mi vientre una camiseta negra con el estampado de una rosa blanca que se derrite y una campera deportiva de color negro. Atando mi cabello en una coleta alta salgo vestida del baño para tomar mi mochila e ir por mi desayuno con las chicas dejando que Apolión se de una ducha.

Camine segura por el olimpo viendo maravillada los distintos cuadros que adornaban los pasillos. Pinturas de los antiguos reyes Cronos y Rea y los actuales Zeus y Hera. Continuando con las pinturas había varias de los reyes posando junto a sus hijos y una donde salían con Aileen el día de su coronación por lo que leí en placa. El último cuadro mostraba a toda la familia real reunida en una misma habitación y con enormes sonrisas en sus rostros. A esto se refería Aileen cuando quería alcanzar la perfección en sus notas de la universidad e incluso la perfección en su matrimonio. Toda su vida se resume a ser una diosa que no comete errores los humanos o mejor dicho los griegos los idealizaron perfectos sin ningún tipo de error. Seres casi inalcanzables que si te ponías a analizar a detalle no eran tan perfectos como aparentan ser.

– Sorprendente ¿no es así? – pegue un salto al escuchar la voz de Gemma a mi costado. Por las barbas de Zeus esta chica casi me mata del susto, poniendo una mano en mi pecho para tranquilizarme la mire feo. – Perdón no quise asustarte – se disculpó de forma rápida con una sonrisa delicada como toda ella demostraba ser. Si no fuera por el secuestro de Hades jamás habría conocido como es Gemma en verdad, la chica que por huir de sus problemas termino perdiendo la vida y con ella toda su juventud llena de planes a futuro.

– Yo no diría que sorprendente, sino que los dioses no son tan diferentes de nosotros después de todo. Ellos también se rigen por sus impulsos y emociones, pero demuestran al mundo su faceta de perfección. Y eso me atemoriza – di una última mirada al cuadro de la familia real para volver a emprender mi camino. La rubia me seguía permaneciendo en silencio ambas escuchamos las risas de las princesas olímpicas viniendo de la cocina. Al abrir la puerta de la misma nos asomamos viendo a los esposos de ambas embarazadas compartiendo sus desayunos.

El hijo de Hades y Persefone [1.3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora