Siete

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Rei permaneció unos minutos más acariciando el cabello de su hija

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Rei permaneció unos minutos más acariciando el cabello de su hija. Fuyumi se había quitado los lentes y dejado en la mesita para poder enterrar más su rostro en el regazo de su madre. La extrañaba tanto, estaba agotada de sacar la cara por su casa pero era un papel que le tocaba a ella como hermana mayor.

—Oh, mi niña —dijo Rei en un murmullo y Fuyumi se enderezó secando sus ojos y tomando sus lentes—. Me disculpo si todo esto te afecta. Mi madre me ha dicho que te encargas de la casa.

—No es nada —comentó Fuyumi—. Puedo criar a mis hermanos sin ningún problema, mamá. Tú solo mejórate —Rei volvió a ver por la ventana.

—¿Cuánto tiempo ha pasado ya? ¿Cuatro años? ¿Que clase de madre pierde la cabeza, le hace daño a uno de sus hijos y abandona el resto?

—No es tu culpa, mamá.

—No, en parte lo es. Nunca debí desquitarme con Shōto —ella suspiró— ¿Cómo está él? ¿Cómo están todos?

Fuyumi apretó los labios, su abuela le había dicho que su madre no sabía nada de la muerte de Touya. A ella le parecía incorrecto ocultarselo, pero según su abuela era necesario para que ella no se alterara.

—Touya y yo quedamos en la UA —respondió. No era del todo mentira—. Sin embargo, no quedamos en el curso de héroes sino generales —los ojos grises de su madre se abrieron con sorpresa y miedo—. Papá se molestó, pero terminó aceptándolo.

—¿Están heridos? ¿Por qué no vino Touya? —Fuyumi apretó los labios. Tenía que pensar pronto en una mentira.

—Tou está enfermo, mamá —mintió. Tal vez, si preparaba a su madre, podrían decirle sobre la muerte de Touya un tiempo después—. Sus pulmones están muy graves —Rei tembló y cubrió su boca con sus manos. Sus ojos se inundaron de lágrimas.

—Mi niño...

—Está bien, pero está usando más el respirador —Fuyumi esperaba que su madre no se alterara, que su mejoría no se viera afectada, pero ella logró calmarse. Secó sus lágrimas y abrazó a su hija. Fuyumi le habló, tratando de calmarla aunque ella misma estaba adolorida.

—Los quiero tanto, mi niña —dijo Rei—. Lo sabes ¿verdad?

Fuyumi suspiró y apretó el cuello de su madre sintiéndose tan culpable de mentirle sobre Touya.

—Lo sé.

—Lo sé

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Los hijos del inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora