Capítulo 17

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¡Mierda!

No había caso en que pudiese concentrarse en su trabajo, teniéndola allí, frente a él. Se veía tan exquisitamente concentrada que solo quería ponerse de rodillas y venerarla por su cualidad de hacerlo pasar, prácticamente, por un ente. Era como si estuviese solas en su oficina, no con él, ¡su jodido intercambio! ‹‹Calma, calma, no tiene por qué prestarte atención››, se dijo. Pero es que, ¡demonios! Quería ser su maldito centro de atracción, eso lo estaba matando. Se pasó la mano por el cabello al tiempo que soltaba un imperceptible suspiro, tenía que estar atento a lo que hacía, porque si se equivocaba tiraría todo por la borda y eso no podía suceder. Tenía que, por primera vez en su puta vida, poner su trabajo, ante todo. Ante el magnetismo que Samantha tenía.

Cada cierto momento la observaba, por más que intentaba centrarse en su portátil simplemente no podía y eso ya lo tenía al borde de la irritación. ¿Cuándo él se había distraído tanto? Jamás, pero no era fácil teniendo en frente a la mujer que se había adueñado de sus pensamientos y sueños húmedos. Se llevó la taza de café hasta los labios y soltó una maldición cuando se quemó la lengua. ‹‹ ¡Por estúpido me pasa! ››, se quejó mientras pasaba la lengua entre sus dientes, tampoco quería que ella se diera cuenta de su descuido.

Samantha revisaba las fotografías de Michelle. Dominic realmente era brillante en lo que hacía, la chica no necesitaba casi ningún retoque, solo darle un poco de luminosidad y ya. Además, que captaría inmediatamente la atención del público porque la chica era guapísima, sin duda, era uno de los mejores proyectos en los que se había podido enfrascar, aunque en un principio se quejó bastante, ahora estaba absolutamente satisfecha con su trabajo y el de Dominic. Tenía dos ventanas del portátil abiertas, una donde estaban las fotos y en la otra escribía un correo a Laurene, diciéndole la hora en la que Michelle debía estar en el estudio, porque a primera hora ella tenía una reunión, por lo que debían postergar por dos horas la sesión. De repente, dio un respingo al sentir unas manos en sus piernas. Dominic estaba acuclillado frente a ella, subiéndole el pantalón. Samantha puso la mano sobre la suya, deteniéndolo.

—¿Qué se supone que haces? —preguntó con el ceño fruncido.

—Es hora de que te cures esas heridas y como me dijiste que yo podía hacerlo, es precisamente lo que haré.

—Pero si es muy pronto para eso.

—No, has pasado más de cuatro horas con las mismas vendas. Ven acá.

—¡No, espera! Tengo que terminar esto.

—Eso, déjalo para después. Primero tus heridas.

Se puso de pie y tiró del brazo de Samantha. Ella a regañadientes vio obligada a seguirlo hasta el sofá, ¿por qué carajo le dijo que sí? Se sentía bastante incómoda de que, precisamente, Dominic le curara las heridas. Qué ironía, Dominic iba a cuidar de que los cortes que se había hecho ella en las rodillas, justamente en una pelea donde sin ser siquiera consciente, sin saberlo, él, fue el protagonista de aquella debacle. Ya de por si se sentía absolutamente culpable de haberle contado a Dominic porque se había lastimado como para que, además, estuviese preocupado de que se fuesen a infectar.

Su mente estaba confusa. Por un lado, su novio de tres años la había mandado prácticamente a la mierda, cuando debió quedarse allí para conversar con ella e intentar arreglar la jodida situación. Por el otro, el causante de todo aquel embrollo era quien le había dado palabras de ánimos y era quien también estaba cuidando de ella en ese momento.

—Siéntate aquí —le pidió.

—Dominic...

—No digas nada con respecto a esto. Sé que no te sientes cómoda con esto, pero por favor, déjame hacerlo, ¿sí?

SwingerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora